La noche del lunes 27 de octubre de 2025 quedó grabada en la memoria de la televisión española.
El hormiguero alcanzó su programa número 3.000, reafirmándose como uno de los formatos más duraderos y exitosos de la televisión.
Pablo Motos, visiblemente conmovido, utilizó esta ocasión para compartir con el público reflexiones profundas sobre su carrera, confesiones sorprendentes acerca de sus inicios y los temores que lo acompañaron en los primeros años del programa.
El presentador, que acaba de cumplir 60 años, no pudo ocultar su emoción al abrir esta entrega especial.
«Muchísimas gracias a todos por seguirnos cada noche, es increíble estar aquí», expresó antes de sumergirse en un discurso emotivo que evocaba los comienzos del formato.
Sus palabras resonaron con una sinceridad poco común en la televisión actual, mostrando una vulnerabilidad que conectó profundamente con aquellos espectadores que han estado a su lado durante estas dos décadas.
La cifra de 3.000 entregas va más allá de un mero número redondo.
Detrás de este hito hay 20 años de esfuerzo constante, miles de invitados, experimentos científicos que han dejado huella y una fórmula que ha logrado mantenerse fresca y pertinente en un entorno televisivo siempre cambiante. Los datos hablan por sí solos: el programa ha contado con 44,3 millones de espectadores únicos en España que alguna vez se han acercado al espacio de Trancas y Barrancas, siendo el líder absoluto durante 12 años y el programa más visto en la televisión española.
El sketch que cambió todo
Pablo Motos decidió retroceder hasta 2006 para narrar el verdadero origen de su programa. En una revelación que sorprendió incluso a sus seguidores más leales, el presentador confesó que su único sueño en televisión era hacer un único sketch. «Cuando nos contrataron para hacer el primer Hormiguero, yo había sido guionista en la tele y realmente solo deseaba hacer un sketch, porque la televisión no era lo mío», compartió.
Aquella primera aparición televisiva mostraba a Motos colgado del revés, una imagen que ya forma parte del legado visual del programa. La metáfora era poderosa: ilustraba cómo en el mundo del espectáculo, los guionistas son vistos como «ratas con un folio», ignorados al entregar sus textos porque se les considera fantasiosos con una visión distorsionada del mundo. «Lo que defendía en ese sketch es que quienes ven el mundo al revés son ellos, porque la realidad es realmente fantástica», explicó el valenciano.
Este singular inicio estableció la filosofía que ha guiado al programa desde entonces: buscar lo extraordinario en lo cotidiano, convertir la ciencia en algo accesible y entretenido, y demostrar que la realidad puede ser tan cautivadora como cualquier ficción. Una vez grabado aquel sketch inicial, Motos sintió haber cumplido su sueño televisivo.
El miedo al fracaso
Una de las revelaciones más impactantes de la noche fue la confesión de Pablo Motos sobre los temores que lo acompañaron durante los primeros años del programa. «Siendo honesto, tenía miedo de que nos echaran pronto porque en televisión el 90% de los programas fracasan; es una cifra alarmante», admitió el presentador. Esta estadística refleja la dura realidad del medio televisivo, donde muchas apuestas no logran atraer a su público o mantener su interés a largo plazo.
El salto desde la radio a la televisión supuso un riesgo significativo para todo el equipo. Motos y sus colaboradores provenían de M80 Radio, donde habían creado un exitoso programa matinal titulado No somos nadie. En esa emisora ya estaban figuras que luego se convertirían en pilares fundamentales de El hormiguero, como Nuria Roca, Laura Llopis (actual pareja de Motos y una mente brillante detrás del programa), Marron, así como los creadores de Trancas y Barrancas.
La transición entre medios no fue sencilla. Motos tuvo que enfrentarse a sus propias inseguridades mientras buscaba definir su identidad como presentador. «Intenté ser un presentador cool copiando a otros… pero no funcionó», reconoció con sinceridad. Esta búsqueda por ser auténtico se convirtió en clave para el éxito del formato; comprendió que imitar a otros o adoptar personalidades ajenas no era el camino adecuado. La solución estaba en ser fiel a sí mismo, abrazando sus peculiaridades y su estilo único.
La lección más importante
Después de haber llegado a las 3.000 entregas, Pablo Motos quiso compartir cuál ha sido la enseñanza más valiosa adquirida a través de su propio formato: «La única manera de hacer este programa es siendo auténtico», enfatizó el presentador. Esta autenticidad no solo es una fortaleza sino también el pilar fundamental del programa. En un medio donde muchas veces se prioriza lo superficial sobre lo esencial, donde los presentadores pueden parecer intercambiables y los formatos repetitivos unos entre otros, El hormiguero ha logrado mantener una identidad propia e inconfundible.
El presentador valenciano es consciente de las opiniones divididas que genera: «Hay gente a la que no le gusto», aseguró sin titubeos, restándole importancia al asunto con una reflexión filosófica: «No tiene mucha relevancia; además, muchas personas ni siquiera se gustan a sí mismas». Esta aceptación hacia las críticas demuestra una madurez profesional y personal poco frecuente en el mundo del espectáculo.
Concluyó su discurso dejando entrever toda la emoción acumulada: «Lo único que puedo decirles desde el corazón es que este ha sido el viaje profesional más hermoso de mi vida. Muchas gracias a todos. Es muy emocionante estar aquí después de 20 años». Las palabras hicieron brillar sus ojos mientras hablaba; ese gesto humano conectó profundamente con quienes lo seguían desde casa. Sin embargo, fue interrumpido por su compañero Jorge Salvador, quien bromeó sobre lo cursi del tono utilizado: «Eso de viaje profesional te ha quedado muy empalagoso», provocando risas entre todos.
El equipo detrás del éxito
El triunfo continuado de El hormiguero sería imposible sin un amplio equipo multidisciplinar trabajando tanto frente como tras las cámaras. Uno de los aspectos más característicos son los experimentos científicos realizados cada noche por un grupo liderado por Almudena Cerrudos, física apasionada quien dirige un equipo compuesto por 12 personas dedicadas exclusivamente a conceptualizar, diseñar y ejecutar estos sorprendentes experimentos .
Con 12 años formando parte del programa y ocho liderando al equipo científico, Cerrudos señala que su trabajo dista mucho de ser monótono. «En El Hormiguero cada día es entretenido y diferente», asegura esta científica . Cada jornada presenta nuevos desafíos; desde idear experimentos visualmente impactantes hasta garantizar su ejecución segura durante las transmisiones en vivo.
La labor científica va mucho más allá simplemente realizar experimentos asombrosos; «La ciencia puede ser divertida», reivindica Almudena Cerrudos quien considera muchos experimentos del programa pueden enseñar conceptos científicos accesibles especialmente para los niños . Esta divulgación científica presentada con humor ha sido uno de los sellos distintivos desde sus inicios.
Algunos experimentos han alcanzado fama icónica como ese famoso «monstruo del váter», adaptándose e innovando constantemente para mantener frescura. Sin embargo, también se atreven con propuestas arriesgadas; Cerrudos recuerda algunos experimentos involucrando airbags o explosiones dentro coches: «Tuvimos que implementar estrictas medidas preventivas para asegurar la protección total durante las grabaciones”, explica . Cada uno requiere ensayos meticulosos previos aunque siempre existe incertidumbre sobre cómo reaccionarán todos esos elementos ante las cámaras.
Los rostros que ya no están
A través estas 3.000 entregas, varios colaboradores han cambiado dentro del elenco habitual del programa. Si bien sigue al mando Pablo Motos junto a Trancas y Barrancas (personificados por Juan Ibáñez y Damián Mollá), otros rostros han tomado caminos distintos .
Uno destacado es Flipy (nombre real Enrique Domingo Pérez), quien ganó popularidad rápidamente gracias a sus experimentos científicos durante los primeros años del show pero abandonó sin dar explicaciones claras inicialmente en 2011; tiempo después revelaría sus razones: “Llegué a un punto donde estaba cansado debiendo decidir si quería estar enfrente o detrás cámaras; me interesaba crecer profesionalmente detrás”, expresó durante entrevista .
Tras dejar El hormiguero, Flipy fundó productora llamada 100Balas, vendiéndola posteriormente Mediapro Studio. Luego pasó varios años trabajando como productor ejecutivo Latinoamérica antes emprender proyectos desde Studio60, productora independiente activa ambos lados océano Atlántico cuyos logros incluyen series ficción tales como Playa Soledad o La ley del mar .
Otros colaboradores ausentes actualmente incluyen Raquel Martos, Jandro, Anna Simón así como Pilar Rubio; cada uno dejó huella distintas etapas show. Estas salidas evidencian cómo aunque núcleo formato permanece estable, El Hormiguero sabe evolucionar incorporando nuevos talentos y renovando contenidos sin perder su esencia.
Los rituales secretos de Pablo Motos
Pablo Motos mantiene una serie de rituales previos a cada emisión que pocos conocen. Durante la visita de Los Morancos en el año 2017, algunos de estos hábitos supersticiosos fueron desvelados. Al parecer, Motos realiza gestos específicos antes de entrar al plató cada noche.
El ritual comienza cuando el presentador se encuentra con varios trabajadores entre bastidores y se tocan las mejillas; posteriormente levantan los brazos en alto, en un gesto de victoria, antes de ingresar finalmente al plató. Aunque pueda parecer inaudito, Motos mantiene esta rutina porque le dio suerte en una ocasión pasada, incorporándola desde entonces a sus hábitos habituales. Estos pequeños rituales, comunes en el mundo del espectáculo, revelan el lado más humano y supersticioso del presentador, mostrando que, incluso tras dos décadas de éxito, ciertos gestos siguen formando parte de su preparación mental antes de cada programa.
Del pasado turbulento al éxito televisivo
La trayectoria de Pablo Motos hasta convertirse en uno de los presentadores más influyentes de la televisión española no ha sido un camino de rosas. Nacido el 31 de agosto de 1965 en Requena (Valencia), vivió una infancia marcada por las dificultades económicas. De pequeño, Pablo ayudaba a su padre vendiendo revistas de ganchillo; su función consistía literalmente en poner cara de pena para llegar al corazón de los compradores y generar la sensación de que faltaba dinero para comer.
Durante la adolescencia, el futuro presentador tomó un rumbo peligroso: cayó en malas compañías e ingresó en una banda de ladrones dedicada a robar casas para luego vender el botín. La vida le dio una segunda oportunidad cuando uno de sus amigos sufrió un accidente mortal intentando escapar de la Policía. Este trágico acontecimiento marcó un punto de inflexión en la vida de Motos, quien decidió volver al buen camino y centrarse en sus estudios.
Además de cursar un módulo de electricidad, encontró en el mundo de la noche y la radio una salida laboral, ganando sus primeros salarios de manera legal. Trabajaba como DJ en discotecas por las noches y como locutor de radio por el día, destacando en emisoras como Onda Cero Valencia. Su particular sentido del humor llamó la atención de Julia Otero, estrella de la cadena, quien lo fichó como colaborador en La radio de Julia, en las tardes de la emisora. Ese trabajo le abrió las puertas para dar el salto como guionista de El club de la comedia, el show que popularizó los monólogos en España.
Cuando Pablo Motos ya era una figura reconocida en televisión —aunque siempre trabajando en la sombra— tuvo que tomar una decisión crucial que cambiaría su vida para siempre: elegir entre seguir ganando un gran sueldo como coordinador de guiones o aceptar el reto de sustituir a Gomaespuma en la radio. Finalmente, optó por la última opción, y así comenzó No somos nadie, el matinal de M80 Radio que acabaría siendo el germen de lo que hoy es El hormiguero.
El lado personal del presentador
Aunque Pablo Motos es una figura pública, mantiene su vida personal relativamente alejada de los focos. Está casado con Laura Llopis, quien también forma parte del equipo del programa como una de sus principales mentes creativas. La pareja se conoció en su etapa en Onda Cero Valencia, donde Laura era productora de la edición local del mítico Protagonistas, presentado entonces por Motos.
A pesar de que la pareja no tiene hijos en común, Laura tenía dos hijas de una relación anterior. Aunque no son hijas biológicas de Motos, ambas encontraron su lugar en el numeroso equipo de El hormiguero, formando parte del departamento de guion y de atrezo. Esta integración familiar dentro del proyecto profesional muestra el carácter cercano y familiar que caracteriza al equipo del formato.
En cuanto a sus características físicas, aunque Pablo nunca ha confirmado oficialmente su estatura, según diversos foros especializados mediría aproximadamente 1,68 metros, un dato que genera cierta curiosidad entre los espectadores, aunque él prefiere mantener la ambigüedad.
Laura Pausini: la invitada perfecta para un programa redondo
Para festejar este hito histórico, Pablo Motos eligió como invitada a una artista recurrente y muy querida por todos: Laura Pausini. La cantante italiana llegó al plató no solo para presentar su nuevo sencillo, titulado Mi historia entre tus dedos, sino también para participar activamente en esta celebración especial. La elección no fue casual: Pausini ha sido parte integral del éxito del programa durante años, cultivando una relación cercana y afectuosa con el equipo, más allá de las típicas entrevistas promocionales.
Durante su intervención, Laura Pausini demostró por qué sigue siendo una de las favoritas tanto del presentador como del público. Su carisma natural y la química palpable entre ella y Motos transformaron esta entrega en una celebración auténtica. Con más de tres décadas dedicadas a la música, representa los valores que siempre ha defendido el programa: talento genuino, autenticidad y capacidad para reinventarse sin perder la esencia.
Uno de los momentos más conmovedores llegó cuando Pablo Motos recordó a su madre durante la charla con Pausini: “Ella siempre lo pasaba mal entrando al programa, pero lograba hacernos reír”, confesó emocionado. Este relato personal aportó aún más emoción a una noche ya cargada de sentimientos profundos. El programa se extendió más allá del horario habitual, hasta las 23:34 horas, un cierre mucho más tardío de lo acostumbrado.

