Juicio a la mirada de Txapote

«Si yo supiese explicar la naturaleza de aquella mirada, intercambiada como a través de la pared de vidrio de un acuario entre dos seres que viven en medios diferentes, habría explicado también la esencia de la gran locura». (Primo Levi)

Tele Madrid dio, en la noche del 22 de junio, un ejemplo admirable de reportaje televisivo con la emisión de ‘Miguel Ángel Blanco: La hora de la justicia’.
Lo más impactante de dicho trabajo es habernos mostrado con increíble claridad lo que ocurrió en la Audiencia Nacional durante las diferentes y desgarradoras sesiones del juicio contra los chacales Txapote y Gallastegi, señor uno y señora otra (por decir algo). Dos alimañas, impasibles, burlonas, chulescas, inhumanas. Viendo las certeras imágenes de Telemadrid, se entienden mejor las palabras del ministerio fiscal, que dijo no “entender humanamente” la impasibilidad de semejantes personajes.

El admirable reportaje de Telemadrid ha sido inteligente al no subrayar el tono trágico que podría pedir un suceso histórico como el vil asesinato contra el joven Miguel Ángel Blanco. Su documento es desnudo, prácticamente despojado de trucos, seco, claro, admirablemente periodístico, como lo podría ser un buen reportaje sobre los juicios de Núremberg a los nazis.

Como bien dijo José María Calleja en Telemadrid, “mucha gente se estrenó como ciudadano” con esta atroz página de las muchas que llevan archivadas los etarras. El PNV y EA se asustaron como nunca por lo que podría pasar (hubo un claro conato de insurrección popular) ante la reacción social al ver horrorizada lo que habían hecho los “patriotas equivocados”.

El trabajo de Telemadrid tiene su mayor valor en sus brutales imágenes, captadas en la Audiencia Nacional, llegando mucho más lejos que los informativos y mezcladas con las aun más brutales imágenes de aquellos días aciagos de la muerte de Blanco. Entre ellas la fachada del hospital Nuestra señora de Aranzazu o las manifestaciones donde se gritaba desesperadamente “Hijos de puta”, “HB a la calle” o “Sin pistolas no hay cojones” e imágenes como las radiografías del cerebro muerto del asesinado.

El gran momento de ‘Miguel Ángel Blanco: La hora de la justicia’, dirigido por José Antonio Ovier, es el que nos muestra la actuación de los chacales en el juicio. El resumen es un caldo amargo de cobardes cómplices de los que dispararon, de los fanatizados amigos de los asesinos y ya, por fin, de los propios (siempre “presuntos”, respetemos las leyes) asesinos. Txapote (¡qué mirada!) y su compañera sentimental Gaztelu (¡qué sonrisa!) muestran su desprecio, su autismo moral, su deleznable vileza, su nada disimulada burla a la familia de ese pobre hombre, y no digamos ya al tribunal que los juzgaba. Las últimas palabras de Txapote, mientras sus familiares SE REÍAN de la familia Blanco, no fueron, ni mucho menos, de perdón. Fue el último aullido, de pie, erguido, chulo, de una alimaña: “Jo ta ke”, que en euskera significa algo así como “dale duro”.

Han pasado casi 10 años del asesinato, presuntamente ejecutado de rodillas, de Blanco, el día en el que DEFINITIVAMENTE murió ETA socialmente. Ahora, tras ver imágenes tan ajenas a la propaganda, sólo nos vienen las oscuras dudas. Marlaska ha detenido a más etarras, entre ellos a “intelectuales” del entorno terrorista, que seguían, a pesar de la “paz”, con la extorsión.
Ya que tiene que ver con su oficio, el de las imágenes, hubiese sido fabuloso que las “Rosas Blancas por la Paz” hubiesen visto este documento antes de darle un premio a la abogada Ione Goirizelaia, fabuloso que el entorno de ZP hubiese visto este trabajo antes de pretender “mirarles a los ojos”.

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