Tras Barbacoa de amigos, ya está en los cines españoles ¡Felices 50!, comedia francesa que retoma aquellos personajes para reunirlos ahora en la lluviosa Bretaña con ocasión de un cumpleaños veraniego. PERIODISTA DIGITAL habla con Éric Lavaine, su director.
GLORIA SCOLA
Un grupo de amigos decide celebrar el 50 cumpleaños de uno de ellos en Grecia. Sin embargo, una vez en el aeropuerto y tras la cancelación del vuelo, en pleno agosto, el homenajeado propone como alternativa pasar unos días en su casa familiar de Bretaña. Allí, con poco que hacer por culpa de la lluvia, se descubrirán los pequeños (y grandes) secretos de cada uno.
Esa es, en pocas líneas, la trama de ¡Felices 50! (Plancha, en francés), secuela de Barbacoa de amigos (2014), que en Francia fue un gran éxito de taquilla.
En el hotel Intercontinental de Madrid, su coguionista y director, el francés Éric Lavaine (París, 15 de septiembre de 1962) –pronúnciese Lavén-, charla amigablemente con PERIODISTA DIGITAL.
Bienvenido a Madrid.
Muchas gracias.
¿Por qué le gustan tanto las segundas partes? Hizo “Vuelta a casa de mi madre” y su secuela, “Vuelta a casa de mi hija”, y ahora, con ¡Felices 50!, continúa con los personajes de Barbacoa de amigos.
Me gusta contar historias de personajes que ya conozco. Además, como los espectadores ya están familiarizados con ellos, puedo contar una nueva historia conservando esos mismos personajes.
¿Cumplir los 50 supone un cambio crucial? ¿Por eso eligió esa edad?
¡Estás más cerca de la muerte! (ríe).
Sus personajes celebran los 50, pero son ya mayorcitos.
Yo hubiese preferido 60. Pero son actores, y todos quieren parecer más jóvenes. Por ejemplo, en el guion, yo puse: “Franck Dubosc, ojos azules, delgado, en la cincuentena… Divino” (ríe).
Con Franck Dubosc, a quien entrevisté para PERIODISTA DIGITAL como director y protagonista de Rumba Terapia, ha hecho cinco películas. ¿Qué tiene que tanto le gusta?
Un sentido de la comedia increíble. Un ritmo particular, y sobre todo, como hacía en mi película INCOGNITO (2009), es uno de esos actores que hacen reír sin pasarse, y aporta un tono realista. Eso él lo hace muy bien. Es un actor que ha hecho teatro, y cuando hay público delante, uno se da cuenta de que hay momentos en los que tiene que interactuar más, y en otros, no tanto.
Franck Dubosc también es director. ¿Usted no se anima a actuar?
A veces me digo: “¿Por qué no?”. Pero es que no soy buen actor, y nadie se atrevería a decírmelo si fuera para una película mía. El oficio de actor es muy difícil. Y pocas veces un director es también buen actor.
Rob Reiner, director de Cuando Harry encontró a Sally, Misery o Algunos hombres buenos, ha hecho muchas interpretaciones. Por ejemplo, en Algo para Recordar, y en El lobo de Wall Street. O Sidney Pollack, director de Memorias, de África o Tootsie, aparecía en Maridos y Mujeres, entre otras. Recientemente volví a ver Quiz Show, de Robert Redford, y Martin Scorsese tiene un papel. Y lo hace bastante bien.
Ah. Qué curioso. Pero insisto en que ser buen actor es difícil.
A ustedes, los directores franceses, les gusta mucho reunir a amigos de vacaciones en una casa de campo. Estoy pensando, por ejemplo, en Pequeñas Mentiras sin Importancia (2010), de Guillaume Canet. En España, no solemos pasar las vacaciones con amigos en la misma casa.
¡Porque estáis de vacaciones todo año! (Ríe). En serio, en Francia nos reunimos más en las casas. En España, se queda más en un bar o en un restaurante. Y sí, en Francia las vacaciones son con los amigos. Así no tienes que estar tête-à-tête con tu mujer. O ella contigo.
Y usted, como Guillaume Canet y su “clan” (Gilles Lellouche, François Cluzet), casi siempre elige a los mismos actores: Lambert Wilson, Franck Dubosc…
Sí, es verdad. Me gusta la fidelidad. ¡Felices 50! Es mi última película en este sentido. Quiero hacer otra cosa con actores más jóvenes, aunque todavía no sé qué. Hay que hacer algo distinto para que la gente vaya al cine.
¿Es muy cinéfilo?
Me encanta el director francés Claude Sautet. Y la película Les galettes de Pont-Aven (Joël Séria, 1975) También, El apartamento, de Billy Wilder; Uno de los nuestros, Érase una vez en América… Me gusta todo el cine, aunque el asiático, no tanto. No me gustó Parásitos. Creo que los actores ahí están muy mal. Pero, en general, diría que en cine tengo una cultura muy francesa.
¿Y el cine español?
Me morí de risa viendo Crimen Ferpecto (de Álex de la Iglesia).
¿Cómo se convirtió en director de cine?
Por pura casualidad. Yo era director comercial de una agencia de publicidad, conocí a alguien de televisión que me propuso escribir para la tele, y cuando me dijo que pagaban bien, acepté. Pero no sabía nada de cine, ni me interesaba. Me divertía, ganaba dinero, y, encima, existía, porque la gente tenía curiosidad por lo que yo hacía.
Ridley Scott hizo más de 3.000 anuncios antes de hacer cine.
Sí. ES una gran escuela. Woody Allen dijo que hacer cine era su ocupación preferida mientras esperaba a la muerte (ríe).
¿Prefiere escribir o dirigir?
Dirigir es fácil; escribir es duro. No me gusta escribir. Me gusta haber escrito cuando ya he terminado. Algunos escritores se levantan a las cinco de la mañana, descansan, luego siguen… Yo, cuanto menos escribo, más contento estoy. Tengo una casa en Marsella, y donde más escribo es en el tren de París a Marsella, ya que, al menos, hago algo en ese rato.
¿Por eso escribe a medias con otra persona?
Sí, porque a medias me divierto. Pero el que manda soy yo, que es mi película. Aunque hace poco hice una serie, y como no tenía tiempo de buscar a alguien, la escribí yo solo. Y mi próxima película la escribiré solo. Es muy difícil encontrar a alguien.
En ¡Felices 50! Bretaña no sale muy bien parada. Llueve todo el rato…
En realidad, llueve menos que en el País Vasco de España. Hacía falta una excusa para encerrar a los personajes juntos. Mi mujer es bretona, pero no le gusta mucho Bretaña. Los bretones no son demasiado abiertos.
¿Le gustaría rodar en inglés?
No. Me lo han propuesto, pero no lo hablo bien, y la palabra es importante. No hay director francés que haya hecho bien una película en inglés, a no ser que fuera una película técnica.
Woody Allen, sin hablar francés, ha hecho Golpe de Suerte, presentada en el Festival de Venecia 2023.
¡Y la película es nula! Ridícula. Mira que me gusta Woody Allen, pero, ¿por qué no ha dirigido a los actores en inglés?
¿Mala por los diálogos o por la actuación de los actores?
Por todo. Nula. Incluso algunos de los que participaron en la película, me lo han dicho.
Vaya. Por último, ¿qué le parece Anatomía de una Caída, de la directora Justine Triet? Es la gran apuesta francesa del año (Ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2023, nominada al Oscar a mejor película…)
Una súper película.
Muchas gracias y mucha suerte.
Gracias a ti.