Por primera vez, ‘Pesadilla en la cocina’ traspasó fronteras y el 17 de marzo de 2014, en laSexta, Alberto Chicote cruzaba el Atlántico e intentaba reflotar un restaurante cubano en Miami. Como siempre, hubo dueños déspotas e irresponsables, camareros ‘frikis’ y comida de mala calidad. Lo curioso es que allí se cocinaba mucho pero no había cocina.
Alberto Chicote: “Es la primera vez que veo un restaurante sin cocina”
Fue un programa de esos que venden como ‘especial’, destinado a competir con ‘bestias’ televisivas como son ‘Supervivientes 2014’ (que se estrenaba esa noche en T5) y ‘Velvet (en A3). Al final, ‘Pesadilla en la cocina’ no salió mal parado (un 10.2% de share) y todo porque Alberto Chicote, por primera vez, cruzó el charco. No fue un mal episodio pero sí algo aburrido. Además de que estaba enmarcado en Miami y de que el restaurante carecía de una cocina profesional, el resto nos supo a más de lo mismo.
Como decíamos, Chicote cruzó el Atlántico para atender la llamada de socorro de un restaurante en Miami, el Sip. Un local latino de comida internacional con una singular historia a sus espaldas: el Sip estaba regentado por un matrimonio de balseros que escapó de Cuba hace más de diez años y por una pareja de ex policías con altas pretensiones para su local.
Aunque el restaurante estaba ubicado en una lujosa zona de Miami, aquello era un verdadero desastre. Nada más llegar, Chicote charló con una de las dueñas, Marelys quien le contó una estremecedora historia de superación protagonizada por ella y su marido, que después de 16 duros intentos, consiguió escapar de su país para vivir el «sueño americano». Pusieron en peligro sus vidas y las de sus hijos, vivieron largos días de espera y separación en sus conatos de huida e incluso sufrieron la soledad de la cárcel.
Chicote, como siempre, entró y pidió algo de la carta. Se lo sirvió una camarera más pendiente de su físico que de hacer bien su trabajo (el tonteo con el chef fue de lo más divertido del capítulo). La comida era grasienta y mediocre, pero la sorpresa llegó cuando el Alberto Chicote descubrió lo nunca visto: el restaurante no tenía cocina.
¿En Cuba se usa la palabra flipar? Pues eso estoy haciendo yo. Estoy flipando.
Camarera: “Hago actividad física de la que nos gusta”
Dijo Chicote escandalizado. La única fuente de calor que tenía el local para preparar la comida caliente eran hornillos portátiles similares a los camping-gas. La cocinera, aunque era la única profesional, se volvía loca entre tanta precariedad. Y no sólo eso, la falta de extracción de humos era algo intolerable y peligroso, lo que ocurre es que no tenían licencia para eso (se habían gastado todo en la licencia de alcohol, que cuesta más de 200.000 dólares)
El primer servicio de cenas que vimos fue tenso. Más de lo normal. Hasta allí apareció un famoso presentador de TV, Javier Ceriani, que habló de mala manera al camarero y exigió uno de habla hispana. Al final, el caos fue tal, que el ‘VIP’ se fue como vino.
También salió huyendo la cocinera, agobiada por los gritos de su jefe. Al final, Chicote se ganó su confianza e hizo de volviese.
Tras descubrir la indecente deuda que asolaba al local (más de 600.000 dólares) y la falta de profesionalidad de los dueños,vimos la clásica escena pseudo lacrimógena en la que todos prometieron cambiar, el local se rebautizó como ‘Flor de Tapa’, se consiguieron los permisos necesarios, se instaló una cocina al uso y aunque la reapertura fue tensa, todo salió más o menos bien.