En televisión hay diversidad para todos menos para los gordos.
Para Pablo Motos, lo más importante de que Antonio Resines haya pasado el COVID y tenga secuelas graves es que el actor haya adelgazado porque “le hacía falta”.
En Twitter volvieron a linchar al Narciso de ‘El Hormiguero’ y uno se pregunta por qué a estas alturas nos sorprenden los chascarrillos de Pablo Motos. Además, apuesto lo que sea a que los que le critican por ‘cuñao’, son los primeros en señalar a la gente con sobrepeso. A todos nos pasa.
Esta historia me hace pensar en algo: Soy gay y peso 103 kilos. Ya casi nadie (CASI) tiene las narices de atacarme por mi sexualidad. Otra historia es por mi peso. Ufff, ahí sí que tengo que tragar (y ojalá fueran hamburguesas).
Amigos, conocidos, compañeros o familiares te dicen a la cara lo de “joder, cómo te has puesto” y se quedan tan anchos. Tú te paralizas, pones cara de lerdo y no sabes qué decir. ¿Por qué? Porque se supone que lo dicen por tu bien, por tu salud. Y una mierda. Sueltan esos comentarios porque pueden, como hace 50 años te llamaban maricón como si fuera un chiste. Eso, sí, ‘gordo’ no se dice, es políticamente incorrecto. Te humillan pero con eufemismos.
La obesidad es una enfermedad física e incluso mental. Lo del ‘el que está gordo es porque quiere’ a lo mejor habría que revisarlo un poco, tal vez porque uno puede estar jodido cuando come o por lo que sea. No nos reímos de un adicto a las drogas pero de un gordo sí.
El caso es que en televisión hay un fenómeno curioso. Por ejemplo, en la serie ‘Valeria’ (Netflix) han cambiado a un personaje que, en la novela original, tenía ‘kilos de más’ por uno LGTBIQ+. Normalizamos unas cosas pero no otras.
En todas las ficciones que vemos ahora hay representación racial y sexual por doquier. No hay una serie sin negros, asiáticos, trans, lesbianas… Maravilloso. Me encanta. Eso sí, todos usan una talla 32. Y si hay alguno ‘rellenito’, se queda en eso, en el gordo bonachón y/o acomplejado. ¿Son los obesos los nuevos ‘amigos gais’ de las series, los secundarios con los que ser piadosos?
En los programas patrios pasa más de lo mismo, y no sólo hablo de Pablo Motos, un señor con un evidente complejo de inferioridad que se siente superior tras pasarse el día colgando vídeos en Instagram de cómo se machaca en el gimnasio para luego reírse del personal.
En ‘Sálvame’ son gordofóbicos a lo bestia. Si hasta han tenido secciones para adelgazar a las colaboradoras. Sí, sólo a mujeres. Mientras, la feminista, presentadora, coach, escritora y mujer maravilla, Carlota Corredera, ya no da discursos de ‘quiérete mucho’ porque ha vuelto a engordar.
Un amigo sociólogo me habló hace poco del concepto ‘terrorismo físico’, que viene siendo la presión social de toda la vida por tener unos cuerpos perfectos que, en realidad, sólo tienen un 2% de la población. No seré yo el que celebre la obesidad. No. Uno tiene que cuidarse pero que no le toquen las narices.
Recibimos mil mensajes diarios de ‘acéptate a ti mismo’ pero eso parece que sólo sirve si ese ‘tú mismo’ se acoge al estándar general.
Tampoco voy a ser un hipócrita. Veo mierdas como ‘Élite’ o alguna serie turca porque los tíos están muy buenos. Además, escribo esto después de haberme comido un par de pechugas al vapor y tras una hora y media de bicicleta estática. Sí, quiero adelgazar pero no necesito el aplauso de Pablo Motos. Ni el suyo ni el de nadie.