‘Vientos de agua’

'Vientos de agua'

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Marcelino Cortina de Oviedo, sufre y padece cada vez que ve ‘Vientos de agua’ en Telecinco:

¿Con tantísimo presupuesto como tenía la serie, era muy difícil contratar a un asesor lingüístico para que corrigiera a los actores en su absurdo empleo de un idioma “Vientos de agua”, inventado por no sé quién, y que intenta parecerse, sin conseguirlo en absoluto, al asturiano de un pueblo minero de los años 30?

El día que esto escribo, llevamos ya tres capítulos emitidos de la nueva serie de Telecinco “Vientos de Agua”. La verdad es que solo con la visión de los dos primeros el pasado 3 de enero ya pensé en escribir esta líneas, pero tirando de paciencia esperé a ver un capítulo más. Tras haberlo visto, creo que debo escribir ya, porque si espero a otro me temo que me saldría muy larga la carta.

La verdad es que, exceptuando a Pepe Colubi, que (como siempre) sí comentó con cierto tino en el diario ovetense La Nueva España, el resto de comentarios que he leído en la prensa me han dejado sorprendido. ¿Es que no han visto la misma serie que yo?

Cuando vi toda la publicidad dada a la serie y leí los artículos que sobre el rodaje iban saliendo, pensé que iba a estar muy bien para Asturias este proyecto. Incluso, como aficionado al cine que soy, pedí permiso en una de las productoras a ver si podía acercarme al rodaje de un par de escenas, algo que pude hacer en mi pueblo, El Entrego, hace algunas semanas. Lo que allí vi no me disgustó, parecía un equipo muy profesional y Campanella me dio muy buena impresión.

El chasco vino después. Quizás como el par de escenas que yo vi rodar no tenían apenas diálogos, ni me imaginaba el pedazo de susto que me llevaría.

¿Con tantísimo presupuesto como tenía la serie, era muy difícil contratar a un asesor lingüístico para que corrigiera a los actores en su absurdo empleo de un idioma “Vientos de agua”, inventado por no sé quién, y que intenta parecerse, sin conseguirlo en absoluto, al asturiano de un pueblo minero de los años 30?

¿Es que a los poquitos actores asturianos que salían no les dejaron hablar como saben? ¿O es que no saben hablar como sus abuelos? (tantos años por Madrid pasan factura). Con la boca abierta estoy todavía viendo que el que más se aproxima al idioma asturiano es Ernesto Alterio, que mete la pata a menudo, aunque culpa suya evidentemente no es, pero sale dignamente en muchas frases.

Los pelos de punta me puso escuchar “lAs sirenEs”, o “esto ya vilo yo”, o “eso nun dícesmelo en la calle”, … (se me revuelve el estómago). Los plurales femeninos en Asturias terminan en ES o en AS, pero siempre concuerdan el artículo y el nombre, es básico. Y los asturianos posponemos muchas veces los pronombres en los verbos, pero no TODAS las veces, señores; los ejemplos incluidos son de los que NO (un asturiano diría “esto ya lo vi yo” o “eso nun me lo dices na calle”, sin complicarse). Campanella, Bortnik, Doménech, Martínez, que sois los guionistas de la serie, ¿por qué elegisteis Asturias? ¿Si no sabéis ni papa de cómo hablamos los asturianos, por qué no optasteis por dejarlo todo en castellano? Si prácticamente ningún actor es asturiano, ¿para qué el desastre? ¿Por qué no elegisteis un inmigrante vasco, o cántabro, o valenciano, qué sé yo?

Y encima van y lo subtitulan. Para echar a correr. Casi merecía más la pena subtitular algún giro bonaerense que en España perdemos. En fin.

Por cierto, que no sé si estos fantásticos guionistas se han asesorado en el Archivo de Indianos de Asturias (institución dedicada al estudio de la emigración asturiana) acerca de los barcos que llevaron inmigrantes asturianos a América. No soy yo un gran conocedor del tema (lo que pude leer en la Gran Enciclopedia Asturiana y por Internet), pero mucho me extraña que un barco con el pasaje del tipo que sale en la serie llevara a un emigrante asturiano (solo a uno, por lo que se ve). ¿A dónde fue a cogerlo?, ¿a Barcelona?, ¿a Cádiz? Me resulta complicado, sobre todo para un minerín de La Cuenca que daba dos pasos y estaba en los acantilados (otra buenísima, para qué comentar). Los emigrantes asturianos a América en los años 30 ya cogían vapores en El Musel, el puerto de Gijón y, de trasladarse a otros puertos, lo hacían (eso dicen las estadísticas) a Santander, Coruña o Vigo. Que subiera solo un asturiano en alguno de estos puertos, al que fue andando, y que el barco viniera lleno de nazis alemanes, rusos, húngaros, catalanes, italianos y con tripulación francesa, me parece tan fuera de lugar como que subtitulen “bochas” cuando en francés dicen “pétanque”. ¿Alguien que no supiera francés y que no fuera argentino lo entendió?

Acabando ya, en el capítulo de ayer, afortunadamente, el personaje de Ernesto Alterio ya va aprendiendo español y va dejando las meteduras de pata. Pero por si con esto conseguían dejarnos un poco a gusto a los asturianos, los guionistas van y ponen en boca de un personaje protagonista la frase “todos los asturianos son unos mentirosos”. ¿A cuento de qué?

Con amigos como éstos, ¿para qué queremos en Asturias enemigos? No, hombre, no, dejadnos en paz con nuestra crisis y nuestro desastre de indicadores estadísticos, encima no metáis el dedo haciendo ficción que nos deja mal parados. Haber ambientado en otra región, comunidad nacional o lo que sea.

Marcelino Cortina
Oviedo

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