Estamos ante la primera gran polémica televisiva del 2016. El 3 de enero de 2016 Carlos Herrera escribió un artículo contra los antitaurinos y citó, sin dar nombres, al presentador Risto Mejide. Este respondió con un irónico tuit pero un día más tarde escribió en su blog una carta demoledora contra la fiesta de los toros y contra el locutor de la COPE.
EL ORIGEN DE LA POLÉMICA: RISTO VS ‘EL JULI’
Todo comenzó el 15 de diciembre de 2015 fue un buen ejemplo de cómo Risto Mejide devora a sus invitados de manera excesiva en ‘Al Rincón’ de Antena3. Uno de los entrevistados de la noche fue Julián López ‘El Juli’ y, nada más verle, el publicista le dijo:
Me declaro antitaurino.
El torero, declarándose «pacifista» se justificó alegando que:
Hay que separar el animalismo de la tauromaquia. La cuestión es saber por qué vive el toro bravo, que está creado para la tauromaquia.
Yo no amanezco y soy torero para matar un animal a sangre fría. Tengo una vocación artística donde me enfrento a un toro que me puede matar, y yo a él
Risto contraatacó llamando a su invitado «bárbaro» y «asesino en serie» -unas palabras que ya se repiten, pues a Francisco Rivera Ordóñez le espetó lo mismo en en ‘Viajando con Chester’ (Cuatro)-.
El Juli le respondió:
A ti no te parece artístico el toreo. Hay seis millones de personas que van a la Fiesta al año y no son ningunos bárbaros. Y yo no soy ningún bárbaro
HERRERA CONTRA RISTO
El 3 de enero de 2016, el periodista y director del matinal radiofónico de la COPE, Carlos Herrera escribió una columna para la revista XL Semanal donde criticaba a los antitaurinos y hacía una clara referencia a Risto Mejide:
Independientemente de las valoraciones que queramos establecer de este fenómeno cultural de masas, pregunten ustedes a la hostelería adyacente o al transporte de cualquier ciudad con plaza de toros lo que supone una tarde de toros.
Y ahora díganle que ustedes quieren prohibirlo porque no les gusta. O que forman parte de estos tontos en serie, con programas de televisión incluidos, que consideran a los toreros asesinos en serie. Y así. Feliz 2016
Inmediatamente después, Risto respondió a Herrera con un tuit en el que decía simplemente:
Es todo un halago viniendo de quien viene.
RISTO CONTRAATACA
Pero Risto no se conformó. El 4 de enero de 2015, el publicista escribió en su blog una extensa carta en la que atacaba sin pudor la fiesta de los toros y en la que se atrevía a atacar a Herrera, recordándole, por ejemplo, su polémico selfie tras los atentados de Paris.
Risto comienza su carta defendiéndose de Herrera atcacándole sin pudor:
Soy tonto. Sí, ya sé que para muchos, hasta aquí, ninguna novedad. Los que mejor me conocen ya lo tienen más que sufrido y comprobado. Pero es que ahora, además, he sido recalificado -imagino que con intención peyorativa- por Carlos Herrera, conocido periodista que ha utilizado su columna en el XL Semanal para llamarme tonto, y por si fuera poco, le ha añadido ‘en serie’ para lucirse con su original juego de palabras. Soy un tonto en serie. Llega tarde, pero llega.
El ocurrente jueguecito viene porque hace poco llamé a la cara «asesino en serie» a un torero. Bueno, de hecho ha sido a dos «maestros», el otro fue hace casi un año, aunque el señor Herrera se haya enterado ahora.
Y qué le voy a hacer, como soy tonto lo pienso volver a hacer cada vez que se me presente la ocasión. Me gusta calificar a la gente cuando la tengo delante, no desde lejos, a sus espaldas o a través de un broche final en un artículo sin siquiera atreverme a dar el nombre y apellido de quien estoy hablando. Seré tonto, sí, pero no cobarde.
A continuación, Mejide vuelve a abrir el debate sobre la fiesta de los toros:
A lo que iba, que soy muy tonto. Eso sí, no considero que la especie humana sea la mejor del reino animal. Más bien creo que somos de lo peorcito. No hay más que escuchar de tanto en tanto a gente como Jonas Salk, prestigioso virólogo estadounidense y desarrollador de la vacuna contra la polio: «Si desaparecieran todos los insectos de la tierra, en menos de 50 años desaparecería toda la vida. Si todos los seres humanos desaparecieran de la tierra, en menos de 50 años todas las formas de vida florecerían». Otro tonto, imagino.
Precisamente por eso, y aún sin salir de mi tontería, puedo atisbar que matar a otro animal con el único propósito de entretenernos resulta un acto de barbarie anacrónico y repugnante, impropio de una sociedad que se considera a sí misma civilizada. Y justificarlo me sigue pareciendo tan inmoral como ridículo, por más razones que se me den. A saber.
La primera, la económica. Porque el artículo del señor Herrera, titulado «El impacto económico de la tauromaquia», aparte de incurrir en varias inexactitudes desmentidas desde hace tiempo por sucesivas encuestas Gallup, se tira su buena página intentando justificar la existencia de «la fiesta» por su aportación a la economía local y estatal.
Imagino que si ése es su argumento, el señor Herrera estará a favor de legalizar el tráfico de drogas, el de armas y el de personas. Juntas suponen más de 680.000 millones de euros en total, nada más y nada menos que el 1’5% del PIB mundial. Si la aportación a las arcas del estado legitima moralmente cualquier actividad, no sé por qué no empezamos por ahí y nos dejamos de hostias.
La segunda, la ontológica. Es que si no existiera la fiesta, el toro bravo hace tiempo que se habría extinguido. Ahá. El mismo argumento que utilizaban los racionalistas liberales del siglo XVII para justificar la esclavitud -y recordemos que para ellos, los esclavos tampoco eran precisamente «seres humanos»-. Vamos, que traer a este mundo a un ser vivo -o salvarle excepcionalmente de la extinción- te autoriza automáticamente para matarlo cuando y como tú quieras. Bueno es saberlo. Idea de negocio: montar un parque natural para quemar linces vivos mientras se graban sus gemidos en CD y otro para asfixiar pandas en cámaras de gas y regalar los esqueletos a los visitantes. Que se jodan, si yo los reproduzco, yo me los cargo cómo y cuando quiero. Cobraré buena entrada, eso sí. Que hay que contribuir al PIB.
La tercera, la instrumental. Si estás contra la tauromaquia, estás contra el consumo de carne. Gente que pone al mismo nivel supervivencia y espectáculo. Y yo me pregunto, por qué en vez de agua y alimentos durante el resto de su vida, les damos sólo entraditas para ir a ver sus toros. Igual así al animal muerto y calentito empiezan a mirárselo con otros ojos.
Y la cuarta, la más peregrina. La tradición. Hemingway, Picasso y un sinfín de artistas que avalan desde sus tumbas que sigamos torturando a nuestros compañeros de viaje por el universo. Oigan, Sir Arthur Conan Doyle, el genial creador de Sherlock Holmes, también era un ferviente devoto del espiritismo, así que aún no entiendo por qué en vez de calculadora a los chavales no les educamos con una ouija. Claro que estos jamás se acuerdan de eminencias como Cicerón, que se opuso enérgicamente a los espectáculos de circo con fieras, o como el gran Unamuno, a quien las corridas de toros literalmente le repugnaban.
Y por último, Risto vuelve a referirse a Carlos Herrera, recordándole su selfie tras los atentados de París:
Dicho esto, mientras esa «fiesta» que no es mía sea legal en nuestro país, no concibo combatirla con otras herramientas que las que nos otorga la ley. Ni amenazas, ni coacciones, y por supuesto, jamás aceptar que nadie coarte mi libertad de expresión. Y mientras, con el permiso de todos, seguiré disfrutando de las amistades que no piensen como yo, pues en la disensión está la riqueza. Incluso a riesgo de ir quedando de tonto ante gente como Carlos Herrera, el periodista que se hace selfies donde acaba de haber atentados, cosa que tampoco entiendo, debe de ser cosa de listos y yo no llego.
De cualquier modo, qué quiere que le diga, si al final ser tonto en serie significa coincidir en argumento y posición con gente como José Saramago, Salvador Pániker, Francisco Umbral, Eduard Punset, Jesús Mosterín o Jorge Wagensberg, por favor llámeme tonto.
Pero en serio.