En una época en la que el respetable sólo quiere olvidarse de la dichosa crisis, hacer una serie sobre un grupo de parados puede ser tanto un acto de valentía o un suicidio, según se mire. Antena3 nos ha regalado ‘Con el culo al aire’, un producto indefinido, amable pero que toma el atajo más fácil para abordar el tema. Por ahora, el público la ha recibido con los brazos abiertos (un 21,9%).
Con una introducción a lo ‘Trainspotting’, obra y gracia de Paco Tous (que no llega a librarse de ‘Los hombres de Paco’), ‘Con el culo al aire’ deja muy claras sus intenciones desde el principio: Lo que vamos a ver es una serie familiar. El problema es el de siempre: El conservadurismo que esto implica.
No existe una identificación del tono en la serie. Hay pinceladas de crítica social pero que no dejan de ser lugares comunes, hay humor en forma de chascarrillos que pocas veces funcionan y drama colocado a ‘pegote’ hacia el final del capítulo.
Se nota que los padres de ‘Con el culo al aire’ son los mismos que de ‘Aquí no hay quien viva’. Volvemos a ver una comunidad de vecinos excepcional cuajada de toda clase de estereotipos sociales: Desde los pijos venidos a menos, hasta jubilados cotillas, pasando por borrachas, chonis y adolescentes ‘salidas’. La diferencia es que ahora, la acción transcurre en un camping, una suerte de refugio para perdedores laborales que viven de las rentas que les dejó el mundo pre-crisis.
En esta vida uno no puede hacer una tortilla sin romper los huevos. Si vas a hablar del paro y pretendes no espantar a la audiencia, lánzate hacia el humor. Pero lánzate de verdad, sin remilgos. Los responsables de ‘Con el culo al aire’ parecen obsesionados por caer bien. Han creado a un grupo de supervivientes, de ladrones, de caraduras que se pasan el día justificando sus acciones como diciéndole al espectador: «Eh, oye, seré chungo pero tengo un gran corazón, no vaya a ser que me juzgues y te pases a ver ‘La Fuga’ a Telecinco’.
El gran handicap de la serie es su falta de naturalidad. Desde un camping de Ikea -ya les gustaría a algunos vivir en esos bungalows- hasta unos diálogos que insisten en ‘una frase, un chiste’ pasando por un montaje perezoso que no cumple la máxima de la comedia: La rapidez.
‘Con el culo al aire’ es el enésimo homenaje a la España del Lazarillo de Tormes, al pícaro ‘campechano’ y bonachón’. Es el hijo tardío de ‘Los ladrones van a la oficina’, ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘Truhanes’ pero educado en un colegio pijo.
Aquí no hay mala leche si no un desencuentro entre lo que de verdad tenía que haber sido (una caracajada contra un sistema que nos ahoga) y lo que ha terminado siendo (un entretenimiento que no le hace daño a nadie). Es una lástima pero puede mejorar. Primero, porque la idea es muy buena y los personajes, en su mayoría, también. Segundo porque el casting es solvente y reconocible.
Pero no todo es malo en ‘Con el culo al aire’. De hecho, el episodio se ve de un tirón y hay momentos para recordar como la resolución de la escena en el restaurante, cuando Ángel (genial Raúl Arévalo) descubre que su ex novia está embarazada de otro, o como cuando Paco Tous le enseña a su hija filipina el regalo que le va a hacer por su cumpleaños.
Otro punto a favor del evento son algunos de sus intérpretes. Destacamos a una bellísima -aunque encorsetada- María León, a una Toni Acosta en lo más alto de su carrera y a una Carmen Ruiz que, aunque sobreactuada, funciona.
‘Con el culo al aire’, parece ser que sí ha convencido al gran público (algo que no es ilógico, es un producto hecho para triunfar) y el miércoles 1 de febrero de 2012 se hizo con un 21,9% de cuota de pantalla. En fin, que los de Antena3 deben de estar contentos. Y yo también, que he conseguido no hacer un chiste fácil con el nombre de la serie. Y eso que era tentador.