Telecinco ha hecho un hueco en un prime-time con sobrecarga de ‘GH VIP 6′ para estrenar, el lunes 24 de septiembre de 2018, su gran apuesta por la ficción: ‘Vivir sin permiso’. El resultado es una especie de ‘Empire’ (FOX) con el narcotráfico gallego de fondo (muy de fondo). Pero al final, engancha. Mucho.
Al poco tiempo de que A3 anunciara el proyecto de ‘Fariña’(lo mejor que hemos visto en décadas), Telecinco hizo lo propio con ‘Vivir sin permiso’. Saltaron las alarmas. Ambas series abordaban el narcotráfico gallego y pensábamos que se iban a solapar, que todo iba a ser una lucha por ver ‘quien la tiene más larga’. Pues no. Al final es como comparar ‘Ingobernable’ con ‘House of cards’. Nada que ver.
Mientras que ‘Fariña’ era un retrato localista y ceñido a la realidad, ‘Vivir sin permiso’ podría suceder en cualquier lugar del mundo y en cualquier época.. De hecho, la trama-un patriarca mafioso se ve enfermo y decide entregar su imperio a uno de sus hijos- se asemeja a otras mil, entre ellas a la de la estadounidense ‘Empire’.
‘Vivir sin permiso’ bucea en el melodrama, en las intrigas amorosas y los sentimientos más extremos. No hay demasiado respeto por la tierra que retrata más allá de la estupenda explotación de los paisajes. Pero tampoco hace falta mucho más.
La serie es consciente de lo que es y se agradece. No es pretenciosa en absoluto. El guión es de manual pero está muy bien hecho. La presentación de personajes es, de clásica, tópica (¿Por qué todas las series españolas comienzan en una fiesta?) pero es rápida y concisa- Todo funciona como debería.
‘Vivir sin permiso’ es una serie precondebida para el éxito. No hay riesgo y tampoco se le exige. La ecuación es fácil: drama, muchos triángulos amorosos, frases lapidarias por doquier, una pizca de thriller y un buen puñado de caras conocidas y gente de buen ver. No falla. Les funcionó con ‘El príncipe’ y con está les va a ir de maravilla.
A los 10 minutos de comenzar la serie, un servidor ya estaba rendido a sus pies. ¿Un placer culpable? Por su puesto. No hay de qué avergonzarse. Es un producto digno. No requiere demasiada atención y aunque el lastre de los 70 minutos es insufrible, entretiene.
Pero con ‘Vivir sin permiso’ se me antoja una pregunta: ¿Con qué tenemos que comparar nuestra ficción? Estoy cansado de escuchar eso de «no está mal para ser española». El nivel ya es otro. Tenemos acceso a la televisión mundial. Nuestra competencia en global y ahora más que nunca. No hay que conformarse. Obviamente no es una cuestión de presupuesto si no de originalidad, de apuestas arriesgadas. ‘Vivir sin permiso’ está muy bien pero me sabe a poco.