No acudía desde 2003, cuando ella y Madonna se dieron el beso lésbico más visto de la historia de la televisión. Su reaparición en los Premios MTV de este año, celebrados en un casino de Las Vegas, fue un rumor hasta los últimos días, cuando se confirmó su aparición. Pero Britney Spears fue un desastre, casi de vergüenza ajena.
Vestida con un biquini negro con purpurina incrustada y unas botas altas, sus labios no eran capaces de coincidir con el play back. No sabía dónde mirar. No se sentía cómoda en los altísimos tacones. Su tipo no era el más adecuado para lucir un sucedáneo de ropa interior; de hecho, le sobresalía tripita por encima del mínimo short. Iba perdiendo las uñas postizas en directo. Y a punto estuvo de besar el suelo tres veces. Tras cuatro minutos masacrando su nuevo single, Gimme more (Dame más), nadie se sentía con ganas de un bis.
Las revistas del corazón y los programas rosas norteamericanos ya la están crucificando. Y esta vez con razón.