Siente mi amigo Juan Carlos Ortega que «está un poco cansado – bastante en realidad – de programas agresivos, de espacios donde se destapan escándalos y demás miserias…»
Ortega, surrealista y absurdo pero a la vez tan cotidiano y trascendental, regresa a Cuatro con un nuevo programa de televisión. Finalmente ha encontrado su hueco. Tan necesario.
Juan Carlos llegó a Cuatro en sus inicios y casi por inercia. No cambió de plató, continúo fiel a Gestmusic y siempre consecuente a su registro. Pero el público de la tarde no le ha sabido mimar como Sardá lo hacía cada noche.
Es un tío de tele y también de radio pero siempre autónomo. Necesitaba un espacio propio para desarrollar su humor y lo ha conseguido.
Me entristecía que sus aisladas colaboraciones quedaran en Channel nº 4 marginadas, como encasquetadas por contrato. El programa que presentan Boris y Ana es de lo mejorcito de la tarde, pero les ha entrado la alergia de “corazonar” los contenidos para elevar su audiencia.
¿Qué pinta un abducido, alejado de la onda pastelera y pastiche, en el consabido puzzle televisivo? Nada.
No sé si el maestro seguirá colaborando en el programa de tarde pero el equipo de su nuevo programa ya ha enviado una nota explicando la filosofía de su particular espacio:
“Tendrá una hora de duración y desea ser un homenaje sincero, a la vez que humorístico, a alguna persona cuya trayectoria profesional haya dejado huella en nuestro país…”
Y continúa: “No podemos invitar a nuestra casa a una persona para tratarla mal”
Todo un modelo a seguir que, aún sin verlo, promete. ¿Creían que en la televisión estaba todo perdido, verdad? Yo también. Pues resulta que no. Llegará el rey, Juan Carlos Ortega, y nos lo desmontará todo. Una vez más.
