Tercer capítulo de la tercera temporada de 'Pesadilla en la cocina' (laSexta)

Una belicosa cocinera entrega la cuchara seducida por Chicote: «Qué guapo es, qué culito tiene…!»

Alberto Chicote viaja a Alcalá de Henares para intentar remontar 'La Barrica' un restaurante dominado por una cocinera algo agresiva pero por una razón

Una belicosa cocinera entrega la cuchara seducida por Chicote: "Qué guapo es, qué culito tiene...!"
Alberto Chicote.

Tres dueños, dos hermanos y un primos, demasiado endebles para dirigir un negocio, y una cocinera aficionada a romper platos y a dar gritos pero a la que no pagan. Estos fueron los protagonistas del tercer capítulo de la tercera temporada de ‘Pesadilla en la cocina’. Lo curioso fue ver a Alberto Chicote lidiar con una mujer que le tiraba los tejos y que, de paso, le pedía un empleo nuevo. Genial.

«¡Qué guapo eres Chicote! Y qué culito tienes…»

Sí, esas palabras salieron de boca de una mujer, Cristina, y pudimos escucharlas el pasado 3 de febrero de 2014 en laSexta. hay que aclarar, que momentos después, esta buena señora, cocinera de profesión y rumana de origen, se dedicó a romper patos y a dar gritos como una energúmena ante las cámaras y a pedirle trabajo el Chef más famoso de la tele:

Por favor, sácame de aquí. llévame contigo o lo que sea.

«¡Qué guapo eres Chicote! Y qué culito tienes…»

Y mientras, el bueno de chicote la miraba como el que observa a un lemur poniéndose hasta arriba de licor de hierbas.

Pero hay más, hacia el final del capítulo. El Chef se fue a buscar a la cocinera a su casa y ésta le recibió con una especie de picardías de leopardo, el pelo suelto, maquillaje poco sutil y cara de «vaya, qué sorpresa, ¿qué haces tú por aquí? Entra, que te enseño mi cuarto» (de hecho se lo enseñó).

“Estas tres personas me deprimen, todo el día estoy con ansiedad”

Y es que ‘Chicote- lover’ lo dio todo anoche, en uno de los capítulos más desternillantes de Pesadilla en la cocina’. El cocinero se fue a Alcalá de Henares para intentar salvar de la ruina el bar de Tapas, ‘La Barrica’.

 

Después de más de 40 años trabajando en bares y restaurantes, siempre como empleados y al servicio de un jefe, tres familiares veteranos de la hostelería deciden hacer realidad el sueño de toda una vida: poder regentar su propio negocio, La Barrica. Un bar de tapas en la ciudad universitaria de Alcalá de Henares.

Se acabó el trabajar para otros. Aparentemente todo parece estar bien pensado, ya que los tres cuentan con una enorme experiencia como camareros, maitres y jefes de sala. Sin embargo, en menos de un año La Barrica parece estar condenada al fracaso. A pesar de las ganas, los tres socios y dueños del negocio son incapaces de ejercer autoridad y se pierden continuamente entre antiguas manías, viejas costumbres que ya no sirven y un descontrol que ha dejado un enorme vacío de autoridad.

Pero como decíamos, el principal problema era Cristina, una cocinera resentida que imponía su ley y se divertía insultando, humillando y martirizando a unos jefes que no eran capaces de imponerse. Y entonces, uno se preguntaba: Pero ¿por qué no la echan? Muy sencillo: Al parecer, le debían dinero. Claro, eso provocaba que la mujer sientiera que podía actuar como le vienese en gana.

El caso es que, como siempre, Chicote llegó, probó al comida, no le gustó y entró en la cocina para ajustar cuentas con la tal Cristina. todo era caos, faltas de respeto, salsas de bote rancias y cías de ojos en plan sexy. Tanto que hasta la rumana, tras montar el escándalo, de pronto, sonreía al Chef de laSexta, le hacía una foto y le pedía amistad vía Facebook.

“He hecho amistad por Facebook con Chicote”

Pero entre tanto grito y tanto flirteo, el negocio no iba mal, iba peor. Los empresarios estaban en la ruina y la única solución era cerrar el chiringuito.

Al final, lo de siempre. Chicote hizo el ‘milagro’ (en un par de minutos) de , con sus palabras, convencer a los dueños para que cambiaran de actitud, visitó a Cristina en su casa (momento tigresa) para que hiciese lo posible por controlarse y el programa remodeló el local con vajilla nueva incluida.

Pero antes del happy end, durante la reapertura del local, la cocinera se puso nerviosa y , al coger un plato (de esos que antes rompía) casi se le rompe un dedo. A eso se le llama justicia poética. La sangre no llegó al río aunque seguro que la mujer disfrutó de los cuidados y los mimos de su ídolo erótico, Chicote. Sí, sí, Chicote.

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Autor

Sergio Espí

Sergio Espí, guionista y crítico de televisión de Periodista Digital, responsable de la sección 3segundos.

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