Nos han mentido. La segunda temporada de ‘Pesadilla en la cocina’ arranca, de momento, sin novedades. Todo sigue oliendo a fórmula precocinada. Da igual. Alberto Chicote no necesita cambiar. El programa y él mismo continúan ofreciéndonos espectáculo y entretenimiento.
En la presentación de la segunda temporada de uno de los espacios de más éxito de laSexta, los responsables de Pesadilla en la cocina, aseguraron una serie de cambios con respecto a la segunda tanda de capítulos. De momento, visto lo visto el pasado 9 de mayo de 2013, la promesa no se ha cumplico. Pero hubo algo que el propio Alberto Chicote (conocidísimo cocinero que ejerce aquí de coach para ayudar a remontar restaurantes en crisis) profetizó y que es cierto: Hoy por hoy, los que llaman al programa ya van de ‘resabiados’ y saben perfectamente lo que tienen que hacer para dar juego.
Aún con todo, el primer capítulo de la segunda temporada se hizo con un buen 11, 6% de share y nos demostró que, aún agotado, el formato funciona, entretiene y que Chicote ya no es una revelación televisiva, sino un animal mediático en toda regla.
En esa ocasión, Chicote se desplazó a Tomares (en la provincia de Sevilla) para intentar remontar el Katay un restaurante oriental regentado por un italiano, Giovanni, y su socio, Baldolero Campos, alias Baldo. También andaba por allí Lidia, novia de Giovanni, quien no tenía peso legal alguno en el negocio, pero que parecía tomarse demasiadas responsabilidades
Por lo que vimos, en la cocina no hay comunicación. Los cocineros son chinos y no hablan español por lo que se entendían todos «a gritos» . Pero el problema principal era que el tal Baldo, era todo un ‘fantasma’ que no da pie con bola y que están más preocupado por lo que tiene que por cómo conseguirlo.
Llegó Chicote y se encontró con Giovanni y con Lidia. Baldo no hizo acto de presencia porque, directamente no le daba la gana (o porque, puede, que supiera que así daba más juego y que su plantón le definía como personaje…).
Por fin, Baldo llegó al Katay con dos horas de retraso, Chicote le llamó la atención y el socio se comportó como si una brisa fresca le acariciase el rostro. El cocinero de laSexta se quedó pasmado y probó una comida congelada y mediocre.
Uno de los grandes clásicos del programa es la primera vez que Chicote entra en la cocina. Ésta no fue diferente a otras. Aunque la estancia estaba limpia, la comida no estaba en buen estado y el tal Baldo seguía pasando de todo.
Iros a tomar por culo. Eso es en español, en chino y en la lengua en la que tu te pongas. Tengo la sensación de que lo que yo diga que importa un carajo (a Baldo)
Gritó Chicote. Y mientras, el propietario, ponía excusas ambiguas y vanas.
Luego el italiano y el andaluz se pusieron a discutir y nosotros, desde casa, no nos tragamos nada (Giovanni parecía leer un guión). Y ahí descubrimos la parte ‘culebronera’ de la historia. Al parecer, Lidia y Giovanni conocieron a Baldo porque éste era el novio de la mejor amiga de ella pero dicha relación se rompió y Lidia, desde entonces. no se lleva bien con el socio de su novio.
Es un mentiroso compulsivo
Dijo la joven, angustiada por salir bien ante la cámara.
Siguiendo el esquema habitual del programa, «Cipote» (así le llamaban los chinos de la cocina), asistió escandalizado a una comanda y, como siempre, todo era un caos: Comida fría, cocineros pasotas, discusiones y quejas…
Y , de pronto de ‘casualidad’, apareció por allí Ana,la conflictiva novia de Baldo que , al parecer, se llevaba a la gresca con Lidia. La pelea de gatas fue antológica. La segunda no quería atender a la primera y ésta se quejaba de un ‘mal servicio’.
Esto lo ha hecho Baldo porque esta mañana Giovanni y yo le hemos atacado y él ha llamado a su novia y al ejército de amigos para defenderle.
Se quejó Lidia. No querida, no era por eso. Fue porque estaban las cámaras delante…
Finalizado el servicio, llegó la bronca de Chicote y el posterior gancho de guión: ¿Habrá solución para el restaurante?
LA GRAN PELEA
Al día siguiente, Chicote se reunió con los dos socios y ambos nos demostraron que mejor que se dediquen a la restauración que a la interpretación. La escena fue bochornosa. El italiano acusaba al andaluz de estafador y el otro le atacaba con que era un «mujeriego» y un infiel.
Con Chicote fuera, llegó la versión cutre de ‘Física o química’. Los socios se intentaron agredir y la novia, en medio, estaba más pendiente de no despeinarse que de defender el honor de su novio.
Chicote volvió y el segundo turno al que asistió fue, de nuevo, desastroso. El mediático cocinero concluyó que la única solución posible era cerrar el restaurante (¡Viva el drama!). Puestas así las cosas, los dueños se separaron profesionalmente de manera definitiva. Giovanni se quedaba sólo frente al negocio.
Chicote se encontró con los dos socios por separado y mientras que con el italiano por poco se pone a llorar de alegría y orgullo, a Baldo le echó una señora bronca.
Yo no te contrataría nunca
Le dijo.
Esto fue lo que nos gustó de este primer capítulo de la segunda temporada. Que hubo un punto de inflexión en la trama. En entregas anteriores había muchas amenazas pero la sangre nunca llegaba al río. Esta vez fue diferente, asistimos a una decisión firme y lo agradecimos.
«ME ENCANTA MI TRABAJO»
La última fase del programa, la de la reforma y la reapertura fue algo sosa. Los cambios físicos del restaurante apenas se notaron. La nueva carta, dicen, era excelente y la primera cena tras la renovación tuvo tensión (fue la plantilla del Betis a comer y se quejaron de lo que tardaban en salir las comandas) y emoción(la madre de Giovanni viajó desde italia para sorprender a su hijo). Pero, al final, todo salió a las mil maravillas y Chicote, feliz, dijo estar encantado con su trabajo. Nosotros también. Larga vida a ‘Pesadilla en la cocina’. Aunque no haya cambiado un ápice, sigue siendo un gran entretenimiento.