¡Lo sabía! Epi y Blas de Barrio Sésamo eran más gays que las amapolas

Hace unos días un amigo me trajo de EEUU las dos primeras temporadas de Sesame Street (Barrio Sésamo) recién editadas en DVD. Las compró en el área de ‘Adultos’ de una tienda de Manhattan. La carátula advierte: «El contenido es para mayores y podría no ser apto para los niños de preescolar de hoy». Le puse los discos a mi sobrino pequeño para que los visionara.

En el primer episodio de Barrio Sésamo del DVD –se emitió por primera vez en noviembre de 1969–, una niña se hace amiga de un desconocido que la invita a su casa a comer leche con galletas.

¿A casa de un desconocido? ¿Una niña sóla? Humm… eso hoy podría interpretarse como una incitación a la pederastia, digo yo que habrán pensando los responsables de haberle colocado dos rombos a Barrio Sésamo.

También hay una escena en la que Epi le pide a Blas que le pase el jabón mientras está en la ducha.

¿Jabón? ¿En la ducha? Uy, uy, uy… ¡lo sabía! Siempre sospeché que Epi y Blas perdían aceite a litros.

Y mientras, mi sobrino, partiéndose el culo y disfrutando de Barrio Sésamo sin percatarse de las comeduras de tarro de los adultos.

«Hay modelos de comportamiento de entonces que hoy no son aceptables»

La productora ejecutiva del programa, Carol-Lynn Parente, aceptaba hace días en una entrevista en The New York Times que «hay modelos de comportamiento de entonces que hoy no son aceptables». De hecho, ya en 2005, se obligó a Triki, el monstruo de las galletas, a variar su dieta y alimentarse de zanahorias, como punto de partida para combatir la obesidad infantil.

Los chistes sobre supuestos mensajes ocultos abundan: Espinete se paseaba desnudo por el barrio y a nadie parecía importarle, por ejemplo. Más enrevesados son los que se preguntan a qué se debía la alegría del risueño Chema que aparecía impregnado de un polvo blanco a pesar de que en su panadería nunca había una sola barra de pan, y menos aún enharinada.

La última en el punto de mira de los censores estadounidenses es la gallina Caponata, en especial su mirada perdida fruto del consumo de marihuana.

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