Milán, la segunda ciudad de Italia con mayor número de habitantes es la «Puerta del Mediterráneo hacia Europa» y una de las metrópolis más conocidas a nivel internacional.
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Famosa por su estilo, por la moda, la cultura y por su relevancia económica, atrae cada año a muchísimos visitantes interesados en las novedades de las pasarelas y del diseño.
Milán tiene una antigua e importante tradición cultural: el teatro. Sus escenarios son, desde hace decenios, y algunos desde hace siglos, el punto de encuentro de grandes clásicos líricos y operísticos, casa de los más grandes artistas italianos y fuente de inspiración para todo tipo de vanguardias.
Diseminados por la ciudad, los teatros milaneses sitúan su centro en la zona de Brera -lugar de encuentro de la cultura y de la vida nocturna por excelencia- llevando a escena más de 300 espectáculos al año, que van del teatro clásico al contemporáneo y al cabaret.
La reina de todos los teatros es la Scala de Milán, uno de los teatros de ópera más importantes del mundo. A partir de su inauguración en 1778 se han representado aquí numerosos espectáculos de ópera lírica incluidos algunos estrenos clásicos como Nabuco de Verdi en 1842, Madame Butterfly, Turandot de Puccini (en 1904 y 1924, respectivamente) y El Turco en Italia de Rossini en 1814. Su escenario ha sido utilizado por artistas sin igual como Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Diana Damrau o Cecilia Bartoli y por directores de orquesta de fama internacional como Claudio Abbado y Riccardo Muti.
Al su lado se sitúa el mayor atractivo de la ciudad, la Catedral (Il Duomo). El teatro de la Scala se sitúa en una de las plazas más elegantes y visitadas de la ciudad, la Plaza de la Scala, en un emplazamiento céntrico a la altura de la importancia cultural del teatro.
Desde 1972 y hasta 1977, el director artístico de la Scala fue Paolo Grassi, al que se debe la existencia de otro importante teatro de Milán, el Teatro del Piccolo. Este teatro, también llamado el Piccolo, fue fundado en 1947 por Grassi y Giorgio Strehler y se convirtió en el primer teatro estable de Italia y teatro Europeo en 1991.
Fue inaugurado con «El hotel de los pobres» de Maxim Gorki, un espectáculo adecuado al espacio que, a diferencia de la tradición teatral italiana, presenta como protagonistas a las grandes ideas y los grandes problemas en lugar de los grandes nombres del espectáculo. Se presentaron las obras de Goldoni, Chéjov y Bertolt Brecht, una filosofía que ha mantenido en el tiempo y que ha hecho del Piccolo un punto de referencia para los intelectuales italianos y extranjeros.
Fue fundada también una renombrada escuela de teatro. Contribuyen a su importancia como lugar cultural, su posición: dentro del barrio cultural nocturno más «in» de Milán, cerca del Parque Sempione, del Castillo Sforzesco y de la Triennale de Milán.
Otros teatros de la ciudad del «Duomo» son el teatro Sala Fontana, en el espléndido marco de los claustros de Bramante de Santa María Fontana, el Teatro Manzoni, fundado en 1850 y con un interior similar al de un museo y el Teatro degli Arcimboldi, que acogió los espectáculos de la Scala durante su restauración y que desde 2006 viene considerado como la casa del Cabaret gracias a la transmisión televisiva Zelig que se graba aquí.
La tradición teatral milanesa no se limita a los grandes teatros de fama internacional, sino que añade al propio tesoro cultural numerosas instituciones e iniciativas teatrales más modestas.
