El sonido ha sido, sin lugar a dudas, el talón de Aquiles del programa.
‘La Voz’ ha terminado con un éxito abrumador pero es cierto que, por momentos, el programa ha sido un auténtico caos. Con una segunda temporada ya confirmada, proponemos cinco cambios para mejorar y evitar que se convierta en un nuevo ‘OT’, es decir, en un formato que levantaba pasiones pero que se fue por la puerta de atrás.
Con ‘OT2011’ como pésimo referente y con el tibio respaldo de audiencia que recibió ‘El Número 1’ en Antena3 como ejemplo más cercano, ‘La Voz’ nació cuando ya pensábamos que los talent-shows habían pasado a mejor vida. Todo lo contrario.
Gracias al concurso, Telecinco ha conseguido no sólo llenar sus arcas y cobrarse la revancha a sus archienemigos de Antena3, sino que ha vuelto a regalarnos un nuevo fenómeno social de proporciones parecidas al primer ‘Gran hermano’. El problema es que los de Mediaset, cuando encuentran una gallina de huevos de oro, la explotan hasta ahogarla.
Una semana antes de que Rafa Blas se alzase como ‘La Voz’ y que todo el país se sintiese invitado a gritar lo de «¡España es heavy!», Telecinco anunció a bombo y platillo que la productora Boomerang ya está poniendo en práctica una nueva edición del concurso para el año que viene.
Las claves fundamentales del éxito de ‘La Voz’ no son difíciles de encontrar: para empezar, aunque el formato es un refrito de ideas de productos anteriores, consigue renovarse a sí mismo gracias a las distintas fases. La primera, la de las audiciones a ciegas -que es la que más engancha- tiene la particularidad de obtener una satisfacción muy inmediata; en cinco minutos se conoce a un nuevo concursante, se le valora y se decide su futuro.
Pero por encima de todo, ‘La Voz’ funciona, principalmente, gracias a los coaches. Ellos son las auténticas estrellas del show. Y es clave que éstos sean famosos ya que se provoca la misma reacción que se tiene cuando se lee una revista del corazón: saber más de un personaje que ya se conoce o se admira. Es puro y simple morbo.
A Malú, Bisbal, Rosario y Melendi les hemos visto llorar, reír, desatarse, hacer el ridículo, acertar, perder y montar un buen drama. Han sido ‘víctimas ‘ y ‘verdugos’, criticados y alabados. Son ellos los que han llevado a sus concursantes a la gloria o al olvido. Sí, porque seamos sinceros, el jueves 19 de diciembre de 2012, quién ganó realmente ‘La Voz’ no fue Rafa sino Bisbal, el único de los coaches (y el más popular) que demostró un compromiso real con su artista y que, gracias, entre otras, a la elección del ‘Hijo de la luna’ que se marcaron ambos en la gala, le regaló el premio.
Además, ‘La Voz’ ha servido para reavivar las carreras de sus coaches, en especial la de Malú y Melendi, los dos grandes ‘re-descubrimientos’ de la temporada.
Pero como todo fenómeno social, el concurso ha tenido sus fallos y, por lo tanto sus detractores. Y como en T5 son poco dados al ‘mea culpa’ o a reconocer absolutamente nada, les proponemos cinco ‘pequeñas’ mejoras para que el año que viene, ‘La Voz’ sea aún más grande que ahora.
Cambio nº1: Los coaches. ¿Deberían irse todos o sólo Rosario?
Repetimos que el éxito de ‘La Voz’ está en sus entrenadores. Por eso, tal vez, habría que ofrecer al público algo nuevo el año que viene. Sobre todo para sorprender y no repetir la estrategia.
Puede que hacer limpieza de los cuatro sea una medida imprudente y extrema. Al fin y al cabo, el público quiere seguir viendo a sus personajes favoritos. Por ello, tal vez, sólo debería irse uno o dos a lo sumo, así se consigue mantener la esencia y provocar el morbo de ver cómo el nuevo o la nueva se adapta al resto.
Hace unas semanas hubiésemos dicho, sin lugar a dudas, que el que tendría que irse era David Bisbal. Si ya nos agotó con sus muecas absurdas durante las audiciones a ciegas, en las dos primeras galas en directo, su comportamiento fue inaceptable. Estaba rancio, incómodo y apenas participaba. Pero llegaron la semifinal y, principalmente, la final y hubo un cambio de rumbo. El ex de ‘OT’ se vino arriba, apostó por el riesgo y demostró que estaba más preocupado por sus artistas que por su imagen pública.
Por lo tanto, de los cuatro coaches, la que puede que menos juego haya dado ha sido Rosario. Que conste que la pequeña del clan Flores ha conseguido crear un personaje entrañable con sus «mostras», «bichos», «voces calentitas» y demás patadas al diccionario. Pero no es menos cierto que la cantante no ha contado con la popularidad y el respaldo de sus compañeros. Es un poco la que puede ‘sobrar’ del grupo.
La cosa está algo descompensada. De los cuatro sólo uno es una estrella internacional (Bisbal). El resto es de un nivel más o menos medio. Sería de agradecer que el año que viene, se anunciase el fichaje de un nuevo astro tipo Ricky Martin, Alejandro Sanz, etc… De no ser posible, se puede tirar de Soraya Arnelas o, sobre todo (aunque sea imposible) de Chenoa ya que el tándem con su ex puede dar mucho juego.
Cambio número 2: Ajustes técnicos.
Hacer un programa como ‘La Voz’ es una empresa titánica. Vaya por delante que los de Boomerang han hecho un trabajo brutal y que merecen un aplauso. Pero también es verdad que ciertos fallos técnicos han estado a punto de arruinar las galas en directo.
El sonido ha sido, sin lugar a dudas, el talón de Aquiles del programa. Cierto es que llevar a una banda en directo queda muy bonito y resultón pero tiene sus riesgos. Dicen (desde el interior de la productora) que el problema ha sido que los responsables de las galas eran especialistas en conciertos en directo, no en programas de televisión por lo que el sonido no se ajustaba adecuadamente.
No dudamos que éste será el primer arreglo que los responsables de ‘La Voz’ lleven a cabo para el año que viene.
Cambio número 3: ¿Adiós a Tania Llasera?
Y aunque durante las audiciones a ciegas y las batallas, la labor de Jesús Vázquez se limitaba a dar paso a vídeos y a anunciar relojes, bollos y teléfonos móviles, es cierto que Jesús es mucho Jesús y durante los directos demostró su valía al enfrentarse, por ejemplo, al huracán Ruimán sin perder un mínimo de compostura.
La que no ha funcionado también ha sido Tania Llasera en su puesto de co-presentadora en el backstage y portavoz de las redes sociales. La es de ‘Resistiré ¿vale?’ ha conseguido ser, semana tras semana, objeto de burla por parte de los espectadores gracias a su falta de naturalidad, a sus gestos ridículos y a sus meteduras de pata.
Nos cae bien esta chica, de verdad que sí, pero aparte de que su papel es prescindible, su presencia se hace absolutamente insoportable por momentos. Su ‘buenrollismo’ a lo Leticia Sabater no se lo cree nadie. Cada vez que aparece, uno aprovecha para ir al baño, para llamar por teléfono o para (¡Horror!) ver qué echan en Antena3.
Proponemos, en su lugar a, por ejemplo, Raquel Sánchez Silva, Nuria Roca o, sobre todo, Abel Arana, todo un experto en redes sociales (y uno de los más seguidos en twitter gracias a sus comentarios sobre ‘La Voz’) que ya colaboró en programas como ‘La Noria’.
Cambio número 4: Menos agresividad publicitaria
No nos vamos a quejar a estas alturas de los anuncios en la tele. Entendemos que un programa de tantísimo éxito como ‘La Voz’ esté cuajado de anuncio. Lo que criticamos es el cómo, no el qué.
Durante las galas en directo, la forma de meter marcas con calzador, entre plano y plano y con las excusas más tontas, ha sido ofensiva, lo que provoca un rechazo hacia el producto. Por favor, que se haga de manera más elegante.
Cambio número 5: Que se definan mejor los conceptos
‘La Voz’ se nos ha vendido como la antítesis de una fábrica de hacer clones de Justin Bieber . Se suponía que aquí, el objetivo no es crear ‘estrellas’ para el gozo y disfrute de las adolescentes. Se nos dijo que en este programa sólo se buscaba el talento vocal y no ha sido así. Si no, que alguien nos explique por qué Melendi salvó en varias ocasiones a Paula Rojo (que sólo desafinaba) o por qué Jorge ha llegado hasta la final cuando es un cantante más bien mediocre.
‘La Voz’ debería tener más presente sus bases y sus objetivos. Seleccionar mejor a sus artistas. Decidir si los quiere profesionales, o no. Saber exáctamente qué perfil se busca o si no se busca ninguno.
¿De esta manera se puede evitar un caso como el de Ruimán (que abandonó en concurso en directo)? No, desquiciados hay en todas partes. De hecho, lo que ocurrió con este señor fue incluso ventajoso. El único perjudicado fue él, que quedó de ingrato, mientras que el programa salió indemne.