El chico que pasó de sufrir acoso por ser gordo a competir por ser el hombre más fuerte del mundo

Cheick Ahmed al-Hassan Sanou siempre tenía sobrepeso, pero no sabía lo fuerte que era hasta que lanzó por los aires a uno de sus atormentadores.

Este es la historia de cómo un adolescente que sufría bullying se convirtió en un serio contendor para convertirse en el Hombre Más Fuerte del Mundo.

Si tienes 16 años, pesas 122 kilos, mides 1,90 centímetros y te jactas de un pecho de 122 centímetros, lo más probable es que te destaques, y Cheick sí que lo hizo.

Nacido en Burkina Faso en 1992, Biby, como le llaman cariñosamente, a los 5 años notó que era diferente a sus hermanos debido a su peso, y que eso era un problema.

«Mi madre dijo que yo era grande de nacimiento, pesando casi 5 kilos y respirando con dificultad, no como un bebé», sonríe mientras recuerda su niñez.


«Mi cuerpo se tambaleaba»

Cheick siempre estuvo interesado en los deportes y fue un entusiasta voluntario en la escuela.

«Quería ser un velocista, tenía un cierta velocidad a pesar de ser grande», le dijo a la BBC.

«Pero cada vez que corría y mi cuerpo se tambaleaba, los chicos en la escuela se reían mucho y me señalaban llamándome ‘niño gordo’. Era como un entretenimiento para ellos así que lo dejé, pero nunca dejé de querer ser un atleta».

También le llamó la atención la gimnasia, pero con cada acrobacia que hacía, el sonido de su cuerpo golpeando las esteras acolchadas generaba reacciones exageradas y burlas por su cuerpo, con lo cual esta disciplina también quedaba descartada.

«Nunca más volvió a molestarme»

A los 9, se había acostumbrado que se burlaran de él y lo molestaran.

«Me odiaba por ser quien era. Era el menor de la clase pero me veía cuatro años mayor que todos los demás, incluyendo a mis hermanos mayores».

Soportó el abuso sin confrontación hasta su adolescencia, cuando descubrió lo fuerte que era, para sorpresa de un niño mayor que lo había estado provocando.

«Estaba frustrado. Le dije ‘déjame en paz’ y lo empujé, pero el voló por el salón. El estaba en shock. Yo también, pero ese día supe que tenía algo de poder, él nunca volvió a molestarme».

Aún así, todavía estaba harto. Así que cuando su hermano viajó a Canadá en 2007, le rogó que le enviará una máquina para adelgazar que había visto en un aviso de revista, el cual prometía desaparecer la grasa del estómago.

Pero como su hermano no logró encontrar el aparato, Cheick siguió desesperado por perder peso.

La ruta más convencional para perder peso, dijo, carecía de atractivo.

«Intenté comiendo lechuga y banana y esas cosas, pero no funcionó, así que seguí comiendo la comida normal burkinés: arroz, sopa de mantequilla de maní y muchos carbohidratos. Eso era lo que todos los demás comían, pero no estaban gordos».

Fuente original: BBC Mundo/Leer más

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