Este miércoles 24 de mayo de 2017, A3 estrena ‘Lo que la verdad esconde: El caso Asunta’, serie documental de 3 episodios producido por Bambú (‘Velvet’).
Calidad cinematográfica, respeto y entretenimiento puro, digno de cualquier ficción de éxito. Un producto, que si funciona, pondrá de moda un género que cambiará la televisión de nuestro país.
UNA PRESENTACIÓN INSÓLITA
Durante la presentación de ‘El caso Asunta’ ocurrió algo insólito. Tras la proyección del primer episodio, el productor (y dueño de Bambú), acompañado por el director de la serie, Elías León Siminiani, y una investigadora se dispusieron a hablar con los medios. Y hablamos, mucho.
Un servidor jamás ha asistido a una rueda de prensa semejante. Nadie quería irse. Estuvimos más de dos horas interrogándoles sobre el caso, ansiosos por saber, por entender, por digerir lo que acabábamos de ver.
EL ‘TRUE CRIME’: UNA NUEVA ERA EN ESPAÑA
Con el caso Asunta se inicia ‘Lo que la verdad esconde’, nuevo formato de A3 con el que se instaura el llamado ‘true crime’ en la televisión en abierto de nuestro país. Este género se basa en la investigación periodística de un crimen real pero con un empaque cinematográfico. No hablamos de los típicos reportajes morbosos. Esto no es ‘Comando actualidad’, ni ‘Equipo de investigación’, ni Gloria Serra y ni mucho menos Nacho Abad.
Esta nueva apuesta de Atresmedia viene a rebufo de éxitos internacionales que han calado en nuestro país gracias a plataformas como Netflix o HBO.
Hablamos de ‘Making a murder’, ‘The Jinx’, ‘Beware the Slenderman’ o la más reciente ‘The Keepers’. Todas ellas, series que bien podrían competir con cualquier ficción de éxito.
El truco del ‘true crime’ es el enfoque y el envoltorio. Hay muchísimo trabajo detrás. Se pueden tardar años en grabarse y otros tantos en ordenar y montar el material. No son productos rápidos, encadenados sin remedio a la actualidad y a la inmediatez.
En España, el referente más cercano es ‘Muerte en León’, serie de Movistar+ sobre el crimen de Isabel Carrasco que se convirtió en el mejor estreno televisivo del 2016.
‘El Caso Asunta’ está a la altura de todos los referentes mencionados e incluso los supera. La diferencia es que se ha hecho para la televisión en abierto, por lo que es menos árido que ‘Muerte en León’, por ejemplo, más accesible aunque igual de poco sensacionalista.
CRÓNICA DE UN CRIMEN ¿RESUELTO?
La historia es de sobra conocida. O no. El 22 de septiembre del 2013, a las afueras de Santiago de Compostela se encontró el cuerpo sin vida de Asunta Yong Fang Basterra Porto. Los padres de la niña, la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, fueron los principales sospechosos desde un primer momento.
Dos años después, Rosario y Alfonso fueron encarcelados en el penal coruñés de Teixeiro, acusados del asesinato de Asunta.
LA PASIÓN DE RAMÓN CAMPOS
Habrá quienes tengan prejuicio con la historia. Que piensen que no es necesario remover algo tan truculento, que prefieran irse a otra cadena con espectáculos más luminosos. Además, ¿No está todo dicho ya sobre este crimen? ¿Acaso no se ha condenado ya a los culpables? Pues están muy equivocados.
‘El Caso Asunta’ es televisión de la que sentirse orgulloso. Un producto necesario, entretenido; que no juzga ni condena; que profundiza y no confunde. Y todo esto sale de la pasión de un solo hombre: Ramón Campos.
El guionista y productor, como gallego que es, se obsesionó con el caso desde el principio. Pero lo que le hizo tirarse al barro y adentrarse en esta trama de parricidios y dobles caras, fue cuando su hermana, pedagoga de profesión, le confesó que algunos niños con los que trabajaba, tras ver las noticias, le habían preguntado: «¿Mis papás me pueden matar?»
¿QUIÉN PUEDE MATAR A UN NIÑO?
Esta cuestión, la posibilidad incomprensible de que unos padres puedan asesinar a su hijo fue lo que impulsó a Ramón a meterse en una aventura poco rentable a nivel empresarial pero que, sin duda, le ha regalado el mejor trabajo que ha hecho Bambú hasta la fecha.
Cuando uno ve la serie, se nota, en cada fotograma, que ahí detrás hay mimo, entrega, pasión. No se pasa nada por alto. Se lucha todo el tiempo en no caer en el amarillismo. Hay una obsesión concreta por no rendirse al morbo, por no juzgar, pero tampoco se rechaza su capacidad para entretener. Directamente no se puede apartar la mirada de la televisión. Ni durante ni después.
‘El caso Asunta’ genera debate desde el primer momento. Deja que el espectador sea el detective, el juez, y el voayer de un trama tan polémica como extraña. Sí, aquí hay dos condenados pero ¿por qué? ¿Cuál fue el móvil del crimen?
Los medios han especulado hasta la saciedad. Que si Rosario se quitó a su hija de en medio porque quería ser ‘libre’, que si había abusos sexuales, que si existía una herencia de los abuelos… Nada de esto es cierto o se sabe con exactitud.
Y son los mass media el otro foco en el que se sustenta la serie. En medio de la dictadura por el titular y por el tráfico en internet, los periodistas nos lo hemos pasado ‘pipa’ con este caso. Hemos difundido rumores o malinterpretado hechos. Una vez más, el juicio paralelo ha sido, con y sin razón, desproporcionado.
Y lo mejor de ‘El Caso Asunta’ (la serie) son sus decisiones visuales y estéticas. Hay buen gusto, contención y creatividad para que el espectador no se pierda sin necesidad de recursos narrativos tan pobres como la voz en off o la reconstrucción de los hechos.
Me da igual el dato de share que vaya a hacer ‘Lo que la verdad esconde: El caso Asunta’. La serie es un triunfo en sí misma. Un producto trascendental, serio, popular y que ha dado un golpe en la mesa. Con esto, Ramón Campos, Bambú y A3, han demostrado que España, aunque sea tarde, se pueden hacer cosas así. Bienvenido el true crime. Ojalá se ponga de moda.