El debut literario de Jorge Javier Vázquez, ‘La vida iba en serio'(Planeta, 2012) arrasa en las librerías cabalgando hacia su octava edición ¿Se trata de un éxito merecido por su valor artístico o es simplemente el triunfo del morbo?
JORGE JAVIER, EL REY DE LA AMBIGÜEDAD
Hace unos pocos días, escuché la enésima entrevista promocional que el dueño del llamado ‘cortijo’ de T5 (‘Sálvame’), concedía para hablar de su libro. Fue en EsRadio y frente a él, dispuesto a sacarle hasta las tripas, estaba Federico Jiménez Losantos. Resultó una charla realmente amistosa, ‘buen rollista’, si cabe.
Entre otros territorios, en esa entrevista (lo exigía la ocasión), Vázquez, votante confeso del PSC, no dudó en zambullirse en la independencia catalana en términos tales como:
En Badalona no soy socialmente aceptado por no hablar en catalán, en los bares y discotecas, porque me daba vergüenza no saber catalán.
En Madrid conocí la libertad, Madrid es una de las mejores ciudades del mundo para vivir
También mencionó a Antonio Jiménez (‘El gato al agua’) como «uno de los mejores jefes que ha tenido» y alegó que la oposición política no debería ser un muro para las relaciones personales. Puede que tales declaraciones choquen a algunos, sobre todo para los que ven diariamente, durante muchas horas-demasiadas- a J.J. Pero ese es precisamente el terreno en el que se mueve Vázquez, en el de dar de qué hablar.
Jorge Javier ha hecho de la ambigüedad una forma de libertad. ¿Cómo es posible que un hombre que no duda en contar a media tarde su vida sexual, sus traumas y sus posturas y sus manías, tenga aún carrete para hacer una autobiografía? ¿A estas alturas no se sabe todo de él? ¿Por qué el público quiere más? Muy simple. Porque se protege.
Él nos da una de cal y otra de arena. Sólo él permite hablar de sí mismo. No se expone, como el resto de sus tertulianos, a hacer negocio de sus vísceras. Cuando le entrevistan, cuando es otro el que quiere sacarle información, se cierra en banda y no permite el acceso. Así posee el control total de lo que el público opina de él. Es por eso, porque no se le conoce tanto como se podría esperar, que su primera novela ha llamado tanto la atención.
¿PURO MORBO?
‘La vida iba en serio’ merece la pena. Es lo que se llama una novela ‘fácil de leer’, lo que no la convierte en ‘fácil de hacer’. Y como todo en el autor, la premisa de su historia parte de una ambigüedad. Él ha dicho que es una autobiografía con parcelas ficticias por lo que uno nunca sabe qué es verdad y qué no lo es.
Es imposible leer la novela como un producto independiente de su autor y de su leyenda. Por momentos, la obra puede resultar útil como monográfico de una revista del corazón sobre Jorge Javier Vázquez, pero pasadas las páginas, llega un momento que el escritor da un paso más allá y logra crear un historia única que habla por sí misma.
Aquí no vamos a encontrar un backstage de ‘Sálvame’ o de Telecinco. No es «lo que nunca te han contado de tus personajes favoritos de la tele». No. Vázquez narra sus primeros años como periodista del corazón, de cómo un casi adolescente catalán y gay deja a sus familia conservadora y estrecha de miras para abrazar el Madrid de los 90, aquel en el a la libertad la tachaban de exceso.
UN ESTILO POBRE
Comencemos por lo ‘malo’. Aunque repetimos que se trata de una lectura fácil, puede que por ello, el estilo sea tan pobre. Esperaba que Jorge Javier, licenciado en Filología y gran defensor el buen uso gramatical en la tele, usase un lenguaje más rico, con más juegos verbales y no tan encorsetado en la frase hecha y en la repetición.
HOMOSEXUALIDAD Y ÉPOCA
El grueso de la novela la protagoniza él, él y su camino hacia la liberación social e íntima. Vázquez viene de la generación en la que ser homosexual era una losa muy pesada. Como él mismo dice, uno podía ser sensible, culto e inteligente pero, por encima de todo, siempre va ser el «maricón». No había nada más.
Y parece que aún le persigue esa etiqueta. En el libro, Jorge Javier es, sobre todo, gay. Esta es la historia de su salida del armario, de su aceptación.
El autor es muy listo y convierte su ‘La vida iba en serio’ -título prestado de un poema de Gil de Biedma- crea todo un retrato generacional.
No consigue la excelencia que Terenci Moix logró en ‘El peso de la paja’ pero lo intenta. Así, Vázquez da detalles de su infancia, con un padre castrador, unas hermanas frías y una madre comprensiva pero cobarde como buques insignia, y los mezcla con la cultura pop más identificable de nuestro país.
La época de ‘La vida iba en serio’ es la de las fiestas de auténtico glamour, la de la verdadera crónica social antes del canibalismo ‘rosa’ (que él mismo ha potenciado), la época del Almodóvar más irreverente, aquella en la que el sida se usaba como sustituto de la culpa judeocristiana para los gays.
EL TRIPLE SALTO MORTAL O CÓMO METERSE EL LA PIEL DE LOS PADRES
Lo bueno es que Vázquez no se masturba con su propia imagen. El libro no es ni mucho menos autocomplaciente. Aquí vemos a un Jorge Javier miedoso, capaz de no hacerse la prueba del VHI por simple terror a conocer la verdad, a un chico que perdió la virginidad pagando a un chapero y , sobre todo, a un hombre inútil a la hora de aceptar correctamente la muerte de su padre.
Y es aquí, con la familia, cuando la historia explota su carácter universal. Da igual quién la haya escrito. El autor, muy valiente él, se atreve a hablar con al voz de sus padres, a los que les dedica unos pocos (no suficientes) capítulo. Es en estas parcelas del libro en las que lloré sin pudor. Un canto a la ficción como acto de redención, una segunda oportunidad.