Sábado 29 de mayo. 22:30 horas. Telemadrid. Sucedió lo paranormal.
Los fantasmas resucitaron de sus nichos.
Una decena de famosos rescataron sus tremebundos micrófonos para volver a poner los pelos de punta.
Pensé que se trataba de un programa especial de Iker Jimenez.
Ójala, ¡bienaventurados los desmemoriados!
Una vez más, Electroduende estaba equivocado.
‘Furor’, el Karoke del horror popular y cañí, regresaba a la televisión y sin poder frenarlo.
Sábado 29 de mayo. Telemadrid y otras autonómicas. Media España era partícipe del regreso de los cariacontecidos. Dos mesas: Los chicos y las chicas. Un público: El pijo y mal pagado pero arreglado niñerio gritón. En sus casas, el desechable respetable.
El presentador: Uno que folló en la granja mientras pestañeaba con cara de necesitado. Alonso Caparrós regresó este fin de semana con aquel ‘Furor’ que levantó los sábados de los noventa en Antena 3.
No es el primer caso de retornos a la vida de programas olvidados.
La ruleta de la fortuna, Veredicto, Su media naranja, Grand Prix… Todos añejos, caducos, tardios, aburridos, peremnes y, sin embargo, resucitados.
¿Se han acabado las ídeas en televisión? ¿Tan mala es la que hay ahora que cualquier tiempo pasado nos parece mejor?
Si las teles tiraran del archivo histórico de TVE (más de 50 años de cultura) la cosa cambiaría. No sucede eso. Se cree erroneamente que lo que triunfó antaño, pegará con fuerza ahora. (Ñoooockckckckckck) Minipunto para la competencia.
El único mérito que tiene el nuevo ‘Furor’ es haber rescatado a Alonso Caparos de las largas filas del INEM.
En el programa del sábado, ver a Cristina Tárrega, Rocío Madrid, Paola Dominguín o el nuevo chico para todo, el mis España Pablo Martín, haciendo el ganso no es divertido. Está trasnochado. Es aburrido. La nueva corriente audiovisual tiene nombre: la telefantasma.
Develamos el misterio. La utilidad del formato: Cubran la caja tonta con las sábanas de su cama, que ya no son necesarias, y echénse a dormir a pierna suelta.
¡Ay que calor! (Telecinco 1991)
