‘El Barco’ ofrece lo que se esperaba de ella. Esto tiene dos lecturas. La gran apuesta de ficción de Antena 3 de los lunes ha comenzado con un capítulo casi redondo, cuajado de adolescentes, amoríos, gratuitas escenas de vestuario, niñas huérfanas y misterio. ¿Hablamos de ‘El Interando’ pero en alta mar?.
POR FIN LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO
La premisa de ‘El Barco’ obligaba a pararse ante el televisor para creérsela. ¿Que una serie española iba a abordar el fin de la Humanidad? ¿Que iba a haber efectos especiales y gran espectáculo? El lunes 17 de enero de 2011, respiramos tranquilos. Globomedia ha vuelto a dar un pasito más en la ficción patria.
El ‘Estrella Polar’ es un buque escuela que se dispone a zarpar desde el puerto de Valencia cargado de adolescentes estereotipados y guapos, eso se da por hecho, mientras su capitán (Juanjo Artero, el que fue uno de los niños de ‘Verano Azul’) llora la muerte de su esposa en los hombros de sus dos hijas (Blanca Suárez y la niña Patricia Arbues).
Cómo suele suceder en la series corales –aquí hay bastantes protagonistas pero no saturación de tramas– los personajes secundarios son los más jugosos. Entre la tripulación juvenil hay un cura (‘marciana’ pero perfecta elección ya que hablamos del Apocalípsis), un minusválido de camino a la auto-aceptación y una muchacha mal hablada que resulta estar encinta.
El resto de caracteres no guardan novedades. Mario Casas interpreta a Ulises (¡!), el polizón ‘malote’ (calco de todos los papeles que le dan al actor) cuyo padre secreto es el primer oficial del barco: De la Cuadra, un hombre rudo y leal. También tenemos al malo de turno, el colombiano Juan Pablo Shuck, y a una científica que parece sacada del catálogo Bond, Irene Montalá.
Una vez a bordo y tras pasar por diferentes conflictos personales, la tropa se enfrenta a una tormenta de aspecto mitológico que esconde una desesperada verdad: el barco es el último vestigio de la humanidad. El mundo ya no existe. Boquiabiertos nos quedaríamos si no hubiesen adelantado la sorpresa en las promos.
¿’EL INTERNADO 2′?
En cinco minutos ya se nos presenta a todos los personajes y sus tramas. Al cuarto de hora ya hay alguna sorpresa y algún que otro desnudo. Asistimos a un segundo acto correcto y damos paso a un desenlace de acción aunque menos espectacular de lo esperado. En resumen, un piloto digno de escuela de guión.
La tormenta final está narrada desde la sugerencia por aquello de ahorrar gastos. No es que los efectos especiales sean una maravilla pero se soportan. Vemos la acción y el rescate a través de la óptica personal de los que están en el interior.
La excusa para provocar la tragedia global es difícil de creer (tiene que ver con el acelerador de partículas, ahí es nada) y se cuenta de forma aparatosa. Pero qué más da. Es un relato de aventuras que se puede permitir algunas licencias.
¿Es un remake de ‘El internado’? Puede recordar. ‘El Barco’ es hijo de Globomedia y eso se nota. Es un recital de los grandes tópicos de la casa. A saber: gente guapa, niñas traviesas, desnudos gratuitos, descarado clasismo donde la ‘plebe’ la componen graciosetes sin educación y la eterna broma del «chico malo enamora a la chica buena».
Y AHORA ¿QUÉ?
‘El Barco’ funciona por ser una apuesta cañí por la ciencia ficción, por unos actores competentes, por unos personajes amables. ¿Es una serie demasiado blanca? Sí. ¿Nos cuenta lo mismo de siempre? Sí, ¿y?. Es un producto destinado a la masa y no se avergüenza de serlo. Conoce sus referencias. Esto no es ‘The Walking Dead’ ni lo pretende.