El 28 de octubre de 2021, un hashtag en Twitter dominaba la lista de Trending Topics en la conocida red social: #BoicotAnunciantesSalvame. La audiencia está enfadada por dos motivos que podrían ser la ruina del programa estrella de Telecinco.
No es nada nuevo que haya una parte de la audiencia que quiera cargarse ‘Sálvame’. Este, de hecho, es uno de los secretos de su éxito. Los que odian el programa, aunque lo nieguen, lo ven incluso con más pasión que los que lo aman. Están atentos a cada cosa que sucede para cargar contra Jorge Javier Vázquez y los suyos.
Boicot por Antonio David Flores
Pero el odio a ‘Sálvame’ se incrementó a partir de marzo de 2021 por la guerra entre Rocío Carrasco y Antonio David Flores.
La sociedad se dividió entre los que apoyaban a la hija de Rocío Jurado (entre ellos, todos los de ‘Sálvame’) y los que defendían a Antonio David y a sus hijos (en especial a Rocío Flores).
Ahora que Antonio David Flores parece que se va a divorciar de su mujer, Olga Moreno, ‘Sálvame’ ha creado una campaña contra el exguardiacivil que no solo le ha afecta a él y a su familia sino también a Marta Riesco, reportera de ‘El programa de Ana Rosa’ y supuesta amante de Antonio David.
Los de la marea azul (movimiento que apoya a los flores) están muy cabreados con la productora La fábrica de la tele y ya han elaborado listas de anunciantes, señalando a las marcas que se anuncian en ‘Sálvame’ para hacerles boicot, presionarlas y que el programa pierda publicidad y termine cancelado (como pasó con ‘La Noria’ o ‘GH’).
Spoiler: Va a pasar nada. A Telecinco le interesa esta guerra y por Antonio David Flores, ninguna marca se va a sacrificar.
Pero eso sí, ‘Sálvame’ debería ser ‘castigado’ pero por otros motivos.
La última tomadura de pelo que sí debería pasar factura
Lo que ocurrió el 27 de octubre de 2021 fue la forma que tiene ‘Sálvame’ de llamarnos tontos a sus espectadores. Fue un engaño tan descarado que bien merecen un apagón.
Ese día ‘Sálvame’ jugó a lo de siempre: cebar una información fingiendo que era algo improvisado y que se habían visto obligados a cambiar la escaleta del día. Todo indicaba a que la trama giraba en torno a Anabel Pantoja.
‘Sálvame’ regresaba de su primer corte publicitario en pleno caos. Kiko Hernández salía de plató, el silencio reinaba en el programa y Jorge Javier Vázquez nos adelantaba qué estaba sucediendo:
Teníamos la escaleta preparada, pero nos acaba de llegar una información… y pude que se rompa.
Kiko Hernández estaba pendiente de confirmar esta información bomba pero segundos después cogía la escaleta del programa y, mirando a cámara, la rompía:
Está todo documentado.
“Estoy flipando” decía Belén Esteban y Jorge Javier le advertía que, aunque no le afecta a ella, iba a querer irse a casa.
De hecho, no hicieron partícipes a ninguno de los colaboradores del programa y requisaron el móvil a Lydia Lozano, que podría haber escuchado algo de la llamada de Kiko.
A solas en una sala VIP y con su móvil también requisado, Belén Esteban escuchaba fuera de micros la noticia y su cara lo decía todo. Cambiaba el gesto y se derrumbaba, a punto de llorar:
Me da muchísima pena, estoy flipando, en mi vida pensaba… os lo juro».
Belén solo podía pensar en una persona y decía:
Ya sabéis cómo es. No lo va a superar. Ella lo ha dado todo. Necesito que, antes de dar la noticia, me dejarais hablar por teléfono. Esto la va a destrozar.
Teniendo en cuenta que Belén Esteban es íntima amiga de Anabel Pantoja, dimos por hecho que la colaboradora hablaba de la sobrina de la tonadillera.
De hecho, desde el programa insinuaron que el recién marido de Anabel (se casaron unas semanas antes) le podría ser infiel.
Belén Esteban, muy afectada abandonó el plató.
Se suponía que había 6 vídeos que confirmaban la infidelidad de El negro (marido de Anabel) pero al final sólo emitieron uno en el que se le veía en una discoteca bailando. Punto.
De hecho, Anabel dijo estar muy tranquila y esa noche se fue a cenar, feliz con unos amigos.
Esto es engañar y lo demás son tonterías. Aquí ya es nuestra responsabilidad, la del espectador, el dejar que nos tomen el pelo o no.