¡Atentos a la gran pantalla! Este 7 de octubre de 2016 es el día para no hacer planes. Sólo es mirar la cartelera y ver en qué cines se emite la tercera película de Juan Antonio Bayona, ‘Un monstruo viene a verme’. Se trata de un cuento emocionante que debería estar patrocinado por Kleenex.
MELODRAMA VS CINISMO
La tónica en el arte en general y en el cine en particular es la de despreciar la expresión pura del sentimiento. Lo que vale ahora es la sutileza, el cinismo. Por ello, géneros antaño tan respetados como el melodrama son ahora mirados con desdén y desterrados con clichés sexistas y/o clasistas. Craso error.
Melodrama, en realidad, significa drama con melodía. Es decir, inyectar música, luz y ritmo a la tragedia.
Eso es lo que ha hecho J.A Bayona desde el principio de su carrera, ya sea con fantasmas (‘El Orfanato’), con la espectacularidad exótica de un tsunami (‘Lo imposible’) o con un monstruo narrador de historias como en la que nos ocupa.
UNA HISTORIA DE HERENCIAS
Bayona ha hecho un melodrama, sí. Ha abrazado el género sin pudor, pero ha respetado sus normas, y ha sido excesivamente cauto a la hora de contener las lágrimas, las suyas, las de sus personajes y las nuestras.
La de ‘Un monstruo viene a verme’ es una historia de herencias, tanto en su contenido como en su creación. La idea original la tuvo Siobhan Dowd, una conocida autora de novelas infantiles inglesa que quería explicarle a sus hijos su propia enfermedad terminal.
Pero Dowd no pudo terminar su obra y una agente literaria le cedió el testigo a Patrick Ness, quien .tras pensárselo mucho, decidió darle su propia forma a la historia de Conor O´Malley (Lewis MacDougall), un chico de 13 años que, debido al acoso escolar que sufre en el colegio, además de la grave enfermedad que padece su madre, ha desarrollado un mundo de fantasía en torno a hadas, duendes y demás criaturas maravillosas, que le permite escapar de su rutina y superar sus miedos.
A través de la ventana de su habitación, el protagonista puede divisar un árbol que se ha mantenido en pie desde hace miles de años. Unos minutos después de la medianoche, Conor despierta y se encuentra un monstruo en la ventana.
Pero no es el monstruo que él esperaba, el de la pesadilla que tiene casi todas las noches desde que su madre empezó el duro e inacabable tratamiento. No, este monstruo es algo diferente, y quiere lo más peligroso de todo: la verdad. ¿Podrá este increíble árbol que ha cobrado vida en su imaginación ayudarle a superar sus problemas?
LA VISIÓN DE BAYONA: DIFICULTADES DE VENTA Y EL TRIUNFO DE LA EMOCIÓN
Y con este material, Bayona vio su perfecto regreso al cine tras sus dos primeros éxitos.
De hecho, el catalán ha seguido con la estela del legado y fiel a esta idea le ha dado un giro final a la historia en una escena final que si bien puede chocar a los fans de la novela, ya que cambia el sentido del relato, es totalmente coherente con el espíritu de lo que se quiere narrar.
‘Un monstruo viene a verme’ es un producto arriesgado por inclasificable. ¿Es para niños? ¿Para adultos? ¿Es de intriga? ¿De fantasía? ¿Cómo se puede vender una historia así? Diciendo que te va a remover, que las lágrimas que eches no van a ser gratuitas y que es todo lo que se espera de una película: entretenimiento, emoción y reflexión.
En su metraje, el filme plantea un proceso psicológico de duelo a través de la fantasía de manera perfecta. Esta es una historia de redención, a través de la mentira se puede llegar a la verdad, como el arte nos puede liberar de la culpa.
La labor de Bayona destaca en la incursión de la fantasía dentro de una realidad tan áspera.
Apostando por varias formas narrativas, la proeza del director reside en que nada desentona. No hay sensación de separación de mundos (como sí sucedía, por ejemplo en ‘El laberinto del fauno’) sino que las distintas realidades se sobreponen y se entremezclan con toda naturalidad.
EL PUNTO FLACO
Lo malo es que hay aspectos de la historia que sí que funcionan en la novela y que sin embargo rozan lo excesivo en la gran pantalla. Hablo concretamente del acoso escolar.
Entiendo su poder dramático dentro de la trama y de su metáfora como desajuste social del protagonista pero claro, hablamos de un niño con una madre moribunda, con una abuela medio nazi y con un padre ausente. Ponerle también a unos matones en el colegio que le dan palizas día sí y día también pues como que ahoga un poco.
EL REGALO
Pero Bayona es muy listo y sabe controlar perfectamente la emoción con una labor de montaje única. Siempre se está al límite del llanto, del exceso, del morbo, pero no se sobrepasa hasta que llega un clímax que lejos de ser un festival lacrimógeno y gratuito, deviene en pura honestidad. Uno llora por identificación, por humanidad, no porque te hayan manipulado.
‘Un monstruo viene a verme’ es una película que debería debatirse en las escuelas, un regalo. No hay sutilezas, es verdad, pero tampoco es pornografía emocional. El truco, como siempre, está en el equilibrio. Enhorabuena.