Tercera entrega propia del Dios del Trueno versión marvelita.
Una entrega que viene a rebufo del éxito del personaje dentro del infalible combo Vengadores, y que intenta reflotar, cambiando de orientación estilística, su propia franquicia en solitario. Después de dos «capítulos» anteriores en la que se jugaba con la épica de la mitología nórdica y la presencia de Thor en la Tierra, ahora, con esta renovada continuación se apuesta por la aventura cósmica más desaforada.
Complicar la existencia, ya bastante atribulada por su misma condición, del hijo de Odín parece haberse convertido en la principal baza de unos sádicos guionistas para crear un hilo conductor potente para sus trabajos.
En esta ocasión Thor (Chris Hemsworth) es apresado en el otro lado del Universo donde se ve maniatado para ayudar a su Asgard natal.
La «patria chica» del rubio superhéroe se ve amenazada por Ragnarok, el equivalente nórdico del Apocalipsis cristiano, que viene propiciado por la siniestra Hela (Cate Blanchett).
En su camino de regreso une sus fuerzas con un desubicado Hulk (Mark Ruffalo), un reciclado Loki (Tom Hiddleston) y una hercúlea Valquiria (Tessa Thompson).
Si en «Thor» (2011) Marvel confió en el británico Kenneth Branagh para dar un tono shakesperiano al film y en «Thor: El mundo oscuro» (2013) la confianza paso a manos de Alan Taylor para convertir la película en un remedo de «Juego de Tronos»; ahora el testigo lo recoge el neozelandés Taika Waititi que nos lega una comedia alocada, desvergonzada, llena de colores y que tiene como referente más que evidente la esencia de «Guardianes de la galaxia» (2014) y continuación.
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