El 1 de febrero de 2015, Canal+ se despidió para siempre de la audiencia española y nació #0, el nuevo canal de Movistar +. El programa encargado de dar el pistoletazo de salida fue ‘Likes’, un magacín conducido por Raquel Sánchez Silva y producido por 7 y acción (El Hormiguero) que, en su debut no fue más que un batiburrillo caótico y desordenado donde gritaban más que en ‘Sálvame’. Eso sí, hay que darle tiempo.
#0 ha llegado no sólo para sustituir a Canal+, sino para ser el referente de la televisión de pago en nuestro país. Se acabó aquello de dar sólo contenido extranjero sino apostar, de manera definitiva, por la producción propia (como se lleva haciendo en EE.UU. desde hace décadas) y crear un nuevo modelo audiovisual, casi inédito en España (se supone que aquí no se persiguen los datos de audiencias, sino la calidad y la excelencia).
Hace un par de semanas, ya tuvimos el primer aperitivo de #0: Late-Motive, el late-night de Buenafuente, que es más de lo mismo pero que dura menos que los anteriores trabajos del presentador, por lo que se dejar ver.
Pero el programa con el que el nuevo canal ha debutado de manera oficial ha sido ‘Likes’, una especie de magacín producido por ‘7 y acción’ (El Hormiguero) que recuerda demasiado a los inicios de Cuatro, a aquellos programas bienintencionados y ‘gafapastas’ (ahora ‘hipsters’) que presentaban personajes como Ana García Siñeriz.
El motor de ‘Likes’ se supone que son las redes sociales y el mundo de internet en general. Es decir, que acota a un público muy concreto, pero de momento no ha encontrado su voz. O tal vez el problema es que tiene demasiadas voces.
El primer programa, en riguroso falso directo, fue un auténtico caos. Para empezar, no había estructura alguna. La escaleta era un ir y venir de personajes. También es cierto que había demasiados colaboradores y había que presentarlos a todos, pero la manera de despacharlos era absurda. Por ejemplo, a Chenoa ni la dejaron hablar (ojo, no sé si eso es bueno o malo).
Raquel Sánchez Silva, que ha dejado su fructífera carrera en Mediaset para meterse en la tele de pago, estaba, al menos ayer, histérica, sobreexcitada, extraña. A su lado, Alaska y Mario Vaquerizo, eran corderitos mansos haciendo las veces de coro griego. Decían frases sueltas, algún que otro chiste y se reían muy muy alto. Todo para darnos a entender que aquello era la monda.
Hay que tener en cuenta que ‘Likes’ dura una hora, cosa que está muy bien, pero es muy poco tiempo para la cantidad de personas que trabajan allí. Todo es demasiado atropellado, demasiado torpe, demasiado sonriente de más.
El único que no sólo habló, sino que se le entendía cuando hablaba, fue Alberto Rey. El crítico de televisión de El Mundo estuvo irónico y, gracias a dios, calmado. Lo malo es que Sánchez Silva, en su histérica necesidad de protagonismo, no le dio suficiente cancha.
Repito que sólo estoy hablando del piloto. Que un programa de estas características no encuentra su camino ni en un día ni en diez. Hay que ajustar tiempos, quitar secciones, añadir otras, acercarse más a la actualidad…
Lo que debería hacer ‘Likes’ es dejarse de pudores (que para eso están en la tele de pago) y centrarse en el humor más gamberro. Algo así como lo que ‘Zapeando’ debería ser de no estar en laSexta.