En los últimos días, la pregunta que más ha tenido que aguantar el máximo responsable de Telecinco ha sido: «Paolo, ¿por qué te has cargado a ‘el tomate’?». Y la respuesta de Vasile, al menos en público, siempre ha sido la misma: «El motivo por el que he cerrado el Tomate es el mismo por el que lo he mantenido: las cifras de audiencia. El público es quien manda». ¡Y un tomate, Vasile! Eso no te lo crees ni tú.
Casado y con tres hijos, Paolo Vasile nació en Roma en 1953 y, tras unos años trabajando en el cine, creó una productora de televisión, Mediaset. Este año cumplirá diez años al frente de Telecinco como consejero delegado.
El Mundo publicó este fin de semana una entrevista con Vasile en la que utiliza la técnica de las medias verdades, junto con algunas ‘bolas’, todo ello trufado con algunas exageraciones. Los periodistas siempren buscan respuestas meridianas, como un ‘sí’ o un ‘no’ a si el Rey cerró el tomate. Pero qué mejor respuesta que la siguiente:
P.- ¿Llamó el Rey Juan Carlos a Berlusconi para quejarse?
R.- Sí. Se han quejado de Dios para abajo.
P.- ¿Y le hizo caso?
R.- No. A mí no me gusta hablar de terceros, naturalmente que le habrá escuchado, pero el Rey no tenía motivos para quejarse. Una cosa es el derecho a quejarse y otra que haya motivos.
P.- ¿Entonces no ha sido el Rey quién acabó con El Tomate?
R.- No, en absoluto. Por favor…
Pero lo mejor es cuando el italiano abre su corazón a la entrevistadora revelando su carácter y su ética:
«Mire, yo soy romano, soy escéptico. Los romanos hemos dominado, hemos sido dominados, todo es extremadamente provisional. Así que muy bien por lo de la Fórmula 1, pero también he elegido muchas cosas que no han funcionado. No hay que creerse nada. Lo importante es gestionar bien las cosas que van bien y liberarse rápidamente de las cosas que van mal.»
«Las cifras de audiencia son la ética. Respeto muchísimo la libertad de expresión y la libertad de escuchar. Cuando la gente elige un programa, ésa es mi ética. A mí no me ha mandado nadie para salvar al género humano. El único mandamiento que tengo son las curvas diarias.»
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