Una directora de marketing de una empresa de belleza escucha cómo sus empleados la ponen a parir

‘El jefe infiltrado’ se despide con el momento más humillante: «Te sobran unos kilitos»

El programa consiguió un 10% de share en su cierre de temporada en laSexta

'El jefe infiltrado' se despide con el momento más humillante: "Te sobran unos kilitos"

El programa revelación del 2014 en laSexta, ‘El jefe infiltrado’ despidió su primera temporada el 22 de mayo de 2014 ante el 10% de la audiencia y con un capítulo atípico. Para empezar, el jefe infiltrado era mujer y ni siquiera era jefa como tal, sino directora de marketing de una compañía de tratamientos de belleza. La pobre mujer, una vez metida en su papel de espía, tuvo que padecer toda clase de humillaciones; primero la llamaron gorda, luego sufrió un ataque de risa mientras le depilaba las orejas a un cliente y para colmo, escuchó cómo un franquiciado ponía a parir su trabajo sin saber quién era ella realmente.

Anoche, ‘El jefe infiltrado’ parecía un capítulo de ‘Betty la fea’ o de ‘Cita a ciegas’. Todo el mecanismo de la trama se basó en humillar al personaje principal que, en este caso era una mujer. La empresa elegida para el episodio fue D-Beauty Group, líder en España del sector de la belleza y el cuidado corporal. La compañía fue fundada por dos amigas, pero ninguna de ellas podía ‘infiltrarse’ ya que eran muy conocidas por sus franquiciados. Por ello, las dueñas encomendaron la ‘misión a Marta Martín, su directora de Marketing.

Así pues, la infiltrada tuvo que cambiar su look de ejecutiva por el atuendo de ‘perroflauta’ y se convirtió en Laura Jiménez, una chica que no había dado palo al agua en su vida. La intención era que sus nuevos ‘compañeros’ creyeran que las cámaras la seguían porque protagonizaba un reportaje sobre ‘ni-nis’, jóvenes que ni estudian ni trabajan y que quieren dejar de serlo.

En su primer día, Marta conoció a Raquel, franquiciada de D-beauty Group y una choni de aquí te espero (recubierta de maquillaje, pedrería y pelo de barrio) que lo primero que hizo nada más ver a la ‘novata’ fue decirle:

A ver corazón, cuando tú das asesoramiento nutricional tienes que dar ejemplo. ¿Qué quiere decir? Que si te sobran unos kilitos te los vas a tener que quitar.

O sea, que la llamó gorda en toda la cara. La verdad es que no era para tanto.

Raquel: «Lo de la mano en los bolsillos ¿qué es, de barrio? Queda fatal»

El caso es que la tal Raquel era la típica dependienta que te acorrala y a la que terminas comprándole de todo por puro miedo. Eso sí, no vuelves a su tienda jamás. Y no sólo eso. Se pasó el día humillando y dando lecciones de estilo a la ‘jefa infiltrada’. Y para colmo, una de las fundadoras de la empresa se pasó por allí y a Raquel le faltó tiempo para criticar a la nueva.

Lo gracioso de este capítulo es que ‘la jefa infiltrada’ era también empleada, por lo que tenía que pasar una especie de examen ante sus superiores. Pobre mujer, sobre todo si tenemos en cuenta que, más allá de su papel como inepta, como trabajadora era un pan sin sal…

Al día siguiente, Marta acudió a un centro de Las Rozas (Madrid) en el que no seguían las normas de marketing de la empresa (o sea, las que ella impone) por lo que el franquiciado va por libre. Allí, la ‘infiltrada’ tuvo que depilar el torso de un hombre mientras se partía de la risa.

Marta: «Voy a acabar con brazos de churrero»

La tensión llegó cuando Marta conoció al dueño de la franquicia, que, sin saber con quién estaba hablando, comenzó a criticar la página web de la empresa, la misma que había creado la ‘infiltrada’ como directora de marketing que es.

El tercer día, Marta visitó una franquicia en Málaga que iba muy mal de ventas. Allí sufrió un ataque de risa (otro) mientras que le depilaba las orejas a un hombre, lo que provocó la ira de Pilar, la encargada.

Pilar: «Tu eres mi empleada y ese día te pongo en la puerta»

El problema de la franquicia malagueña no era otro que el caos absoluto. La tal Pilar intentaba hacerlo todo a la vez y no podía. Por eso perdía clientes y estaba al borde de la ruina.

Y luego llegó la escena más típica y menos creíble de ‘El jefe infiltrado’, aquella en la que los trabajadores se sinceran y cuentan cosas íntimas que nunca le habían desvelado a nadie. ¿Y lo hacen delante de las cámaras?

Ocurrió al cuarto día, cuando Marta conoció a Mila, una brasileña encargada de la pedicura y la manicura, que confesó su dramática vida: un novio y tres hijos en paro, mucho esfuerzo, una madre a la que hace años que no ve….

Y por fin llegó el día de la ‘revelación’, cuando Marta tuvo que rendir cuentas con sus empleados. Y como siempre, hubo reprimendas (o semi reprimendas) y regalos, muchos regalos.

Raquel: «No traté de ridiculizarte en ningún momento»

 

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Autor

Sergio Espí

Sergio Espí, guionista y crítico de televisión de Periodista Digital, responsable de la sección 3segundos.

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