El lunes 16 de octubre de 2017 se estrenó la temporada final (que es en realidad la segunda parte de una única tanda de episodios) de ‘La casa de papel’, una serie que ya es de culto y que nos ofreció un nuevo capítulo de infarto.
Caretas fuera. Así, literalmente, afronta la serie de Antena3 su recta final. La acción y la locura se desatan. No hay lugar para las tramas de relleno o los lugares comunes. A partir de ahora, entramos en terreno desconocido, lo que, para el espectador, es puro gozo -y habla alguien que nunca ha sido un gran fan de la creación de Álex Pina (‘Vis a Vis’)-.
Nunca estuve muy convencido del efecto enganche que pudiera tener ‘La casa de papel’. Su piloto, si bien estaba perfectamente montado, fotografiado e ideado, no me entusiasmó. No me veía capaz de seguir su trama durante muchas entregas. Su hándicap era, a priori, la previsibilidad, el tener a unos ladrones y sus rehenes encerrados en un mismo lugar. Sabes que la historia, por loca que sea, no va a salirse de ahí, que era difícil de sostener y que te valdría con ver los últimos episodios para satisfacerte. Pues va a ser que no.
Dejé de ver ‘La casa de papel’ en el capítulo cuarto. Luego, ‘obligado’ por el tedio del mes de agosto, me reenganché sin prestarle demasiada atención y bueno… No estaba mal. Y de repente, el primer episodio de esta nueva temporada me provocó una adicción insólita.
La serie es tramposa, ‘copiona’ (no es que beba de otras fuentes, es que se ahoga en ellas) e incongruente por momentos pero qué buena es, qué divertida y qué bien hecha está (decir que un capitulo es entretenido durando 70 minutos es el mejor de los elogios).
En el episodio 10 me faltó la respiración, sobre todo en el montaje final y ese giro loco conclusivo que me obliga a pedir al departamento de prensa de Anetan3 el próximo capítulo por adelantado. No puedo contener la curiosidad, el ansia. (No, no voy a hacer spoilers).
Ahora sí que ‘La casa de papel’ merece todos nuestros halagos. Una serie no debería ser aplaudida sólo por tener planos chulos y por decir palabrotas. Este producto en concreto ha encontrado, quizá tarde, su lugar en un mundo de espectadores adultos. Nunca ha sido mala pero ahora es mejor (y tranquilo si no la has seguido hasta ahora, la tenéis en Netflix y Atresplayer).
La Casa de Papel: entretenimiento falsete pero bien hecho
Aunque el estreno, a principios de mayo de 2017, fue seguido por un impactante 25,1 % de cuota de pantalla, la audiencia se fue desenganchando hasta terminar su primera tanda de episodios con un correcto pero no bueno, 14.7%. Es hora de enmendar el error. ‘La casa de papel’ cumple con creces con lo acordado y nos está dando, ahora, lo mejor de sí misma.
Quiero aprovechar para hacer autocrítica. Es difícil juzgar una serie por su arranque, hay que verla en su conjunto (y no todas las crea Netflix, que emite temporadas completas). A veces hay que dejarlas respirar y crecer. Pero, para ser justos, solo criticamos lo que vemos (o nos dejan ver) y el espectador no debería esperar a que un producto mejore si no le ha enganchado desde el principio. Por eso, los pilotos son tan importantes. Es dónde hay que poner toda la carne en el asador. TODA.