Ya no cabe la menor duda de que la segunda temporada de ‘Casados a primera vista’ es mucho mejor que la primera. En su capítulo dos, emitido el 18 de enero de 2016 en Antena3, pudimos ver las novedades de esta edición, con boda gay incluida y mucho sexo la primera noche.
‘Casados a primera vista’ es un programa que funciona. Es el mayor acercamiento que ha tenido A3 al mundo del reality en años, aunque sin perder su identidad como cadena (es decir, que no es como los realities de T5). Durante la primera temporada echamos en falta más mala leche, más locura y más ritmo pero en esta segunda, la cosa ha cambiado.
Desde su estreno, la segunda temporada de ‘Casados a primera vista’ ha marcado la diferencia. Hay más ritmo, se centran más en lo ‘importante, y se han introducido componente dramáticos más potentes (la ex malvada, la suegra celosa…). Está lejos de la maestría psicodélica del mundo tróspido de Cuatro ( ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo? ‘Un príncipe para…’) pero no pasa nada.
Como decíamos, en el capítulo dos de la segunda temporada, emitido el 18 de enero de 2016, hubo mucha acción. De todo tipo.
PROBLEMAS CON LA SUEGRA
En primer lugar, recuperamos a una de las dos parejas que se habían casado en la entrega anterior, Jonathan y Sabrina. Su banquete de bodas era perfecto. Todo el mundo estaba muy feliz: Problema, la madre de él, Marisa. Ay, las suegras. Y es que a esta buena señora no le gusta nada su nueva nuera (o ninguna en general), sobre todo porque ésta, no tiene ningún tipo de miramiento para con ella (momentazo en el que Sabrina le da el primer trozo de pastel a su madre y no a la de él, que la miró con ojos asesinos).
Eso sí, de momento, Jonathan ha pasado de su madre y se fue directo a la suite nupcial a disfrutar de su noche de bodas. Su flamante y desconocida esposa se puso un picardías y…Suponemos que hubo sexo pero es A3, no lo sabemos a ciencia cierta.
PROBLEMAS CON LA EX
Algo parecido les pasó a los otros dos que conocimos la semana pasada, Mónica y Pedro. Se supone que al final ‘consumaron’ el matrimonio pero antes, ella se puso muy celosa, y con razón, porque él había invitado a la boda a su (malvada) ex. Eso sí, el banquete, al final fue desternillante, con baile (loco) del padre de ella incluido.
PRIMERA BODA GAY
Y después, llegó el gran momento de conocer a José Ramón y a Alberto, la primera pareja gay del dating show. Recordemos que aquí hay truco. Y es que, al más puro estilo de ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?, se les ha colado un supuesto ‘chapero’ gay (Alberto, que se presenta como bailarín) aunque no sabemos si esto es algo que se sabrá durante el programa o no.
Y precisamente fue Alberto el que estuvo menos receptivo cuando conoció a su futuro marido. No era su tipo, al parecer. Es más, le dijo a José Ramón que nada de «picos y morreos». Sólo puedo decir que, en el avance de la semana que viene, hay mucho más que besos entre ellos dentro de un jacuzzi…
MAL ROLLO EN UNA DE LAS PAREJAS
Y por último conocimos a Andrea y Bernardo. Esta pareja es oro televisivo. ¿Por qué? Porque no se soportan. Desde el primer momento. Bueno, ella no le soporta a él. Lo cierto es que la boda fue muy incómoda.
Bernardo es un asturiano rural y muy conservador al que le gusta que le preparen la comida cuando llega de trabajar (de hecho vive con su ex). Aunque hay que decir que, a priori, es un tipo encantador, noble y bonachón.
Andrea, por su parte, es una amante de los animales que lleva el pelo de color…. ¿De qué color es? …No sé, entre rojo, morado y rosa. El caso es que es un poco seca ella, la típica que dice que quiere un hombre noble y bueno en su vida pero que siempre termina con el ‘malote’ de turno.
Cuando se conocieron en el altar, a él le gustó ella pero no fue recíproco. No hubo química. Es decir, que Andrea quería salir pitando de allí, algo que se demostró momentos más tarde cuando, en su primera conversación a solas, ella, a una distancia considerable de él, respondía con monosílabos. Ansiosos estamos por saber qué va a pasar con estos dos.