Ayer mismo, 17 de mayo 2006, tal como publicaba La Vanguardia, un abogado islamista irrumpió ayer en una sala del Tribunal Supremo Administrativo turco disparando contra cinco jueces, uno de los cuales murió en el hospital. Los magistrados se han significado por resoluciones en favor de la laicidad.
“SOY SOLDADO DE ALLÁH…. QUE LA IRA DIVINA RECAIGA SOBRE VOSOTROS. ALLÁH ES GRANDE” gritó el abogado Alparslan Aslan, ayer por la mañana, antes de abrir fuego contra cinco de los jueces más importantes de Turquía, entre ellos dos mujeres. Mustafa Yücel Özbilgin murió en el hospital y sus colegas resultaron heridos de diversa consideración. Aslan, vinculado a un grupo radical islamista por ciertos medios, utilizó una pequeña pistola no detectada en la entrada.
Estos magistrados pertenecen al Consejo de Estado turco, la más alta instancia administrativa en el Estado constitucionalmente laico, aunque la religión mayoritaria en el país sea la musulmana. En medios oficiales, se interpreta el atentado como venganza por una reciente sentencia de este Tribunal Supremo administrativo que rechazó la promoción de una profesora de primaria que usaba el velo islámico fuera de la escuela. La CNN turca incluso aseguró que el activista había admitido que éste era el motivo. La citada sentencia estaba en la línea de este tribunal, que se ha distinguido por su defensa de la laicidad…
El periódico Cumhuriyet lanzó hace unas semanas una campaña sobre el peligro del auge del islamismo. En los últimos días su sede ha sido atacada en tres atentados consecutivos perpetrados por miembros de un grupo islamista. El temor a que el atentado de ayer inicie una nueva ola de terror islamista se extiende.
“MI HIJO FRECUENTABA LAS MEZQUITAS, PERO NUNCA FUE EXTREMISTA. HOY VEO RENCOR, ODIO EN SU MIRADA Y TENGO MIEDO DE QUE CAIGA”», se inquieta Zahra, la madre de un islamista detenido después de los atentados de Casablanca, en los que 12 kamikazes marroquíes del barrio popular de Sidi Moumen atentaron hace tres años contra objetivos occidentales, como la Casa de España, y causaron la muerte de 45 personas.
Que el proselitismo yihadista (a favor de la guerra santa) tiene éxito entre los prisioneros de delitos comunes es una realidad. «Son presa fácil. Durante los años setenta triunfaban los marxistas, hoy lo hacen los salafistas. Para algunos detenidos es la forma de reencontrar una virginidad social, superar el sufrimiento y olvidar el sentimiento de culpa al predisponerse para aceptar con facilidad un discurso islámico basado esencialmente en la moral. Así el delincuente se fabrica una nueva identidad social a bajo coste», analiza el psiquiatra Omar Battas en las páginas de Tel Quel.
No son casos aislados, son casos cada vez más habituales, son más frecuentes porque los islamistas financiados por Arabia Saudita –en el área sunnita- y por Irán –en el área chiíta- están llevando a término una política de proselitismo en todo el planeta.
El Islamismo, el retorno a los fundamentos del Islam, al Islam de Muhammad, está atrayendo cada vez más a la juventud del mundo árabe y/o musulmán.
La simpleza y maniqueísmo del pensamiento islamista, sus añoranzas de un “pasado glorioso”, su fácil desquite –mediante la violencia de la Yihad- de un pasado inmediato y presente vergonzante y deprimente, su arrogante “seguridad” en dar “soluciones” a todos los problemas de la cotidianeidad, la “clarividencia” de sus líderes religiosos en “distinguir” sobre el bien y el mal, la cultura del resentimiento hacía “el otro”-considerándolo causante de su propio fracaso-, la falta crónica de tradición democrática del mundo musulmán y sin ningún bagaje de autocrítica y la promesa de los clérigos a la juventud sobre un “futuro” radiante y divino, a toda una población en paro, con problemas culturales, económicos, con complejos de inferioridad, y envidia de la vida occidental -ésta magnificada por la televisión, cuyos canales son captados en los países árabes y musulmanes-, con grandes tasas de analfabetismo, pobreza y natalidad, hacen que fructifique en tierra abonada el Islamismo.
A lo que hay que añadir la tradición religiosa musulmana de no aceptar la igualdad de los dhimmis (judíos y cristianos) en territorio musulmán, de ahí el Genocidio Armenio, perpetrado por los musulmanes turcos del Imperio Otomano, durante la Primera Guerra Mundial, y las expulsiones de las minorías cristianas –coptos, caldeos, etc.- del mundo con mayoría musulmana, cuando no con exterminios como el de Sudan contra los cristianos, asesinando a unos dos millones de ellos, o las matanzas de cristianos de Nigeria, cometidas por los musulmanes del mismo país, etc. hasta llegar al odio contra la existencia de un estado judío, Eretz Israel, considerando su propia existencia como el mayor de los “pecados”, la causa de todos los males y de todas las perversiones, como son la democracia, la igualdad de género, la modernidad, el socialismo, el capitalismo.
El caso más paradigmático actualmente es el de Irán, gobernada por una caterva de islamonazis, con su Führer M. Ahmadineyad,
La restauración épica judía, entre cuyos logros destacado el retorno del hebreo, es el único lenguaje «muerto» de la historia de la que se tiene constancia que ha sido devuelto a la vida cotidiana como lenguaje vivo de una nación; otros logros son la transformación del desierto en campos, la creación de alta tecnología, los logros en las artes, en las ciencias, en la literatura, y para mayor deshonra del hipermachismo árabe
-musulmán, el que los judíos recurrirían a la autoprotección y la auto independencia. Y así, construyendo un ejército judío, el primero en 2000 años, que ha prevalecido en tres grandes guerras de supervivencia (1948-49, 1967 y 1973).
Esto ha sido demasiado para la “mentalidad testicular” de los islamistas.
Hitler intentó eliminar a la totalidad del pueblo judío, exterminó a una tercera parte, seis millones de judíos. Ahora se levanta un régimen que imita a Hitler, sus sucesores viven hoy en Teherán. El mundo ha prestado enorme atención a la declaración del Presidente Mahmmud Ahmadinejad de que Israel tiene que ser destruido. Se ha prestado menos atención a los pronunciamientos de los líderes iraníes acerca de cómo Israel va a ser «eliminado mediante una tormenta», como ha prometido Ahmadinejad.
El ex presidente Alí Ajbar Hashemi Rafsanjani, el presunto moderado de esta banda criminal, ha explicado que «el uso de una bomba nuclear en Israel no dejará nada sobre el terreno, mientras que sólo perjudicaría algo al mundo del Islam». La lógica es impecable, la intención clara: un ataque nuclear destruiría en la práctica al pequeño Israel, mientras que cualquier respuesta lanzada por un Israel moribundo no tendría un efecto importante sobre una civilización islámica de mil cuatrocientos millones de personas que se extiende desde Mauritania a Indonesia.
Que les importa a los clérigos islamistas la población “palestina”. Las bombas nucleares que esos asesinos pudiesen lanzar sobre Israel no sólo matarían judíos, matarían a los ciudadanos árabes con pasaporte israelí y a los palestinos.
El presidente de Irán, el psicópata M. Ahmadineyad dice querer proteger a los “palestinos”, pero para protegerlos los eliminaría, ¡que gran contradicción! Esta contradicción no es resaltada por la Media europea en general, y española en particular, pues realmente lo que interesa es eliminar a Israel.
El establecimiento de Israel fue una declaración judía al mundo, este mundo occidental que permitió que el Holocausto tuviera lugar — después de que Hitler dejase claras perfectamente sus intenciones –
Ahora hay un silencio similar en Europa, sobre todo por parte de la izquierda y de toda la extrema izquierda –tan íntimamente cerca de la extrema derecha-
Mientras los dirigentes iraníes se lanzan a la carrera por adquirir armas nucleares, Irán deja claro que si está en problemas, los judíos serán los primeros en sufrir. «Hemos anunciado que donde quiera [en Irán] que América cometa cualquier equivocación, el primer lugar al que apuntamos será Israel», decía el General Mohammed Ebrahim Dehghani, un importante comandante de la Guardia Revolucionaria. Hitler apenas fue ligeramente más directo al anunciar siete meses antes de invadir Polonia que, si había otra guerra, «el resultado será… la liquidación de la raza judía en Europa».
La semana pasada, Bernard Lewis, el decano de estudios islámicos de América que acaba de cumplir 90 años y que recuerda bien el siglo XX, confesó que por primera vez se siente de nuevo en 1938. No necesitó añadir que en 1938, ante la inminente tormenta — un enemigo de Occidente agresivo y fanático abiertamente declarado y completamente determinado contra los judíos — el mundo no hizo nada.
Ahamdineyad, igual que su antecesor Hitler, habla continuamente de destruir a Israel, al pueblo judío. Hitler ocasionó como “daños colaterales” en su obsesión de matar judíos, la muerte de 50 millones de personas.
Ahamdineyad piensa igual que Hitler, después de esta “labor” irá a por todas y por todos.
Los colmillos de la serpiente son los cohetes y armas nucleares y el veneno de sus glándulas es el islamismo.
Es una obligación de los europeos no repetir los mismos fallos que se tuvo con Hitler.
Cerrar los ojos no evita la mordedura de la serpiente venenosa.