"Me llamaba 'cara de niña' y me decía que seguro que me metía cualquier cosa en la boca."
El capítulo siete de ‘Pesadilla en la cocina’ fue el más polémico hasta la fecha, incluso antes de emitirse. Alberto Chicote quiso sacar de la ruina dos locales bilbaínos dirigidos un par de incompetentes que piensan demandar al famoso cocinero con argumentos más que ridículos.
Es el precio de la fama. Alberto Chicote es la estrella del momento y por lo tanto, es una diana fácil para aquellos que quieren notoriedad. Pero por cada crítica que sale del cocinero de laSexta, hay una alabanza. Han sido ya varios los dueños de restaurantes que han partidipado en el programa, que han agradecido la ayuda brindada por Chicote, así como su empatía y buen fondo. Y no son los únicos.
Periodista Digital entrevistó a un trabajador del docu-reality que nos aseguraba que el restaurador es un tipo accesible «majo» y «cercano» y que todo lo que sale por la TV es «verdad» –PD se mete ‘hasta la cocina’ del programa de Chicote: «Es mentira que le pedimos a la gente que no limpie en dos semanas»-.
Tras las acusaciones del dueño de un restaurante alicantino (el ‘Da Vinci’) que participó en el programa y que finalmente ha tenido que echar el cierre, el programa se ha enfrentado a una nueva y extraña polémica.
El jueves 6 de diciembre de 2012 Chicote se enfrentó a un doble reto: intentar sacar a flote los restaurantes anexos «Opila» y «La reina del Arenal» pero horas antes de la emisión de ‘Pesadilla en la cocina’, los dueños de ambos locales Álex Hernández y Arnaldo Jiménez, exigieron, sin éxito, que no se emitiera el programa.
Según informa Dvoción.com, los propietarios aseguran que
Nosotros teníamos problemas con el personal, queríamos hacer un reciclaje de la plantilla. Investigamos otras posibilidades de asesoramiento gastronómico pero se nos disparaban los precios. Optamos por Chicote, sin saber que el programa era una manipulación y una farsa. En la grabación nos dimos cuenta de que todo era teatro.
Los empresarios afirman que se sorprendieron de que se siguiera un guión (menuda novedad), dicen que el asesoramiento se limitó a «un puñado de fotocopias» y que Chicote no es realmente el que cocina los nuevos platos.
Pero lo más grave llega con la noticia de que los dueños de los restaurantes, piensan demandar a Chicote por sus comentarios «homófobos». Según recoge Dvoción, uno de los propietarios se queja de que:
Me llamaba ‘cara de niña’ y me decía que seguro que me metía cualquier cosa en la boca.
Además, su abogada recalca que:
Se mete con la condición sexual de mi cliente, por lo que hablamos de derechos fundamentales recogidos en la Constitución.
Por su lado, desde la Sexta consideran «disparatadas» tales acusaciones y declaran a la web que:
Chicote puede ser brutote, malhablado y lenguaraz, pero es un pedazo de pan como sabe todo aquel que le conoce.
LO QUE VIMOS EN TV DISTA MUCHO DE LO QUE CUENTAN
Y con la polémica servida, por fin vimos el famoso capítulo 7 de ‘Pesadilla en la cocina’ y descubrimos que, a nuestro parecer, las acusaciones son, no sólo infundadas sino peligrosas. Analicemos primero los hechos.
«Opila» y «La reina del Arenal» son dos locales anexos que se enfrentaban a la clausura por graves problemas económicos. Los propietarios son una pareja homosexual, Álex Hernández y Arnaldo Jiménez, que se preocupaban más por la decoración (moderna de hace cinco minutos, la verdad) que por solucionar los problemas. Como de costumbre, el principal handicap del negocio era la cocina, pero a diferencia de lo visto en programas anteriores, esta no era especialmente sucia o descuidada. Simplemente, la comida era espantosa y sosa.
Antes de la llegada de Chicote, la cocinera (que en realidad era la ayudante de cocina haciendo una sustitución) ya estaba a la defensiva, temerosa de que se metieran con su trabajo. En cuanto apareció el coach -culinario- y rechazó la comida que le servían, comenzó el drama.
Chicote se acercó a la cocinera y ésta, directamente le mandó a paseo, con una falta de educación impresionante. Los dueños miraban la escena como si tal cosa y encima, luego, a cámara justificaron la actitud de su empleada:
La verdad es que Chicote entró de malas maneras.
No sabemos si la escena estaba manipulada o no, pero lo que vimos fue todo lo contrario. Que esta gente era absolutamente desagradable y que intentaban echar balones fuera.
El colmo llegó cuando Chicote les preparó una reunión con unos asesores y administrativos. Para empezar, uno de los dueños llegó como dos horas tarde y ni se disculpó debidamente. Luego, hablando de finanzas, los propietarios informaron de que el dinero para montar los negocios lo habían sacado de la hipoteca de amigos y familiares suyos por lo que, si fracasan, ni siquiera les afectaría a ellos (hay que tener valor…)
Cuando les anunciaron que su deuda ascendía a ¡600.000! euros, los dueños como si escucharan el ruido de un colibrí. Fue entonces cuando Chicote dijo la famosa frase de:
Te digo que tienes esta deuda y tú te quedas ahí con cara de niña buena
¿Alguien duda de que eso era una frase hecha, sin más? No es que nos pongamos de parte de nadie, es lo que vimos. Y si tanto les molestó, ¿por qué no dijeron nada del asunto? Y sobre el otro comentario, lo que dijo exactamente Chicote fue:
¿Tú no te metes cualquier cosa en la boca verdad?
Según quién lo interprete puede significar una cosa u otra pero parecía más un chiste malo referido a la comida que una frase dañina y mucho menos, homófoba.
El momento más aterrador llegó con la primera comanda a la que asistió Chicote. Éste, al ver que la cocinera no daba ni una, le informó de que el pescado estaba seco como una suela y ella, ni corta ni perezosa, le metió un trozo del mismo en la boca al coach de manera muy violenta y él enfureció.
Los dueños seguían sin decir gran cosa. Chicote les preguntó si realmente querían su presencia y ellos le insistieron para que se quedara. Entonces, el cocinero de laSexta cambió de actitud, bajó la guardia le hizo un poco la pelota a la cocinera, ella pidió disculpas (eso sí que parecía sacado de un guión) y se relajó.
El programa se llevó a todos los trabajadores a hacer piragüismo para que valorasen el trabajo en equipo y tras un día de excursión se encontraron con uno de los locales completamente reformado y un menú nuevo.
El restaurante celebró la reapertura con cierto éxito -aunque hubo algún problemilla- pero, según declararon los dueños y los trabajadores, todos le estaban tremendamente agradecidos a Chicote por su ayuda.
En serio, cualquiera que se sienta ofendido o atacado por su condición sexual no permitiría que el programa continuase. Da la sensación de que, tal vez, lo de estas personas sea simplemente ganas de notoriedad o una hipersensibilidad extrema. Y es que hay que tener muchísimo cuidado con la dictadura de lo ‘políticamente correcto’ porque a este paso no se podrá decir absolutamente nada de nadie.