Cada día, el consumo televisivo es menor

La tele en abierto ya no es lo que era: los jóvenes pasan de ella pero hay solución

El truco: adaptarse a los nuevos tiempos y ofrecer otros tipos de consumo

La tele en abierto ya no es lo que era: los jóvenes pasan de ella pero hay solución

Las tornas llevan muchos años cambiando en televisión. La ‘pequeña pantalla’ tradicional ya no es lo que era. ¿Qué está pasando? ¿Qué pasará?

Yo no veo la televisión en abierto. Nunca. Veo plataformas y si me quiero informar uso las redes.

Nos lo dice Gonzalo Pinilla, estudiante de Periodismo de 22 años.  Él pertenece a esa generación que ha normalizado los ‘nuevos’ (para un servidor, no para ellos) métodos de consumo audiovisual. Ya no existen estigmas. El ‘si eres periodista, has de leer todos los periódicos y ver todos los telediarios que puedas, cada día’ ha quedado obsoleto. Ahora abría que decir: ‘Has de estar informado como tú quieras’.

La generación digital, la de las redes sociales y la inmediatez en el consumo, no está dispuesta  a esperar a ver lo que quiere ver.  Y tiene lógica. Puedes tenerlo todo, cuando quieras, dónde quieras. Hay que adaptarse.

Y la televisión generalista en abierto es la gran damnificada en toda esta vorágine digital. ¿Es su fin? No, para nada. O eso espero.

Bajo consumo televisivo

Las audiencias televisivas de abril de 2022 han llamado especialmente la atención. Según datos de Kantar Media, ese mes se registró el  peor dato de consumo desde que se empezaran a medir las audiencias en 1992.

Cada español vio la televisión una media de tres horas y 17 minutos al día, lo que supone 32 minutos menos que en el mismo periodo de 2021. Es decir, el descenso es de un 14% en un solo año. Hay dos millones de españoles (el 4,5% del total de televidentes) que viven felices sin acercarse a la ‘caja tonta’  tradicional, tal y como recoge El Español.

Por edades, Antena 3, cadena más vista en este mes de abril con un 13,6% de cuota de pantalla, es la más vista entre mujeres y mayores de 64 años; y Telecinco, la segunda en share (12,1%) lidera la franja de entre 45 y 64 años. Los menores de 44 años optan por los canales temáticos de pago. ¿Y el resto? Directamente, ni están ni se les espera.

Los jóvenes consumen de manera inmediata. No están acostumbrados al ritual de ver algo a una hora y un día concretos. Algo que, antaño, unía a las familias. Ahora, la generación más temprana goza de una independencia mediática  (¿aislamiento?) que antes no existía. Cada vez hay más soportes- y estos son más accesibles- para acceder los productos que se quiera dónde se quiera.

Pero hay excepciones. El propio Pinilla nos dice que la última vez que esperó para ver un programa en un horario concreto fue con ‘La isla de las tentaciones’ (Telecinco).

Algo parecido le pasa a Ana Siles, estudiante de un máster en Periodismo de investigación, que nos confiesa que en su casa familiar se sigue conservando un ritual que dura ya casi toda su vida: ver ‘El hormiguero’ (Antena3) mientras se cena.

Y si antes hablábamos de independencia de soportes (cada uno tiene su móvil o su tablet, ordenador o televisión), la  autonomía económica cada día es más inalcanzable. Nos independizamos más tarde y, por lo tanto influimos en los hábitos de consumo de nuestros convivientes.  Y esto puede ser de ambas maneras.

Pinilla nos dice que él ya ha  llevado a sus padres al ‘lado oscuro’, a consumir televisión a través de la plataforma. En su casa casi no se ve el abierto, a no ser que sean partidos de fútbol o algún acontecimiento excepcional que se emita en directo. Aquí está el truco.

La brecha digital también es importante. Muchos mayores no llegan a entender los nuevos soportes y prefieren el consumo tradicional. Eso es un hecho y son ellos los que siguen manteniendo vivo el sistema tradicional.

La televisión para hoy y la televisión para mañana

La gran diferencia entre la televisión tradicional y las plataformas es, precisamente, el directo. Hay programas que si no los ves en el momento, pierden la gracia y pierden el atractivo, incluso, que ofrecen las redes sociales.  Es ahí donde se comenta, de forma inmediata, todo lo que vemos.

De hecho, ver la televisión a la vez que se bucea en Twitter, por ejemplo, es una experiencia cada vez más arraigada en una nueva generación ( y no tan nueva, yo lo hago).

Es más, muchos programas han sobrevivido en antena en antena gracias a su rendimiento online. ‘Mujeres y hombres y viceversa’ se mantuvo vivo los últimos años gracias a las audiencias que daba en las web de Mediaset.

Pasa con cualquier reality también. Puede que muchos no vean las tres horas de cada gala pero luego buscan en internet los videos más potentes de lo que ha pasado.

A parte de esto, podríamos decir que Mediaset fomenta un modelo  más inmediato. Es la televisión del hoy, del ahora. La gran mayoría de su parrilla es en directo.  Esa ha sido la clave de su éxito hasta ahora.

RTVE y, sobre todo, Atresmedia, han apostado por un consumo más variado y que se puede consumir de múltiples maneras. Sus productos pueden perdurar en el tiempo. Es la televisión de mañana.

Lo importante es adaptarse y saber qué clase de público te consume. Por ejemplo, Mediaset intenta alcanzar a la gente joven con espacios más dinámicos o polémicos pero cometen varios errores: sacar personajes que ya quedan antiguos y no darse cuenta de que cada vez hay menos de target juvenil frente a la pantalla y que su público potencial (tanto por sus formas como por sus temáticas) es más mayor.

Han apostado, en Mediaset, por Mi Tele Plus, su plataforma de pago que sí que puede estar más dirigida al público menor de 30 años pero también es insuficiente. Cuesta 4,99 euros al mes y  me ofrece prácticamente lo que me dan Telecinco y Cuatro. Los productos originales que tiene no son muchos y los que hay son copias de programas en abierto (realities pobres con personajes que ya hemos visto mil veces).

Confieso que el modelo de Astremedia (en especial de Antena3) me aburre bastante pero lo han hecho mejor, de ahí que lleve meses liderando.

Primero, saben muy bien el tipo de público (tanto en edad -normalmente mayores de 45 años- como en ideología) que tienen sus canales. Hacen un tipo de televisión más conservadora y familiar  que bien podría consumirse en diferido. Por ello han acertado tanto con AtresPlayer PREMIUM,  la plataforma digital de pago de la casa que no sólo te ofrece todos los contenidos de Atresmedia, han creado auténticos fenómenos sociales con sus contenidos audiovisuales (‘Drag Race’, ‘Veneno’, ‘Cardo’)

La apuesta es fuerte- no son productos baratos- pero parece que les merece la pena, no sólo como marca, también como negocio. Hoy por hoy, AtresPlayer PREMIUM tiene más de 400.000 subscriptores (a 4,99 euros al mes).

Como crítico televisivo, no puedo negar que, sobre todo en ficción, AtresPlayer PREMIUM está haciendo lo que esperábamos de Movistar+ o HBO Max.

Y además, en cuanto a las series se refiere, hay también distintas categorías en la plataforma. Primero, ficciones que se estrenan ahí antes pero que están destinadas al abierto y a ser compradas por otras plataformas (Es el caso de ‘Mentiras’, Alba’ o ‘La cocinera de Castamar’, que han sido un éxito tanto en A3 como en Netflix) y otras exclusivas y de nicho (que suelen ser las mejores).

Por otra parte, Play, la plataforma de RTVE (gratuita) es estupenda. De lo mejor que tenemos y con una producción original más que destacable (recomendamos ‘Riders’, ‘Grasa’, ‘Ser o no ser’ y, sobre todo ’Lucía en la telaraña’). Además, han incluido en un catálogo producciones extrajeras de gran calidad (‘Years and years’ o ‘Unreal’).

¿Cómo será el futuro?

Los grandes grupos han de ponerse las pilas y ver las necesidades del mercado. Pero también las plataformas.

Por primera vez en su historia, Netflix, el gigante digital por excelencia, ha perdido subscriptores. Y aunque la empresa tiene sus propios problemas internos (mucha cantidad y falta de calidad) puede que sus situación sea un aviso a navegantes.

Las plataformas fueron  beneficiosas para luchar contra la piratería aunque cada día supongan más gasto.  (Un servidor se gasta unos 200 euros al mes por tenerlas todas).

Y es que, y esta es la verdad, el mito de que tenemos ‘derecho a ver series’ es una falacia. Son productos que cuestan dinero y hay que pagar por ellos.

El problema es que, los consumidores vamos a tener que elegir y es posible que nos demos de baja de alguna plataforma si no ofrecen lo que se busca.

La televisión en abierto siempre seguirá viva, es necesaria, sobre todo para la actualidad. Lo que habría que hacer, para que el negocio sea rentable para todos, es cambiar los contratos de publicidad para los productos que se ven en diferido.

Puede que para sobrevivir, las plataformas también tengan que seguir el ejemplo de Netflix: poner anuncios.  Ya lo hace Movistar y es, de lejos, la compañía a la que más pago (160 euros al mes con teléfono, internet, fijo, Netflix, Disney+ , Movistar+, cine y series).

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Autor

Sergio Espí

Sergio Espí, guionista y crítico de televisión de Periodista Digital, responsable de la sección 3segundos.

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