El capítulo dos de la segunda temporada de ‘Pesadilla en la cocina’ fue, sin duda, el mejor visto hasta la fecha. Oro puro era lo que Chicote se encontró en un restaurante de valladolid regentado por un viejo amigo suyo que había perdido el norte.
Vea el vídeo/Chicote se enfrenta a un amigo en el ‘Yugo de Castilla’
EL YUGO DE CASTILLA: UN REY DESTRONADO Y UNA RUINA
Ese capítulo, emitido el jueves 16 de mayo de 2013, estaba centrado en el Yugo de Castilla, uno de los restaurantes bodega más emblemáticos de España, ubicado en Boecillo, provincia de Valladolid. El éxito histórico del local es responsabilidad casi absoluta de un dueño ‘carismático’, Cristóbal Sánchez, que, a mi entender, era más tipo garrulo de malos modales (y al que tenían que poner subtítulos) que le hace gracia a los clientes.
Por el Yugo han pasado hasta el mismísimo Rey. Pero lo curioso del asunto es que Chicote trabajó allí en unas jornadas gastronómicas organizadas por el local. Osea, que se lo conocía bien, incluido al ‘carismático’ dueño.
Lo gracioso era oír hablar, descojonado, al propietario de que el día en que se hundió el Prestige, Chicote y Acebes se estaban dando el banquete en su restaurante.
Ante tanto glamour y prestigio uno se preguntaba: ¿Qué ayuda necesita ese local? ¿Por qué puede ir mal ahora? Es obvio, por el dueño. Me encantó que para insinuar que el tal Cristóbal le daba mucho al alcohol, la voz en off del programa decía:
Superado por un negocio que no podía controlar, Cristobal terminó cayendo en una dinámica de vicios y excesos…
Y en primer plano, una botella orujo. Toma ya, eso es ser sutil.
El caso es que el tipo usó el local como lugar de encuentro con los amiguetes y terminó vendiendo el restaurante. Tiempo después, lo recuperó pero ya era tarde. El nuevo Yugo es la versión Ryanair del otro y claro, va mal.
Alfonso, un amigo y empleado del propietario, dijo:
Cristóbal quiere volver a ser el que fue pero no puede y se encabrona con el que tiene más cerca.
Ricardo, el cocinero, tenía que aguantar las lindeces de su jefe, tipo:
Maricón, pon la olla. Eres más tonto que el que asó la manteca.
Otro empleado que también se quejaba era Alberto, el maître. El pobre decía, lastimero, que Cristóbal nunca le dejaba hablar.
La situación era tan horrible (con ruina económica incluida) que Merche, la camarera, hablando a cámara, dijo que los clientes le piden que Cristóbal no se siente con ellos, que les da vergüenza.
Conclusión, un negocio ruinoso por culpa de un señor que, más que a chicote, necesitaba una terapia en vena. Pero bueno, esto es la tele y ‘Pesadilla en la cocina’ apostó por el más difícil todavía. Pero falló.
LA LLEGADA DE CHICOTE: «QUÉ GORDO ESTÁ»
Chicote llegó recordando los buenos tiempos que había vivido el Yugo de Castilla y se quejaba de lo vacío que estaba ahora. Cristóbal llegó tarde y cuando vió al cocinero de laSexta dijo:
Este maricón está más gordo que antes todavía. Y luego me dicen a mí que estoy gordo.
Cuando fue preguntado por las razones que le han llevado a la ruina, el dueño echó balones fuera y dijo no saber bien porqué la gente ya no iba a comer allí.
Quiero que me ayudes. Yo te hago caso en todo.
Le dijo Cristóbal a Chicote. No tardó en desmentir sus propias palabras.
El local estaba sucio y viejo, el horno apagado y sin leña, ejemplo de la desidia del personal.
El tal Cristóbal no contestaba a las preguntas de Chicote y se limitaba a decir que él cocina de todo y muy bien y si hay que hacer «cocina vaginal», se hace. Con un par.
La comida tardó 40 minutos en llegar y sólo había cinco platos. Nada más. Y, obviamente, estaba todo malísimo. Tanto como el hilo musical heavy, que nadie entendía. Llegó el maître y le explicó, llorando, a Chicote que el dueño cayó en picado tras su divorcio y todo por culpa del alcohol (por fin uno que dijo las cosas por su nombre).
Cuando Chicote le devolvió el plato, el dueño le mandó «a tomar por culo» y tiró la comida a la basura con cuchara incluida.
El de laSexta se fue a la cocina y, como de costumbre, se armó la gorda.
¿Qué pasa? ¿que no te gusta nada pedazo cabrón?
Le gritó Cristobal, cuchillo en mano (cuchillo, por cierto, que tenía 40 años de edad…). Aquí se notó que Chicote, en realidad estaba en su ‘salsa’ y dió rienda suelta su mala leche y su vocabulario más grosero.
Joder, ¿qué te cuesta tirar estas chuletas a tomar por culo? ¡Coño! No lo van a querer ni los gatos. Que yo no soy gilipollas. Te estás equivocando de persona ¿eh?
Vociferaba el cocinero mientras que Cristóbal no reconocía nada y demostraba que era un vago.
Tras el primer y desastroso servicio de cocina, Chicote se preguntaba qué le había ocurrido a su ‘colega’ para caer tan bajo cuando todos lo sabíamos desde el minuto uno: La botella vacía de orujo.
Los trabajadores confesaron que iban a trabajar con miedo ya que, les «maltrataba» cuando iba «mamao». Pero luego resulta que Cristóbal, en realidad, es muy buena gente y le decía a su camarera que nunca dejará que la echen de su casa y que él le pagará las facturas.
Chicote tuvo su primer cara a cara con el dueño y, obviamente, sólo sacó en claro que el tipo se lo gastaba todo en alcohol y en fiestas. Vamos a ver, la conclusión era simple. Este tipo había trabajado toda su vida y ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar por lo que, directamente, no le daba la gana de dar más de sí. El problema es que no tenía un duro y algo había que hacer.
El chef Chicote planeó un contraataque, que no era más que lo mismo de siempre. Hacer un planto nuevo (revuelto de setas) y enseñarles a todos cómo hacerlo. Y mientras que se servía la comida, el tal Cristóbal le daba al vino y manda a todo «a tomar por culo», haciendo poco o menos. Las comandas no llegaban a tiempo y estaban mal hechas.
Chicote usó la terapia de choque con Cristóbal para ‘recuperarle’, y enfrentó el dueño del Yugo a los duros comentarios de todos sus amigos, familiares y vecinos opinando sobre él. Cristóbal se emocionó pero negó que haya cambiado tanto como dicen. Eso sí, prometió dar un vuelco a su vida.
Y llegó el momento de la reforma y se montó la de Dios.
A mi no me gusta nada. Es una mierda pinchada en un palo. Me habéis jodido la bodega. Me cago en mi puta madre. Yo mañana no vengo. Ya podeis recoger todo. El artista soy yo y tu eres una puta mierda. Que le den por el culo a todo.
Le gritó Cristóbal a Chicote. Luego pasaron a otro comedor y ese le gustaba más aunque consideraba que había «muchas mariconadas».
Cristóbal se fue violentamente y por poco se pega con Chicote:
Vete a tomar por culo tú y tus clientes.
Tras el enfrentamiento, Chicote, hundido, reconoció la derrota.
Me dan ganas de irme y no lo hago porque Cristóbal es mi amigo.
Chicote volvió a hablar con su amigo y le propuso un trato. Un día más de trabajo y sino le gusta, lo desmonta todo y adiós.
Al día siguiente el Chef de laSexta se fue a una escuela internacional de cocina para llevarse a un estudiante que trabaje de becario en el Yugo. El plan era que Cristóbal enseñase a las nuevas generaciones y así, recuperar la ilusión.
Al conocer a su nuevo ‘becario’, Cristóbal dijo que estaba encantado pero el día de la inauguración todo volvió a la casilla inicial. El dueño pasaba de todo pero regresó y prometió hacer las cosas bien. Ninguno, ninguno, no lo creímos.
Todo salió bien, pero en ningún capítulo de ‘Pesadilla en la cocina’ hemos tenido tan claro que el destino de ese restaurante y de su dueño es oscuro, muy oscuro.