Una semana después de que laSexta emitiese por sorpresa un capítulo repetido de ‘Pesadilla en la cocina’ para no tener que competir con el fútbol (la semifinal de la Confederaciones entre España e Italia), Chicote regresó con fuerza y con un episodio cargado de tensión que no tuvo problemas en superar al estreno de ‘Mario Conde: los días de gloria’. El 4 de julio de 2013, la TV-movie de T5 se tuvo que conformar con un discreto 11,1% de cuota de pantalla frente al 14,7% de ‘Pesadilla en la cocina’.
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«Déjame explicarte lo que tienes que hacer o sino pégale fuego al chiringuito»
‘Fogonazos Chicote’: «En mi casa, los clientes no siempre tienen la razón»
Chicote no toca techo. Cada semana, ‘Pesadilla en la cocina’ gana seguidores y, aunque es programa repetitivo como el que más, no nos extraña. Cada entrega es mejor que la anterior. En el capítulo emitido el 4 de julio de 2013, el programa se trasladó a Aguadulce (Almería), para intentar reflotar el ‘Chiringuito del tío Matías’.
CONFLICTO ENTRE CUBANOS Y RUSOS
El dueño del local, Pancho, es un cubano que huyó de su país por la «libertad» y para montar un negocio en el que poder explotar el mayor tópico de Cuba: el mojito. Y para ello se alió con Margot, una rusa con «un carácter de mierda» que fuma y le da al ‘drinking’ mientras cocina.
Yo no voy a cambiar mi carácter a mis 40 años.Yo bebo cuando me da la gana y cuando no me da la gana, siempre bebo.
Decía la cocinera con una sonrisa mirando a cámara.
Pancho, por su parte, explicaba sus problemas económicos con una curiosa reflexión sobre la inmigración en nuestro país:
La vida de un cubano aquí es muy difícil. Desde hace muchos años los españoles vienen a Cuba y nos pintan que esto es el paraíso y que aquí regalaban de todo. Y uno llega aquí y tiene que currar mucho, mucho más de lo que te lo pintan.
Hombre, le diríamos a este señor que él por lo menos curra. Nos alegramos. Ahora en España gente como él está en peligro de extinción. Hay que decir, sin embargo, que Pancho estaba a punto de perderlo todo puesto que había invertido en otros negocios que no habían funcionado y ahora, su única salida era el ‘Chiringuito de Matías’. Eso y su pareja Lis, que le sacó de la depresión en la que estaba sumido.
Pero la culpa de todos los males la tenían las cocineras, Nadine y Margot. Ellas y el hecho de que el dueño no las echase:
Estoy desesperado. No puedo más. Estoy cansado de los problemas con Margot y de que los clientes se vayan. No puedo más
Lloraba Pancho mientras que escuchábamos la música de ‘Los Vigilantes de la playa’ y vislumbrábamos una figura andando por la arena. ¿Era un yate? ¿era Leticia Sabater? No, era Alberto Chicote que, cual mesías, entró en el chiringuito para poner orden.
Y nada más hacer acto de presencia, el chef de laSexta se encontró con el dicharachero dueño, con cuatro clientes y con la cocinera fumándose un ‘piti’ al lado de la cacerola.
Antes de conocer a Chicote, la rusa se santiguó y cuando se lo presentaron, lo primero que hizo fue demostrar lo poco profesional que es. Atención: esta señora se negaba, por ejemplo, a dar carne poco hecha porque su mano (sí, sí, su mano) no le permite hacerlo. Esto es posesión infernal rusa.
A Chicote el sitio le gustó, pero obviamente, la comida no -para eso fue allí-.
Si a Chicote no le gusta mi comida, es su problema. ‘Eso’ es su problema. No mío.
Sentenció la cocinera rusa de la mano endemoniada. Acto seguido la vimos gritar y venga a beber, venga a beber y venga a fumar. Pero pronto descubrimos el conflicto. Lo que no puede ser es que, después de que la tal Margot montase el numerito, acudiese la novia del dueño a abrazarla y a consolarla. A eso se le llama confusión del mensaje y tal estrategia en un negocio, es garantía de ruina.
Cuando Chicote llegó a la cocina se montó la guerra. El chef le gritaba a la rusa, ésta hacía lo propio y él por poco vomita al ver la suciedad que reinaba en el local (esa imagen de Chicote con las manos llenas de grasa goteante no se nos olvidará jamás).
Yo no vengo esta noche porque no me sale de los cojones.
Dijo Margot cuando Chicote se fue.
Horas más tarde, el coach culinario regresó y Margot no se había ido. Ella, más calmada, dijo que nunca prueba sus comidas y negaba que su aceite estuviese malo. Esto provocó que el servicio de cenas, obviamente, fuese un desastre. Cada vez que un cliente se quejaba, el cubano gritaba a la rusa, ésta se ponía histérica y bebía. Para que luego digan que Cuba y Rusia son pueblos-hermanos.
EL CONTRAATAQUE
Al día siguiente, Chicote regresó y les echó la bronca a todos. Les obligó a limpiar y les prohibió fumar en la cocina. Luego, como manda la tradición (por favor, que cambien un poco la escaleta, sólo un poco pero que lo hagan), el chef se reunió con el tal Pancho para analizar la situación económica y ver cómo solucionarla.
Pizarra en mano, Chicote se volvió a reunir con todo el personal para puntualizar los pasos que tenían que dar para triunfar en el siguiente servicio. Al principio todo iba bien hasta que Margot se metió en el baño para fumar. El cubano se puso a chillar y la otra contestó más alto.
Pero, el conflicto llegó con algo que aún no habíamos visto en ‘Pesadilla en la Cocina’: una bronca con un cliente. El tal Pancho sacó las uñas contra un tipo que le pidió que le quitara las escamas a un pescado.
En mi casa, el cliente no siempre tiene la razón.
Dijo el dueño tras chillarle al cliente.
Yo milagros y magia no sé hacer. Nos vemos mañana.
Le respondió un decepcionado Chicote al irse bajo una música de misterio…
LA TERAPIA Y LA REAPERTURA
Chicote se reunió a la mañana siguiente con el dueño y la cocinera para hacer su ‘magia express’ y cambiarles la mentalidad en cinco minutos a base de frases hechas.
El caso es que, tras volver a discutir, el cubano y la rusa descubrieron lo mucho que se quieren y prometieron respetarse siempre. ¡Ja! Nadie se lo cree pero, bueno, cuela.
Mientras, el equipo del programa reformaba el chiringuito y le cambiaba el nombre: ahora se llama ‘El cubano’. Y así, a ritmo de salsa, los empleados se emocionaron, se abrazaron y lloraron de alegría. ¿Qué pasó después? ¿Lo de siempre? No. Éste fue un clímax de capítulo único y brutal.
Todo empezó bien con ganas, pero pronto llegó el caos.La cocinera se volvió loca porque no entendía la nueva carta, las comandas no salían y el dueño explotó.
¿Toda la semana para esto? ¿Toda la semana? ¡No me jodas! Si no lo haces como yo te digo, mejor pégale fuego al puto chiringuito y adiós.
Le gritó Chicote al cubano mientras que la camarera se ponía a llorar delante de los clientes. Un desastre absoluto.
Al final, todo se calmó pero nosotros, desde casa, nos quedamos con la sensación de que ese restaurante no tiene remedio. Y es que Chicote no se equivocaba, no puede hacer milagros.