Al final, los protagonistas se besaron al final de la película. A Sara Carbonero le acusaron de «distraer» a La Roja. Le echaron la culpa a la reportera del primer fracaso de la selección. Se enfrentó a una fama mundial. A una presión asfixiante. Todo ha terminado. España ha ganado y podremos decir, a riesgo de ser cursis, que el amor ha sobrevivido.
Sara Carbonero, en su papel de reportera deportiva de Telecinco, se acercó a su novio, el capitán español Iker Casillas, para preguntarle qué sentía tras la victoria histórica de nuestro país.
Iker Casillas: «¿Qué quieres que te diga?»
Sara Carbonero: «No sé, ¿Que me digas cómo estas, cómo te encuentras?
Iker Casillas: «Estoy muy feliz, muy contento, súper alegre Nos lo hemos merecido de principio a fin (… )»
El portero no paraba de mirar a su novia. Los gestos de él, la caída de ojos de ella y el silencio, sacaron a la luz la tensión entre ambos.
S.C.: «No pasa nada, vamos a hablar un poquito del partido y luego hablamos de esto…»
Y ya no pudo decir nada más. La presión mediatica, las cámaras, el pudor o el qué dirán ya no importaban. Habían ganado. Iker besó a una Sara desconcertada que luchaba por ser profesional, que al irse su novio, bajó la cabeza y le dio paso a J.J. Santos, el jefe de deportes de T5.
Gracias a La Roja que ha unido a todo un pueblo. Gracias a esta pareja por hacernos creer que todo está relacionado con el amor. Habrá los que les acusen de exhibicionistas, de poco profesionales, de tener un «calentón» post-victoria o de eclipsar un momento histórico. Da igual, Sara e Iker: Le habéis dado una dimensión al fútbol más humana, más feliz, si cabe. A disfrutadlo.