Bisexual, cateta, arrogante, manipuladora y manipulada. Así se retrata a Isabel Pantoja en ‘Mi Gitana’, TV-movie que T5 estrenó el 5 de marzo de 2012 y que representa todo lo que deberían ser los biopic, a saber: valiente, desvergonzado, perverso, paródico, tronchante y capaz de convertirse en Trending Topic mundial.
CÓMO HACER UN BIOPIC PERFECTO
Hay tres formas de hacer una tv-movie basada en hechos reales, o lo que viene a ser lo mismo, en la vida de personajes célebres.
La primera es aburrir al personal con un listín interminable de nombres y sucesos, olvidarse del montaje y de la progresión dramática, poner a cuatro actores de segunda disfrazados e intentar hacernos creer que la Casa de Campo es un enclave de las islas griegas. En este apartado, podemos destacar productos patrios como ‘Marisol’, ‘Tita. Cervera: La Baronesa’, Alfonso, el príncipe maldito’, ‘Paquirri’, ‘Alfonso, el príncipe maldito’ (todas de T5) o ‘Raphael’, ‘Adolfo Suarez’, ‘Hoy quiero confesar’ (A3) o Clara Campoamor (TVE).
La segunda manera es la más rara y apreciada: cuando se echa mano de un buen equipo de producción, de grandes actores, directores y guionistas y, sobre todo, cuando se tiene muy claro lo que se quiere contar. De esta, destacamos,’23-F: El día más difícil del Rey’, ‘El ángel de Budapest’ (La 1), ‘Sofía’ (A3) y, sobre todo, ‘La Duquesa’ ese retrato inmejorable sobre la matriarca de la Casa de Alba que T5 dividió en dos partes.
Y luego nos encontramos con la manera absurda. Con el esperpento. Aquí es cuando se da rienda suelta a la locura y la ficción, propiamente dicha, se come a los hechos verídicos. El ejemplo más claro es aquella desfiguración tan aterradora como adorable llamada ‘Felipe y Letizia (T5).
‘Mi gitana’, el acercamiento made in ‘Sálvame’ sobre la figura de Isabel Pantoja -que T5 estrenó su primera parte el 5 de marzo de 2012- podría emparejarse con el último bloque. Es un producto mediocre, mal realizado, torpe y sobreactuado pero todo esto, en ningún caso, es un handicap para su goce y disfrute.
DECLARACIÓN DE INTENCIONES
‘Mi gitana’ es sólo recomendable para entendidos en el tema. Cualquier profano del mundo del corazón corre el riesgo de no enterarse de nada. Porque es que aquí no interesan ni los preliminares ni la presentación de personajes. El guión está dirigido para satisfacer las mentes más retorcidas y cotillas, centrándose, pues, en la carrera de la Pantoja como esperpento y diana nacional.
La acción comienza con una Maribel -para los amigos- de regreso del luto por la muerte de Paquirri. Tras su exitoso ‘Marinero de luces’, la viuda de España no da pie con bola y es objeto de sádicos ataques por parte de la, por entonces, locutora de radio más influyente de nuestro país, Encarna Sánchez.
La trama del primer capítulo se recrea en la relación sentimental (¿hay que decir supuesta?) entre la tonadillera y la periodista. Un drama lésbico basado en las malas pulgas de la segunda y la ambición de la primera. Y todo ello, enmarcado por la España de los casinos, las lentejuelas, lo pisos patera para turistas, la especulación inmobiliaria, la codicia, el pescaíto frito y la idiosincrasia.
REÍR Y NO PARAR
La Pantoja está cabreada. Este es el titular. Ella se lo ha buscado. Este es el subtítulo. Recordemos que una de las condiciones para firmar por T5 -en junio de 2011- era que no se emitiese, precisamente, ‘Mi gitana’, pero tras romper su contrato de exclusividad al llamar a Antena3 para quejarse de que hablaban de ella, los de Mediaset le perdonaron los 2 millones de euros de la multa a cambio de poder emitir la controvertida tele movie.
¿Tiene razones la Pantoja para poner su potente grito en el cielo? Pregunta peliaguda. Y es que el producto está hecho desde la mala leche más venenosa y sádica aunque, eso sí, posee un sentido del humor y una ironía que yo no había visto ni en los mejores sketches de ‘Muchachada Nui’.
Enumerar los momentos más hilarantes y marcianos de ‘Mi Gitana’ provoca auténtica ansiedad. Son tantos y tan divertidos.
El primero es un error histórico; en la presentación de Paquirrín -hijo de la protagonista- como niño de pocos años le vemos en la cocina negándose a ¡comer! Genial.
Quizá, la línea más grotesca de todas es aquella en la que la madre de la artista -con una Fanny de Castro clavadita a la Macu de ‘Aída’- le recomienda a la Panto que no se ponga un vestido verde porque «El verde resalta el vello». Pero cómo se puede ser tan viperino. Y para quien no entienda el chiste, que se meta en Google y busque un primer plano de la artista.
Pero luego hay otras grandes perlas, como cuando Pantoja, sentada ante la tele, está viendo el mítico sketch de Martes y trece sobre Encarna Sánchez y como esta, al verlo, se indigna y le grita a su amante:
¡No veas a esos dos maricones! ¡Qué asco de España!
O cuando, no se sabe porqué, Encarna cambia de voz con el cáncer y se transforma en una suerte de Golum gritón y borde con pañuelo. O aquella secuencia en la que la pareja, en chándal, está supervisando las obras de la que va a ser su mansión junto a un descamisado y lleno de cadenas de oro, Jesús Gil.
Dicho esto, Pantoja debería estar contenta. Sí. Primero porque da igual si el retrato es infiel o no. Ella, tan diva, distante y estirada debería demostrar que tiene sentido del humor y lo que tendría que hacer es reírse sin parar de lo que otros han hecho con su vida.
Y segundo, ‘Mi Gitana’ es, sin duda, el mejor rendimiento que ha tenido la tonadillera en T5 desde que firmó el contrato. Poder ver tal esperpento bien vale el millón de euros que se ha embolsado nuestra amiga Maribel.
LA ESPAÑA QUE FUE
Pero tras el surrealismo y el ridículo, en ‘Mi gitana’ hay un trasfondo más profundo para quien lo quiera ver (o sea para mí, que soy un intenso) Y es que la serie puede llegar a ser hasta nostálgica. El retrato que hace de la España de la corrupción suena a fiel.
Si recordamos aquellas imágenes de esos políticos y artistas paseándose por las calles de Marbella como si fueran estrellas de la edad dorada de Hollywood nos damos cuenta, ahora, de que no eran más que una panda de catetos condenados por el poder. Un grupo de nuevos ricos cegados por la avaricia que no tuvieron pudor alguno en estafar y timar a una España permisiva que ahora está devastada.
Y la Pantoja retratada por T5 es la representación de toda aquella extravagancia, de aquel quiero y no puedo. Un personaje inculto y con talento que no hacía más que sobrevivir a base de mirar a los demás por encima del hombro. Yo, de momento, deseando estoy por ver el desenlace de la serie y los comentarios de Mila Ximénez en ‘Sálvame’.