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Ahora se nos congelan las risas y los insultos cuando recordamos a Verónica Forqué en ‘Masterchef’

Ahora se nos congelan las risas y los insultos cuando recordamos a Verónica Forqué en 'Masterchef'

La vida de una persona no se resume en cómo murió o en lo que hizo antes de irse.

Verónica Forqué ha muerto. Se ha suicidado. Esta vez no hay eufemismos o susurros. Se ha dicho con todas las letras. Y esta tragedia, dicen, nos debería hacer reflexionar. Puede.

Gran estrella de la interpretación en nuestro país, una de las actrices más queridas y la última vez que la vimos en televisión fue montando pollos en ‘Masterchef Celebrity’. Ella, tan grande, se convirtió en un meme, en foco de insultos y mofas en redes sociales.

Ahora vienen los dictadores del ‘a posteriori’ y nos dicen que ya entre los fogones de TVE se veía que estaba mal y nadie dio la voz de alarma. Como si evitar un suicidio fuese tan fácil. No lo es para el entorno cercano, menos lo será para el espectador desapegado que ve un programa.

Por otro lado (mira que me gusta a mí una contradicción), tal vez sea hora de recordar que detrás de un personaje hay una persona. Ahora nos echamos las manos a la cabeza los que la llamábamos «la loca de MasterChef», pero lo hicimos y no sabíamos que podía haber consecuencias.

Se me ocurre que, tal vez, tengamos un problema con la normalización de ciertos rasgos del carácter. De hecho, ¿alguien me puede decir qué concursante de reality está bien de la cabeza? Anda, venga, seamos sinceros: ¿Alguien vería a 18 personas sanas, inteligentes y educadas  conviviendo 24 horas al día?

Mira qué gracioso Fulanito que no para de gritar. Mira esta, está como una cabra, un día va a matar a alguien en plató, decimos mientras gozamos de la telerrealidad. Esos personajes son, precisamente, los que dan ‘juego’, los que ganan concursos o se hacen iconos sociales. Cuánto más extremo seas, mejor te va a ir en un reality.

Reclamamos mucho la importancia de un buen sistema para cubrir la salud mental. También hay que pensar en qué tipo de personas somos si lo único que hacemos es escribir un tuit cachondo cuando a un señor, por ejemplo, se le cae un moco blanco de la nariz, cuando alguien confiesa que se tenía que meter varias rayas de coca antes de salir ante las cámaras o cuando una señorita empieza a no vocalizar en sus redes sociales.

Ahora tocan las quejas, las culpas y el ‘ya te lo dije’. Spoiler: Nada va a cambiar. Verónica Forqué es hoy un objeto de estudio, un golpe en el pecho. Mañana se hablará de Rocío Carrasco y a otra cosa, mariposa.

Qué rabia. Verónica Forqué merece ser un punto y aparte, no un punto y seguido.

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Autor

Sergio Espí

Sergio Espí, guionista y crítico de televisión de Periodista Digital, responsable de la sección 3segundos.

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