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¿A qué edad debe mi hijo tener su propio teléfono móvil?

No existe una edad fija pero sí un rango de edades en el que, teniendo claras unas cuantas premisas básicas, los niños ya pueden estar perfectamente preparados para utilizar su móvil con responsabilidad.

¿A qué edad debe mi hijo tener su propio teléfono móvil?
Los niños y el teléfono movil. PD

Por mucho que el menor lo ansíe, poseer un teléfono móvil no es un premio sino una responsabilidad, y por lo tanto su uso (con sus privilegios y sus obligaciones) sí debe responder con coherencia a la identificación ciertas pruebas de realidad que lo justifiquen.

El teléfono móvil permite al menor estar conectado con el mundo: con sus amigos especialmente, pero, ante todo, con sus padres prioritariamente.

El menor ha de tener claro que el teléfono móvil no es un juguete sino una potente herramienta de comunicación que le expone a determinados riesgos de los que ha de ser consciente y para cuyo manejo ha de estar debidamente formado y preparado.

Por eso, tal y como nos ha trasladado uno de nuestros lectores, a muchos padres les surge una importante duda, no exenta de discrepancias y conflictos familiares: ¿A qué edad debe mi hijo empezar a tener su propio teléfono móvil?

Sabiendo todo lo que la psicología nos permite conocer acerca de las habilidades cognitivas de cada menor en base a su estadio de desarrollo, conociendo cómo pueden los niños ir asumiendo progresivamente responsabilidades cada día mas complejas y relacionándose con los demás y con el mundo con mayor madurez y autonomía, y conociendo también cuáles son las habilidades, actitudes y compromisos que el uso del teléfono móvil requiere, la edad más adecuada para que un niño maneje su primer teléfono móvil se sitúa entre los 12 y los 14 años, o incluso antes, entre los 11 y los 13 años, siempre con explicaciones y matices que justifiquen su uso en función de las características individuales y de las circunstancias de vida de cada niño.

Como norma general, a partir del momento en el que el menor empieza a desplazarse cotidianamente con cierta independencia, queda justificado que utilice un teléfono para comunicarse con sus familiares, pues son varios los escenarios en los que esto puede ser necesario, sin que ello signifique que está ya preparado para utilizar por completo todas las funciones y herramientas que el móvil permite; pues los motivos que justifican que el niño tenga un teléfono con el que coordinarse con los suyos cuando, por las circunstancias que sean debe pasar tiempo solo fuera de casa o desplazándose de un lado a otro, no son los mismo que justifican el juego on-line, el acceso indiscriminado a internet o el uso de redes sociales como WhatsApp, Twitter, Facebook o Instagram, por poner solo alguno ejemplos.

Para que el niño empiece a disfrutar por completo de todas las aplicaciones que el teléfono móvil pone a su alcance, no solo debe haber demostrado que dispone de la madurez suficiente como para cuidar de un objeto valioso, sino que además debe haber sido instruido por sus padres y su entorno más cercano hasta llegar a tener muy claras ciertas premisas básicas:

  • La información que comparte pasa a ser de dominio público en cuanto sale de su ámbito de control privado, y por lo tanto son muy pocos los archivos que puede compartir y escasos o inexistentes los datos personales que está autorizado a divulgar.
  • Determinadas personas, normalmente desconocidas, pueden acercarse a él con fines que le resultan difíciles de entender pero que pueden ponerle en peligro y por lo tanto debe rehuir de todo contacto con desconocidos, evitar responder a cualquier pregunta o acudir al encuentro de nadie, y consultar a sus padres ante la más mínima duda.
  • Incluso sus propios compañeros no están exentos de hacer un mal uso de las redes, poniéndolas por ejemplo al servicio de la burla o el insulto a los compañeros, y él no solo no debe participar de ello, sino que tiene la obligación de reportar cualquier situación de hostigamiento de la que pueda ser testigo.
  • Las relaciones personales se alimentan de intercambios personales que no pueden circunscribirse solo al entorno cibernético, por lo que puede usar las redes para seguir en contacto con los suyos cuando están lejos pero nunca para sustituir las relaciones personales y presenciales, o para huir de los problemas o conflictos que no sepa resolver.
  • Aunque él no sea consciente, muchos de los juegos que se le presentan de manera amable y divertida tienen componentes adictivos que no es capaz de identificar, y por ello deberá consultar a sus padres antes de utilizar ninguna aplicación nueva, no deberá jamás gastar dinero sin supervisión, en ningún programa, ni tampoco le está permitido comprar ningún objeto a través de internet.

Y, por mucho que haga un uso modélico del teléfono en todos los aspectos descritos, deberá saber que pasar demasiado tiempo concentrado en su teléfono móvil le aleja de otro tipo de actividades que le son más provechosas y acarrea consecuencias en el largo plazo, por lo que, en caso de que él no sepa controlar esos tiempos, el uso del teléfono deberá estar sujeto a determinados horarios tanto entre semana como en fines de semana y vacaciones.

Ante cualquier otra duda, consúltanos en www.anavillarrubia.com

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Autor

Ana Villarrubia

Ana Villarrubia es Psicóloga Sanitaria, directora del centro sanitario 'Aprende a Escucharte', docente en la rama clínica de la psicología, escritora y colaboradora en múltiples medios de comunicación.

Experto
Ana VillarrubiaPsicología

Ana Villarrubia Mendiola es Psicóloga Sanitaria, Experta en el tratamiento de trastornos de personalidad, Experta en terapia de pareja, Especialista en Psicoterapia y Psicodrama, docente en diversos másteres de psicología clínica y terapia cognitivo-conductual, y divulgadora en múltiples medios de comunicación, directora del Centro de Psicología ‘Aprende a Escucharte’, en Madrid, y autora del libro ‘Borrón y cuenta nueva: 12 pasos para una vida mejor’.

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