'Todo el mundo es bueno', mediocre y condenado al fracaso

Un florero llamado Pilar Rubio y un Corbacho sin gracia mezclados en un circo de frikis

En su estreno el programa consigue un frío 11% de share

Un florero llamado Pilar Rubio y un Corbacho sin gracia mezclados en un circo de frikis

Ahora, para ser ‘guays’ hay que defender a Pilar Rubio puesto que todo el mundo la machaca pero nos lo ponen difícil. Sobre todo tras ver el estreno de ‘Todo el mundo es bueno’ (T5). Eso sí, ella es el menor de los problemas de los que adolece el concurso.

Que quede claro que culpar a Pilar Rubio (o a cualquier otro presentador) por el fracaso de un programa es igual que cuando se señaló a Sara Carbonero de provocar el fracaso de la Roja al comienzo del Mundial del 2010. Ni la una ni la otra tienen tanto poder pero es cierto que se necesitan cabezas de turco que expliquen los acontecimientos.

No se puede negar que la figura de Pilar Rubio viene acompañada por los prejuicios, al igual que es indiscutible que muchos de ellos provienen del machismo. La moza está buena, lo que parece ser la excusa perfecta para machacarla. Es triste pero el «guapa, igual a tonta» de toda la vida, no ha cambiado. Desgraciadamente, una mujer de buen ver ha de seguir luchando, con uñas y dientes, para que se la tome en serio. Unas lo consiguen y otras no.

Cuando Pilar Rubio fichó por Paolo Vasile hubo sobrecarga en la red, como les suele pasar a todas las tías buenas que se pasan a T5. La ex de ‘Sé lo que hicísteis…’ estaba en todas partes. Nos la vendieron como una gran estrella y nos lo creímos pero llegó ‘OT2011’ y nos dimos cuenta de la cruda verdad: como presentadora, es mediocre.

No fue culpa de ella que la escuela de cantantes más famosa de la tele se fuese a pique pero no ayudó a que el público se entregase (el presentador del ‘OT’ de TVE, Carlos Lozano, era insufrible y nadie dijo nada). El lunes 25 de junio de 2012, Rubio reapareció en ‘Todo el mundo es bueno’ (T5) y descubrimos el quid de la cuestión: esta mujer es un florero.

Usemos ‘florero’, no como un término despectivo (que no lo es), sino como sinónimo de decoración. No está mal incorporar belleza a un conjunto pero si esa es tu única función, no te esfuerces en hacer otra cosa. Anoche, junto a Corbacho, Pilar Rubio era la perfecta azafata de los años 60. Mostraba curvas, sonreía y seguía el guión (muy malo, por cierto).

Y puede que sea muy injusto concentrar en ella el grueso de este artículo pero, sinceramente, se lo ha buscado. Su imagen pública se ha visto condicionada por su arrogancia, su falta de sentido del humor y por sus ansias de protagonismo. Seguramente, la chica sea un encanto en la intimidad pero lo que nos muestra es otra cosa.

Dejemos de lado a Pilar Rubio (decir que es gafe sería una crueldad en época de paro y no vamos a hacerlo) y hablemos de ‘Todo el mundo es bueno’, un título tan optimista como cruel. Con Corbacho como maestro de ceremonias sádico y (por mucho que se empeñe) poco gracioso, el plató se convierte en un circo romano en el que una panda de frikis va pasando a toda velocidad mientras el público se divierte torturando.

El guión -ya se ha dicho- era un intento de hacer gracia, la escaleta era un sinfín de actuaciones sin intriga alguna (por eso siempre es mejor tener un buen jurado cerca) y el formato ya se ha visto mil veces. ¿Por qué T5 está empeñada en darnos programas de entretenimiento familiar que no son ni familiares ni entretenidos?

El casting de concursantes era para apagar la tele: desde el tipo que se tragaba monedas y las escupía, al imitador de Julio Iglesias que cantaba peor que su modelo a seguir (que mira que es difícil), pasando por esa niña de voz prodigiosa que cuando hablaba parecía sacada de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ (qué mal rollo que me dió). Todos ellos, perdían su dignidad, ante un público feroz y sin criterio alguno para valorarles.

Y decir que lo mejor de la noche fue la invitación estelar de Paz Padilla es dejar al concurso por los suelos. En Twitter lo machacaron (el mejor comentario que he leído fue el que aseguraba que «si quieres que la crisis acabe, que la presente Pilar Rubio») y la audiencia tampoco respondió.

Tan sólo un 11% de los espectadores se unieron al despropósito. Reconozco que me aburrí tanto que caí en la tentación de ver el programa de Julia Otero en La1 y comprobar, alucinado, que el espíritu de Chabeli Iglesias había poseído el cuerpo de Alejandro Sanz. Será la brisa de Miami, que hace que la gente hable con patatas en la boca.

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Autor

Sergio Espí

Sergio Espí, guionista y crítico de televisión de Periodista Digital, responsable de la sección 3segundos.

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