"Pensaba que iban a venir a recibirnos más personas de la tribu y sólo han venido tres."
¡Cómo les echábamos de menos! Por fin han vuelto los Shiwiar, los Suri, los Merino y los Navarro. La segunda temporada de ‘Perdidos en la ciudad’ ya ha llegado y fue uno de los estrenos más emotivos y tronchantes del año.
La temporada pasada nos rendimos ante el humor y el cambio de rumbo de ‘Perdidos en la Tribu 3’. Mientras que en años anteriores, el docu-reality de Cuatro adolecía de cierta arritmia, en 2012, el tono se elevó con una ironía, unos efectos sonoros y un montaje brillante, obra y gracia de los creadores de ese otro fenómeno llamado ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ (también de Cuatro).
En la tercera temporada ‘Perdidos en la Tribu’ conocimos a los Bernhayer, a los Merino, a los San Sebastián y a, más adelante, a los Navarro. Recordemos, que inicialmente, son tres las familias que concursan pero en esta ocasión, y por primera vez, hubo bajas, re-vueltas y suplentes. Los Bernhayer fueron expulsados por los Suri puesto que la matriarca de Marbella, Marie no quiso raparse la cabeza. A su vez, los San Sebastián tiraron la toalla con la tribu de los Tamberma y se les ofreció al clan Bernhayer que les sustituyera pero sin derecho a premio, algo que no les frenó para vivir la aventura. Puesto que estos últimos habían cambiado de tribu, los Suri recibieron a los Navarro, un grupo de sevillanos del que destacaba la gran Chabeli, una joven obsesionada con sus prótesis mamarias.
El 29 de noviembre de 2012, Cuatro estrenó la segunda temporada de ‘Perdidos en la ciudad’, esa especie de continuación de ‘Perdidos en la tribu’ en la que los que antes eran anfitriones ahora son huéspedes. Y como ni los Bernhayer ni los San Sebastián obtuvieron premio en el primer programa, los protagonistas, ahora, son los Navarro y los Merino, que recibieron con los brazos abiertos a unos pocos componentes de las tribus Suri y los Shiwiar respectivamente.
LOS NAVARRO: LÁGRIMAS Y MACHISMO
El primer capítulo fue una apuesta al día de las familias. Empecemos por los Navarro. recordemos que eran cuatro y que cuando les conocimos no les iba muy bien. Isabel, la madre, sentía la misma pasión por su marido que por una figurita de Yadró y el esposo, José, era un ‘happy happy’ de la vida que ya no sabía qué malabares hacer para contentar a su señora. El hijo, Antonio, era un listillo cuya mayor ambición era hacer de rabiar a su hermana, Chabeli, la que se consideraba la más bella del lugar.
La excursión a Etiopía sirvió a la familia Navarro para conocerse mejor unos a otros y para devolver al matrimonio, que vivía aburrido, la chispa del amor y se han ‘reformado’. Chabeli, incansable por conseguir su sueño de tener un cuerpo diez, ha estrenado nariz nueva. Y Antonio se forma para ser un luchador profesional.
Una de las novedades de este año era que un miembro de cada familia española irá a buscar a la tribu con la que convivió meses atrás para ofrecerle ahora visitar nuestro país. José se autoproclamó líder de su clan y se fue a Etiopía ansioso por regresar a los brazos de sus queridos Suri. Lo que no sospechaba es que el reencuentro fuese tan trágico.
El sevillano, lleno de emoción, se vistió de Suri para no desentonar aunque, en el fondo, tenía miedo:
Me asusta llegar allí y que alguno de ellos ya no esté.
Pues dicho y hecho. El jefe de la tribu, Arbula, le comunicó, como el que lee el BOE, que Nga Holé y Olekoro, dos jóvenes Suri con los que la familia hizo muy buenas migas, se habían «ido». «¿Adónde?» le preguntó el español creyendo que tal y como se las gastan éstos, les habían echado del poblado.
Una tribu rival les mató
Contestó el otro. ¡Toma ya! José rompió a llorar desesperado. Lloró por los muertos, por la emoción de reencontrarse con la tribu, por el amanecer, por el calor, por el Betis, porque los nativos decidieran ir con él a España, por las moscas del lugar y porque lo ponía el guión. Los Suri, más ariscos que el gato de Rossy de Palma, le miraban sorprendidos.
No sé si ir a un sitio dónde los hombres lloran.
Comentó el jefe africano, Arbula. Pero finalmente se fue, acompañado por Tamaru, Nga Bilé, Nga Sedé y Goreñi.
El viaje fue un via crucis, No entendía qué era el avión. Al llegar a España, unas limpiadoras del aeropuerto fueron a saludarles y Arbula se mosqueó y dijo:
Pensaba que iban a venir a recibirnos más personas de la tribu y sólo han venido tres.
Una vez en Sevilla, los Navarro se pusieron como locos de contentos al ver a sus amigos. Todo eran abrazos y besos pero el conflicto llegó con el reparto de habitaciones. A los Suri no les cabe en la cabeza que un hombre y una mujer compartan cama, ni que los machos tengan que recoger la mesa ni entendían de dónde salía el agua.
Lo mejor, el momento en el que Isabel le enseña a Arbula, el jefe, su nueva habitación con una cama enana llena de peluches. Literalmente, al africano le pareció una broma. La cosa promete, y mucho. Y más con un nuevo personaje, María, la abuela de los Navarro, de la que vamos a hablar mucho, mucho.
LOS MERINO: UNA MÁS EN LA FAMILIA Y MIEDO A TODO
Los Merinos fueron, sin duda los más aplicados de ‘Perdidos en la Tribu 3’. Eran cinco. La madre, Marisol, mujer tranquila y conciliadora que está casada desde hace 16 años con Carlos. A éste, por muy campechano que es, sus hijastros no le querían. Éstos, Carlos, Victor, Marisol y Cristina, iban de guapos, estupendos y aprovechaban cada plano para quitarse la ropa. Pero antes de comenzar su viaje, hubo un drama, Marisol hija, no viajó al Amazonas por consejo de los médicos, pues tiene diabetes.
El encargado de convencer a los Shiwiar fue Carlos, el padrastro, que ya se lleva mejor con los jóvenes. Nada más pisar el Amazonas, el leonés, se puso a gritar como un loco y todos le recibieron con alegría.
Y es que, sin duda, los Shiwiar, son lo mejor del show. Yo les adoptaba a todos (Yambía, Mirnach, Guirar, Shiwiá y Chasém) y los ponía en la mesilla de noche. Son adorables. Primero no entendían porqué no podían entrar con sus lanzas en el avión. Luego se ponían a rezar cuando entraban en un túnel y se subían a un ascensor. Pero más grande fue el momento cena en el hotel de Madrid, cuando se negaban a comer carne poco hecha.
Bienvenidos los Suri, y bienvenidos los Shiwiar. Gracias por hacer que valoremos más lo que tenemos en tiempos de miseria. Gracias por vuestra humildad. Os estábamos esperando.