Seguridad y root en Android, ¿una liberación o un coladero?

Rootear tu smartphone Android puede ser útil, pero también te expone a más peligros de los que debería

Seguridad y root en Android, ¿una liberación o un coladero?
Android Pixabay

Si tienes un smartphone, tienes muchas probabilidades de contar con un dispositivo Android. Estos terminales reciben dicha denominación por contar con un sistema operativo diseñado y desarrollado por Google con el fin de ofrecer un entorno amigable tanto a consumidores como a desarrolladores en los teléfonos móviles modernos, y para competir con el gigante de la manzana mordida, Apple, en su terreno.

Teléfonos móviles de todos los modelos y tamaños, con todo tipo de prestaciones, y con ligeras modificaciones propias, pero todos y cada uno de ellos con una misma base procedente del titán de internet. Millones de aplicaciones que se instalan y se desinstalan en estos terminales que todos llevamos en nuestros bolsillos y usamos a diario, pero que también son más peligrosos de lo que pensamos.

Seguro que en alguna ocasión habéis leído algo sobre rootear android. Este proceso, que procede del término «root» (raíz en inglés) se llama así porque permite al usuario gozar de más permisos de lo habitual sobre los ajustes y las propiedades del teléfono a nivel de software, lo que también le permite sacar más partido al hardware del terminal y hacer cosas imposibles con los permisos habituales.

La presencia de este concepto es algo que nace de las capas de seguridad adicionales que Google implementa en sus dispositivos para evitar cosas como el borrado accidental de ficheros clave, la instalación de ROMs modificadas o cualquier otra modificación a bajo nivel del dispositivo. Hay quienes pueden pensar que es una forma de limitar las opciones del consumidor, del que ha pagado por un dispositivo para usarlo como quiera al ser de su propiedad; pero la realidad es que se trata de un mecanismo de defensa para que no nos expongamos más de lo que deberíamos.

Sí, ya estamos expuestos desde el momento en el que creamos un perfil en redes sociales y publicamos, o cuando vinculamos nuestra cuenta de Google al teléfono y al navegador de nuestro PC. El flujo de información que gira entorno a nosotros es enorme, y eso, sumado a los permisos que facilitamos con cada app que descargamos y ejecutamos, hace que haya una enorme cantidad de datos nuestros en nuestro terminal y en la nube.

El problema del rooteo, de eliminar esa capa de seguridad, es que se eliminan ciertas restricciones que hay repartidas por todo el sistema operativo del teléfono. El usuario tiene carta blanca para hacer lo que quiera con el terminal, pero siempre bajo su propia responsabilidad. A través de esto, se puede modificar el arranque, eliminar servicios implementados por la compañía telefónica en el dispositivo o incluso cambiar el sistema operativo por otro diferente sin complicación alguna. Suena bien, pero también te vuelve mucho más vulnerable.

Debido a la erradicación de restricciones, cualquier tercero que logre adentrarse en el dispositivo lo tendrá mucho más fácil para quitar y poner a su antojo, con el consiguiente peligro de cara a toda la información personal que tenemos en el teléfono. Estos ataques son más frecuentes de lo que pensamos y, de hecho, pueden realizarse incluso sin que nos conectemos a internet. Un desconocido coge el teléfono, accede a él y, ¡sorpresa!, toda la seguridad de Android ha sido eliminada porque el usuario principal del terminal tiene todos los permisos posibles.

Ni que decir tiene que esto hace que el teléfono sea mucho más sensible al ataque de software malicioso, como también esos datos sobre el poseedor de este que se almacenan en él. De hecho, hay incluso aplicaciones que restringen su uso y, al detectar que intentan ser ejecutadas por un usuario que ha rooteado el terminal, se bloquean y no funcionan. Una forma de evitar el uso indebido de sus propuestas, como también de forzar al consumidor a seguir las vías «legales» de uso del teléfono.

Podemos decir que rootear un teléfono es algo recomendable en el caso de que se tenga un terminal experimental, sin información comprometida y que sea secundario, que no sea aquel que se usa a diario. En ese caso, es bueno para los desarrolladores ya que les permite conocer un poco más el funcionamiento de este sistema operativo. Si no es así, no es nada recomendable por los problemas que puede ocasionar.

Puede que la carta de instalar versiones de Android «custom» o incluso descargar todo tipo de apps procedentes de lugares ajenos a Google Play Store sin problemas suene bien. Sin embargo, todo esto pertenece a entornos ajenos a Google y, por tanto, carentes de garantía de seguridad alguna. Los riesgos a correr siendo un usuario root no son algo recomendable para el usuario doméstico medio y, por lo tanto, para la inmensa mayoría de compradores de smartphones.

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