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El video que ilustra estas líneas es un experimento de cámara oculta de la institución belga Safeinternetbanking.be, que promueve la banca online segura, en el que el mentalista Dave adivina detalles personales de sus interlocutores quienes, ante cada acierto, se muestran cada vez más atónitos. «Poca gente sabe eso», responde una joven. El video termina con la revelación del truco. Toda esa información estaba en los perfiles de las redes sociales de las víctimas.
Las autoridades de protección de datos del Estado de Schleswig-Holstein (Alemania) prohibieron en agosto de 2011 el uso del botón Me gusta de Facebook porque entendían que violaba la privacidad de los usuarios. Sus sospechas de que esa información podía servir para crear perfiles con hábitos y preferencias de los internautas se han confirmado. Un grupo de investigadores del Centro de Psicometría de la Universidad de Cambridge ha desarrollado un modelo matemático que permite deducir con alto grado de acierto la etnia, la orientación sexual, las tendencias políticas y las creencias religiosas de cualquier persona a partir de los Me gusta que ha pinchado en la red social.
Alejandra Agudo profundiza en un reportaje en El País —Internet lo sabe (casi) todo de usted— sobre cómo las redes sociales arrastran a los internautas a dibujar sus perfiles a golpe de clic por lo que es clave gestionar la imagen y elegir qué enseñar, ya que si en algo coinciden los expertos es que la privacidad no existe en el ciberespacio.
Un estudio de Microsoft, publicado en 2012 con datos de usuarios de EE UU, Canadá, Irlanda, Alemania y España, confirma que los internautas “podrían estar subestimando” el poder (positivo o negativo) de sus acciones online sobre su propia imagen. Por ejemplo, solo un 4% de los adultos encuestados considera que sus opiniones en Twitter son importantes en la formación de su identidad digital. La información que más influye es, de hecho, la que nosotros mismos compartimos deliberadamente, como fotos y comentarios publicados en una red social, subraya el informe. En este sentido, menos de la mitad de los entrevistados (44%) reconoció que pensaba detenidamente las consecuencias de sus actividades en Internet. Aun así, un 67% creía tener el control de sus perfiles en la Red.
La falta de prudencia no es, sin embargo, exclusiva de los más jóvenes. En España, un 22% de los internautas adultos confiesa haber difundido por error datos privados —información personal, fotos familiares y el número de teléfono móvil (en ese orden)— , según el estudio de Microsoft. Un porcentaje muy similar al de filtraciones no intencionadas que reconocen los chavales entre 8 y 17 años (24%).