Nada nuevo bajo el sol. Así se define ‘Familia’, la nueva apuesta de T5 por la ficción que si bien se estrenó con un correcto 16,1% de share, su calidad es dudosa. No es un desastre aunque sí que hace aguas por muchos y variados motivos.
A ver si por mucho repetirlo, los directivos de las cadenas se enteran de una vez: En la primera secuencia de cada serie ¡HAY QUE DARLO TODO!. y que conste que no me he referido a los guionistas y ni siquiera a los productores. No, esos -consumidores adictos al producto USA- suelen tener aspiraciones más altas. Aquí, desgraciadamente, la última palabra la tiene el cliente y éste, en forma de responsable de ficción de la cadena, está tan atemorizado que no da pie con bola.
Yo entiendo que en España la idea de un remake de ‘Homeland’ protagonizado por Amaia Salamanca y Mario Casas provoca pesadillas. Somos el público que somos y ya está. Pero la falta de riesgo no está divorciada de la artesanía y del buen hacer. Por ello, repito: da igual lo que se venda si se sabe cómo hacerlo. Lo mejor; un arranque potente.
Mal empezó pues ‘Familia’, nueva apuesta de T5 para la noche de los miércoles, que nos ofreció unos primeros diez minutos en los que no se ofrecieron motivos para continuar con la hazaña. Durante ese tiempo nos presentaron a los Oquendo: Padre y madre -él vividor y ella embobada, y tres hijas a cada cual más tópica; La estreñida, la alocada y la sensata. Ya está, a partir de ahí, las tramas se ramifican en eso que llaman historia coral cometiendo el error de no encontrar ni una sola bisagra que abroche todo ese embolado.
Si bien hay en ‘Familia’ alguna que idea que funciona -el hecho de que la hija mayor quiera devolver a su adoptada niña vietnamita o la falta de valor de la protagonista, Carlota, a la hora de enfrentarse a sus egoístas parientes- la escasez de sutileza se carga cualquier atisbo de madurez.
‘Familia’ no es ni buena ni mala. Ni fú ni fa. No molesta (‘Fenómenos’) ni llama la atención y esto es lo peor que se puede decir de una serie. Todo ahí da pereza. No hay personajes con mordiente y el tono lo desconocen hasta sus propios creadores. Se nos ha vendido como una comedia ‘serranil’ cuando no lo es y tampoco hablamos de un drama.
La ficción es, en realidad, una mezcla entre ‘Cinco hermanos’, ‘Las chicas Gilmore’ y la entrevista que Hermida le hizo al rey. Y es que, al igual, que nuestro monarca, ‘Familia’, además de aburrir, nos vende la moto de una España en la que todos viven en chalets de lujo, en la que existe el empleo y en la que las relaciones amorosas son infinitamente más prioritarias que el miedo al futuro económico. Muy de los 90, vamos.
Además, la balanza interpretativa está descompensada. Por un lado, tenemos a las tres hijas, en la piel de Alexandra Jiménez, Juana Acosta y Nausicaa Bonnin, quienes no sólo están correctas sino que llegan a dar humanidad y simpatía a unos personajes creados con brocha gorda. Y en contra nos topamos con Santiago Ramos y Mabel Rivera, que interpretan a los jefes del clan de manera histriónica y torpe.
Mención especial merece Santiago Ramos, un actor de esos que se supone reliquia nacional pero que, si bien funciona a las mil maravillas en el teatro, desconoce lo que es el ritmo audiovisual (por mucho que le hayan dado un Goya). Este señor siempre, siempre interpreta el mismo personaje con esa manía suya de ‘masticar’ las palabras y hacer muecas de dibujo manga..
El guión, repito, podría haber sido más osado, con planteamientos menos complacientes , una trama que hilase el conjunto y unos gags que parezcan made in ‘Los serrano’ (todo el lío con la entrevista de trabajo de la protagonista daba una pereza terrible).
Pero aún con todo, se deja ver. ‘Familia’ es el típico producto de evasión que no será un gran éxito pero que puede tener un público leal. Eso sí, me esperaba mucha más osadía por parte de Telecinco. Debe ser que hasta Vasile está aterrorizado.