El 12 de marzo de 2012 T5 emitió la segunda parte de ‘Mi Gitana’, biopic malintencionado sobre Isabel Pantoja que nos regaló más morbo, frases para pasar a la historia, escenas casi porno, corrupción, valentía y muchas preguntas sin resolver. Fue un éxito de audiencia (20,4% de share) y lo mejor es que aún queda un capítulo más ¡Bien!
¿Por qué en la serie, ‘Paquirrín’ pesa como 50 kilos menos? ¿Por qué la Pantoja en una escena tiene acento y en otra no? ¿Qué necesidad había de ver a Jesús Gil limándose los callos de los pies, por muy ficticio que fuese todo? ¿Qué pintaba Luis Rollán en el debate posterior a la serie si no supo defender a su amiga Maribel y se pasó toda la noche mirando el móvil sin abrir la boca? ¿Cómo vamos a poder dormir tras ver la secuencia de sexo duro entre la Panto y Julián Muñoz cuando, inevitablemente, nos imaginamos a los personajes reales en las mismas circunstancias? Tantas preguntas y tan pocas respuestas para la que, ya es, una de las sensaciones televisivas de la temporada.
Y si el lunes 5 de marzo de 2012 no dábamos crédito con lo que estábamos viendo, una semana después seguimos con la boca abierta. El primer capítulo de ‘Mi Gitana’ resultó ser una comedia involuntaria y viperina que se centraba en los comienzos de la Panto como personaje de la prensa rosa (algo que la eclipsa como artista) y su relación con la fallecida locutora Encarna Sánchez.
Y si en la primera entrega descubríamos una parcela semidesconocida de la vida y milagros de la tonadillera, en el capítulo dos el placer reside en el morbo por reinterpretar lo que ya sabemos.
Y es que quién no se sepa de memoria los entresijos del comienzo, apogeo y declive de la relación Pantoja-Julián Muñoz es que o bien no ha vivido en España en los últimos 10 años o pertenece al exclusivo club de los que sólo ven los documentales de La2. Pero, por muy trillada que esté, la retrospectiva que hace ‘Mi Gitana’ de esa historia culebronesca de intrigas, cuernos, malversación de fondos, traiciones, ostentación y batas de cola es, por lo menos, peculiar. Peculiar y certera.
Porque es que, por muy friki que pueda parecer la ficción, yo la compro. Me creo que la historia fuese así. No tanto los detalles si no por las formas. La serie presta atención a detalles de lo más cañí que resultan coherentes. Hay que creerse que Jesús Gil hablase de corrupción en slip, descamisado y recibiendo un masaje en los pies. Tampoco sería tan raro que hubiese existido esa surrealista conversación entre los protagonistas cuando la tonadillera le pide a su amante que salga de ‘Cantora’ tapado con una manta.
‘Mi Gitana’ parte dos acierta a la hora de centrar su protagonismo en el drama y en la figura de Mayte Zaldivar (la esposa) como mujer cornuda, despechada y enloquecida. Julián Muñoz, sin embargo, queda de tonto, ruin, mentiroso, torpe y paleto, sólo preocupado por la ostentación de la riqueza y el poder. Y la gran estrella de la función, la Panto, es interpretada como una manipuladora ignorante que no hace preguntas cuando el alcalde marbellí le promete el oro y el moro.
Pero eso sí, la historia no deja dudar a dudas de que aquello, por turbio que fuese, era amor. Maribel debe de respirar tranquila, aunque quede como una devoradora de hombres (algo que tampoco ha de ser malo).
Y aunque hay más drama aquí que en los escarceos de la cantante con Encarna, del lunes 12 de marzo de 2012, sólo podemos recordar una frase. La que le dice Julián Muñoz a su amante antes del señor polvo que se marcan:
Quiero que seas mi gitana, mi mujer, mi alcaldesa.
Grande, grande y grande. Y aún queda lo mejor: el capítulo 3 que veremos en una semana en la que la trama se dispara, la corrupción sale a la luz y los protas se separan. Qué ganas.
Pero la noche especial sobre la viuda de Paquirri tenía otra sorpresa en la retaguardia. En el debate posterior a la emisión del capítulo apareció la propia Mayte Zádivar a la que habían torturado obligándola a ver la serie íntegra y la mujer, más sobreactuada que la actriz que la interpreta, rompió a llorar y dijo:
¡No puedo ver más sexo!
Nosotros tampoco.