Chicote ha sido ‘víctima’ de su propio éxito y se ha visto ‘obligado’ a ampliar la primera temporada de su ‘Pesadilla e la cocina’. laSexta encargó dos episodios extra y el primero ha sido brutal.
Hoy por hoy, ‘Pesadilla en la cocina’ es, junto con ‘Sálvados’, el buque insignia de laSexta.
Ha sido tal el éxito, que los 9 capítulos de la primera temporada les ha sabido a poco a los de cadena por lo que le han encargado a ‘Cuatro Cabezas’ un par de episodios de más justo cuando la la productora estaba preparando la segunda tanda. ¿Qué significa esto?
Pues que van con las prisas, que, según ha sabido Periodista Digital por fuentes cercanas a la productora, en el rodaje se trabaja a «destajo» para poder llegar a tiempo y sin apenas un minuto para descansar. Además, el cocinero está aprovechando su enorme tirón para montar un restaurante en Madrid.
Chicote volvió de imprevisto tras las Navidades y lo hizo pasando de jueves a domingo, para sustituir a ‘Sálvados’ que regresará en febrero.
En el capítulo emitido el 13 de enero de 2013 tuvimos un aperitivo de lo que nos espera la segunda temporada. Al ser, éste, un capítulo grabado recientemente, sus participantes ya saben a lo que van y lo que tienen que hacer para ‘dar juego’.
En ese episodio, por ejemplo, se notaba el el dueño del restaurante al que acudió Chicote no hacía más que ‘inventarse’ estrategias (absolutamente gratuitas) para ‘picar’ al chef y dar de qué hablar. Lo consiguió.
Y es que, el lado negativo de una segunda temporada para cualquier reality de éxito es precisamente eso, que se pierde la frescura y que sus protagonistas llegan con la lección bien aprendida. Pero el formato, de momento, sigue dando juego.
No sabemos si fue por ese ‘conocimiento previo’ de los participantes o porque la estructura del guión ya nos causa un poco de dejà vú, pero el caso es que el capítulo diez se nos antojó más un poco más ‘flojo’ que el resto. Aún así tuvo grandes momentazos.
En esta ocasión, Chicote se acercó a ‘La Ermita’, un mesón de carretera situado en la madrileña localidad de Colmenar Viejo. El restaurante tiene tres dueños: Carlos y las gemelas Marta y Susana.
Los principales problemas de »La Ermita’ eran, primero, que el local no se encontraba ni con GPS y, segundo, que los dueños se pasan el día a la gresca , mareando al resto de personal con órdenes contradictorias.
Como de costumbre, el primer bloque del programa fue el más tenso. Chicote llegó, probó la comida, no le gustó y el dueño, Carlos, se puso borde sin venir a cuento. Primero le enseñó una carta vacía y se negó a rellenarla con los platos del día. Luego, al hacer inspección del local y después de que Chicote le advirtiera que según la normativa, no se podían tener cajas de cartón en las neveras, el empresario le gritó:
¿Eso quién lo dice? ¿Tú? ¡Vete a tomar por culo! Si no te gusta, fuera.
El chef no daba crédito y se largó de allí hecho una furia. regresó más tarde para ver un servicio de cenas y , obviamente, aquello era peor que un ‘buen’ día en ‘Sálvame’.
La comida no salía a tiempo, la camarera se hacía un lío puesto que las mesas no estaban numeradas, dos de los dueños, Carlos y Marta, no dejaban de gritarse mientras que el cocinero dijo que se iba, que no aguantaba más. Obviamente, se quedó.
Para poner orden, Chicote llevó al restaurante a un experto en gestión de hostelería quién presenció atónito lo mal que se llevaban los duelos entre sí. Tras varias salidas de tono del tal Carlos y después de comprender que al local no le quedaban más de tres meses de vida, el programa se puso manos a la obra.
Chicote les propuso un nuevo plato ‘estrella’, unas tortas con queso fundido y pimientos pero la siguiente cena fue, según el mediático chef:
El peor servicio al que he asistido en toda mi vida.
Y para remediar las diferencias entre Carlos y Marta, Chicote se los llevó a un servicio de voluntariado para repartir comida a los más necesitados. y así, de golpe y porrazo, los dueños de ‘La Ermita’ vieron la luz y comprendieron que el mundo es un lugar maravilloso y que hay que trabajar en equipo. Y voy yo y me lo creo.
Al regresar, el mesón estaba irreconocible; bonito, moderno… Lo de siempre, vamos. Todos estaban felices con el diseño y con la nueva carta pero al llegar la noche, el la reinaguración, todo se volvió a torcer.
El caso es que seguía habiendo el mismo problema que al principio; que no les daba la gana de poner un cartelito con el número de las mesas (o un plano) y se volvieron a liar. A todo ésto, apareció Susana, la propietaria fantasma, gemela de Marta y pareja de Carlos. Lo de esta mujer fue alucinante, Chicote se acercó a pedirle ayuda en la cocina pero ella se negó con una falta de educación inaudita.
Y como no quedaba más tiempo, Chicote se fue pero con sabor agridulce. ¿Sebrevivirá este restaurante o sus dueños conseguirán hundirlo del todo? Voto por la segunda opción.