Aprovechando que el sábado 15 de septiembre de 2012 es el cumpleaños de Doña Letizia Ortiz, su archienemigo, Jaime Peñafiel le ha enviado un mensaje vía email desde ‘Sálvame’ que no ha dejado indiferente a nadie. Una mezcla de ironía y la mala leche más gratuita.
Jaime Peñafiel, el mismo que se vanagloria de ser un periodista reputadísimo (que lo es) dentro de la crónica social y que, diga lo que diga, le cuesta participar en productos como ‘Sálvame’, en realidad sabe muy bien lo que se le pide. Es por ello que, aún con buenas formas, el escritor nunca deja de crear polémica, por muy innecesaria y frívola que sea.
Como ya no sabe de qué manera meterse con Letizia Ortiz y cómo hacerle llegar sus funestos ataques, a Peñafiel se le ocurrió -el pasado 13 de septiembre de 2012- mandarle un mensaje a la Princesa a través de la web de la Familia Real.
La colaboradora de ‘Sálvame’, Lydia Lozano ejerció de secretaria, encargándose de redactar el texto y así, Peñafiel comenzó a dictarle el mensaje de ‘felicitación’ con motivo del 40 cumpleaños de la Princesa de Asturias:
Estimada Letizia:
Lo de estimada no es un eufemismo, sino un sentimiento. El sábado cumples cuarenta años. Pocas mujeres en el mundo entero, han tenido tu suerte: casarse con el príncipe de sus sueños, que ha resultado ser un príncipe de verdad, no como otras.
Lozano se pensó que en vez de «otras» debía de escribir «otros» pero Peñafiel le insistió para que no tocase ni una sílaba. Ante esto, Jorge Javier Vázquez comentó:
Es muy fuerte la carta ¿eh?
Peñafiel se creció entonces y continuó dictándole el texto a la colaboradora:
Me gustaría regalarte un libro sobre tu suegra, la Reina Sofía. Para que aprendas a ser profesional como ella, pero con más suerte. Y que nunca, sobre tí, se pueda escribir un libro sobre ‘La soledad de la Reina’ (en referencia a la biografía de Doña Sofía, escrita por Pilar Eyre).
Este último párrafo levantó cierto revuelo en plató. El resto de colaboradores silbaron y vociferaron, mientras que Lydia Lozano se negó a enviarlo. Daba igual, Peñafiel ya se había quedado a gusto con ese intento, repetitivo e infantil, de amargarle el cumple a la Princesa.