Las aplicaciones de mensajería han cambiado radicalmente la forma de relacionarse entre las personas (Ana Rosa Quintana acaba con el monopolio de Ferreras y deja desnudo al prófugo Puigdemont).
Con WhatsApp a la cabeza como la más utilizada del mundo, estos servicios digitales han aprovechado la infraestructura de redes parar proponer sistemas de envío ilimitado de mensajes bajo el paraguas de «gratuito» (Ana Rosa Quintana hunde el ‘procés’ con la exclusiva de su vida: «Hoy se acaba Puigdemont»).
El problema es que, muchas de ellas, son miradas con recelo por los defensores de la privacidad aduciendo que es posible interceptar las conversaciones.
De ahí que hayan surgido con el tiempo alternativas a WhatsApp y otras realidades que han querido poner el foco en la seguridad y privacidad.
Recomendada y apadrinada por el propio Edward Snowden, antiguo espía de la CIA y exagente de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA), la «app» Signal se ha posicionado como la alternativa más segura para evitar ser espiados gracias a la incorporación de sistemas de encriptación.
Explica J.M.SÁNCHEZ en ‘ABC‘ este 1 de febrero de 2018 que, por su naturaleza y garantías, es la misma aplicación que han empleado los grupos independentistas catalanes en su desafío soberanista.
El servicio digital sirvió para coordinar el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre y, además, ha continuado siendo una herramienta de comunicación directa con el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en su huida de la justicia en el extranjero.
La misma desde donde se han intercambiado mensajes estos últimos días para concretar la posible candidatura del dirigente nacionalista en el pleno de investidura.
A nivel técnico, esta aplicación basada en código abierto viene desarrollada por Open Whisper Systems, encargada de crear el protocolo y sistema de cifrado, llamado TextSecure, el cual crea una especie de «llave individual y privada» directamente asociada al terminal en cuestión.
El sistema de cifrado de extremo a extremo promete ser más seguro, dado que no almacenará en un registro los mensajes en sus propios servidores -al contrario que WhatsApp, que introdujo hace un año una medida de seguridad similar-, por lo que ningún ciberdelincuente puede, en teoría, interceptar los mensajes en el momento en que se van a enviar o recibir. Nadie, técnicamente, puede leer los mensajes, tampoco los responsables del servicio.
Signal permite a los usuarios enviar mensajes de texto, documentos, imágenes, videos e información de contacto a través de Wi-Fi, 3G o LTE a otros usuarios que posean la misma aplicación, así como mandar mensajes que se autodestruyen pasado un tiempo, establecer llamadas telefónicas, cuyo sonido viene encriptado también por defecto como medida de seguridad.
Otro de sus aspectos más interesantes de la aplicación es que evita la captura de pantalla por defecto, como una medida de privacidad, y ocultar la direccción IP. Está disponible tanto para el sistema operativo iOS como Android.
Sin embargo, no es ajena a las miradas. Lo más rudimentario del mundo puede saltarse la privacidad, paradójicamente. Cualquiera, como es lógico, puede mirar de reojo al móvil y descubrir las conversación de varios usuarios, como le ha pasado supuestamente a Toni Comín, diputado de ERC fugado de la Justicia, en el que las cámars de televisión le han pillado «in fraganti» mientras conversaba con Puigdemont.
En su mensaje, confesaba que la apuesta contra el Estado de Derecho y la democracia no tiene más recorrido.
