El pasado 31 de mayo de 2013, ‘Pesadilla en la cocina’ se superó no sólo en audiencia consiguiendo récord de temporada con un 13,5% de share sino que Chicote y los suyos nos sorprendieron mostrándonos una de los locales más sucios y peligrosos que hemos visto en el programa de laSexta.
En la Puerta del Sol,se encuentra ‘La zapatería’, típica taberna del centro de Madrid que suele estar hasta arriba de turistas. A esta, precisamente, le pasaba todo lo contrario.
Celso era el dueño y como es normal, el problema del restaurante. Mientras que él decía que lo tenía bajo control mientras que en paralelo, su cocinero, Julio nos aterraba con historias como:
Si hay un poco de moho de la cocina, Celo me dice: Toma, le quitas el poquito de moho y lo sacas
Pero si para los aprensivos, esta frase ya era suficiente para una arcada, el resto del episodio era para no volver a pisar un restaurante en la vida.
El equipo de La zapatería lo completaban, Héctor, relaciones públicas insufrible, poco agraciado y que no vocalizaba pero cuyo único objetivo era ligar, el tal Julio, cocinero y Pepito Grillo quejón, y un camarero ‘normal’ al que trabajar allí le quitaba «caché».
Y en la presentación, el tal Julio dijo algo que nos parece clave y que resumen muy bien el tipo de local no sólo de esa zona sino de todas las partes turísticas del mundo:
Como la mayoría de los clientes son turistas, pensamos que no van a volver más y les damos cualquier cosa.
Es decir, ahora que vienen las vacaciones, hay que ir a comer a sitios frecuentados por los locales, no a los turísticos.
En definitiva, tensión, mal rollo y, lo más grave, una falta de higiene que nos hace preguntarnos cómo es posible que Sanidad no haya tomado antes cartas en el asunto.
Por primera vez, el equipo de Pesadilla en la cocina’ encargó un análisis sanitario exhaustivo antes de la llegada de Alberto Chicote.
Y Chicote llegó y, hablando mal y pronto, flipó. primero le recibió el superguay del relaciones públicas y de buenas a primeras le dice:
Espero que tengas seguro médico.
Bien empezamos. La decoración, con zapatos colgando por las paredes, no podía ser más desfasada y aterradora pero la comida era «la bazofia más asquerosa y peligrosa » que había probado el Chef en su vida. En serio, esos chipirones pasados, ese pan en una cesta mugrienta, la parrillada de verduras sin cocinar y un paella que no la aconsejaba ni el cocinero, hicieron que Chicote perdiera los estribos antes de entrar incluso en la cocina.
Para un servidor, este fue el primer capítulo de ‘Pesadilla en la cocina’ que costó ver (y eso que consiguió récord de audiencia), y no porque no fuese entretenido -que lo fue- sino por el nivel de repugnancia que provocaba. El momento en el que Chicote entró en la cocina fue indescriptible: grasa, suciedad, comida podrida y «mierda», mucha «mierda».
Chicote se fue enfadado y regresó a ver un servicio de comidas y todo se puede resumir en un detalle: Una cucaracha subiendo por una pata de jamón y aplastada, por el dueño, con una loncha de embutido- sólo por escribirlo me dan arcadas-.
Eso sí, Celso, el dueño, no veía la realidad, De hecho, echó balones fuera y dijo:
Es que Chicote aparece justo en el momento en que hay algo malo.
Mientras, en la cocina, el relaciones públicas y el cocinero por poco se pegan. El primero le reprochaba al otro que le devolvían los platos y el segundo le llamaba «sinvergüenza».
Pero la frase del capítulo la dijo el dueño:
Yo no soy mentiroso, a lo mejor no digo la verdad pero no miento.
Pero esta actitud provocó una de las mayores broncas que hemos visto en el programa. El dueño le gritaba a Chicote, este le respondía con insultos y al final, un hecho histórico: El Chef de lasexta echó a los comensales del local por «su propia seguridad».
Los análisis confirmaron las sospechas de Chicote, en La zapatería se servía comida en mal estado. Vale que esto es un show y que fue divertido pero es que no nos damos cuenta de que que estamos hablando de nuestra salud , de que nos la jugamos cada vez que salimos a cenar por ahí.
Con las pruebas en la mano, al final, el tal Celso, reconoció los hechos:
Me da mucha vergüenza pero es verdad. A veces he exigido que se sirviera comida en mal estado.
Dijo.
Una empresa de limpieza profesional le dio un auténtico repaso al local y Chicote, al final, tras hablar con el dueño de los 60.000 euros de deuda que acumula, decidió abrirlo de nuevo para dar cenas.
Durante el servicio, las cámaras se centraron en Héctor, en lo pesado que era como camarero y en lo pendiente que estaba en manosear a las clientas. Por otro lado, la cocina, aunque limpia, seguía siendo un caos: la despensa estaba medio vacía, los platos no salían a tiempo, las paellas eran comida para perros y al organización, directamente, no existía..
Este restaurante se salva porque está en plena Puerta del sol y se alimenta de paracaidistas, gente que cae aquí por casualidad. Esto, en un pueblo cierra a los dos días.De aquí me voy al hospital de cómo está esto. Estoy hasta los huevos de deslomarme por tu negocio y que tú te cachondees de mí
Le resumió un Alberto Chicote muy alterado al propietario.
Al día siguiente hubo terapia de grupo dirigida por Chicote y, como siempre, con cuatro palabras y cinco minutos, los implicados cambiaron radicalmente y se comprometieron con el negocio.
Hubo remodelación del negocio y era todo un poco igual pero en blanco y sin zapatos (aunque la parte de arriba del comedor sí que era bastante digna). La reapertura, fue como siempre. Primero caos-el tal Celso seguía siendo un vago y un desastre y por poco se pega con Chicote delante de todo el mundo.
Pero tras la tormenta llegó la calma y todos tan felices. Eso sí, yo visto lo visto y por mucho Chicote que haya pasado por allí, yo no pienso acercarme por ese lugar.