Por José María Arévalo

(Manifestación antimascarillas de la Plaza de Colon de Madrid el 16 de agosto)

“España puede” y “Salimos más fuertes” son dos de los anuncios de propaganda que utiliza el gobierno de Sánchez y que con la situación de contagios y económica del país nadie se cree ya. Son tantas las mentiras que nos mete este Gobierno que hace unos días se me ocurrió comentarle a un amigo que para mí el movimiento antimascarillas era una reacción contra la desinformación que venimos aguantando desde que empezó la pandemia. “Hombre –me contestó-, ¡que diga eso Bosé, pase, pero tu también…!” Así que tuve que aclararle: “¿Y que tu digas que yo pienso como Bosé?

En modo alguno estoy de acuerdo con la cantidad de sandeces que dice el movimiento antimascarillas, y que el  domingo 16 de agosto protagonizó la famosa –a pesar de que solo participaron unas dos mil personas- protesta  en la Plaza de Colon de Madrid para la que había obtenido autorización de la Delegación del Gobierno un profesor de yoga valenciano, Fernando Vizcaíno, que por lo visto sostiene que la pandemia «no existe». Los manifestantes dieron vueltas a la plaza coreando lemas como: «Libertad, Libertad», «falsos test, falsos positivos», «no somos delincuentes, queremos respirar» o «televisión manipulación».

Negacionistas

«Yo creo –leo en la prensa sobre los manifestantes- que es una ‘plandemia’ para engañarnos con un virus que no existe. La gente que está enfermando en los hospitales está enfermando por otra cosa», decía Rafa, de 45 años, que se presentaba como actor de doblaje -la voz de Mike Sheaver en la serie ‘Los problemas crecen’- y aseguraba que ha «perdido familiares y amigos por decir estas cosas». Tres de sus vecinos han muerto en la pandemia. «A sus familias les han dicho que ha sido por coronavirus, pero ya estaban enfermos antes», insistía en su negacionismo”.

Vizcaíno –sigo leyendo- sostiene que «no existe ningún virus apocalíptico que esté matando a la gente», que la pandemia del Coronavirus es una «farsa» orquestada por las élites gobernantes con la connivencia de los medios de comunicación «para atemorizar a la ciudadanía, confinarnos y quitarnos nuestros derechos y libertades». Según su teoría, la Covid-19 habría sido inoculada a la población a través de la vacuna de la gripe. «La gente que ha muerto realmente por esta nueva sintomatología, la tormenta de citoquinas, los trombos en los pulmones, lo han hecho por lo que han inyectado con las vacunas de la gripe. Está más que comprobado. Y los que no han muerto directamente por eso, han muerto por ser entubados y ampliar la sintomatología provocada por esta toxina, este veneno que han introducido a través de las agujas en el cuerpo de nuestros ancianos y seguramente de algunos médicos», decía el 14 de agosto en un vídeo en el que animaba a acudir a Madrid.

Condena del negacionismo

Inmediatamente, tras la manifestación negcionista, se producían las declaraciones de  condena de científicos y políticos, y sobre todo de la comunidad médica. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, utilizaba Twitter para criticarla: «Se suceden iniciativas irresponsables. Al comienzo de la pandemia todo el mundo era solidario. Ahora cada día hay más grupos con distintas reivindicaciones. Si no volvemos a la solidaridad de todos, la solución será más complicada». Su vicepresidente, Ignacio Aguado (Cs), declaraba sobre los manifestantes: “Ellos ‘quieren ver el virus’. Nosotros no queremos que acaben con un respirador en el hospital. La mascarilla salva vidas. Protégete”.

Condenas, muchas, pero en ningún sitio he encontrado una valoración serena de algunas de las razones que alegan los negacionistas y que no son tan irracionales. Todos sabemos que por las redes sociales se han difundido, desde el comienzo de la pandemia, multitud de noticias falsas, de las que se quejaba el Gobierno, pero que obedecían a la falta de información que desde el principio hemos sufrido.

A mi mismo me llegó una información que después he visto defendía, el pasado junio, el presidente de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), José Luis Mendoza, quién señaló durante una conferencia que la vacuna contra el coronavirus iba a ser una forma de controlar a la población mundial mediante la inoculación de chips en el organismo humano. Esta conspiración, afirmó Mendoza, habría sido urdida por magnates como Bill Gates o George Soros y la tecnología 5G era otra de sus herramientas para conseguir este control global. No he visto en la prensa nada más al respecto, por lo que no creo tenga mucho fundamento.

Y como esta, otras muchas, que le dejan a uno al menos en la sospecha de que pasan más cosas de las que se dicen.

Mascarillas que no protegen

Por ejemplo, no he leído nada sobre la inutilidad práctica de las mascarillas llamadas quirúrgicas, que solo protegen a los demás, no a uno mismo, y encima hay que desecharlas a las cuatro horas de usadas, lo que no hace nadie. Por la calle, la mayor parte de la gente lleva estas mascarillas, porque son más baratas. Lo comenté en estas páginas en artículo de 2 de junio, que titulé “Absurdos del confinamiento”, en el que les contaba que me quejé a mi farmacéutica de que no pudiera proporcionarme mascarillas de las que protegen a a uno también; y que me contestó que si todos la llevamos nadie se contagia. Pero como nadie las renueva, o muy de tarde en tarde, tienen razón los negacionistas de que no sirven para nada. O para muy poco. Pero eso no se reconoce. Para mi gusto deberían haberse quitado de la circulación estas mascarilla quirúrgicas

“Lo de las mascarillas –les decía en aquel artículo- ha sido otro continuo contrasentido. En principio, Sanidad no las recomendaba, las tachaba de “innecesarias”, incluso de “contraproducentes”, pero unas semanas después empezó a recomendarlas, hasta que el pasado 4 de mayo se convirtieron en obligatorias en el transporte público. Quizá el problema era –y sigue siendo- que no hay suficientes para todos. […] Encima, ahora resulta que los médicos y sanitarios en general se oponen a que la Comunidad de Madrid haya previsto dar mascarillas de doble protección a todo el público, porque dicen que eso les va a llevar a confiarse demasiado. No lo entiendo.”

Faltan datos elementales

También me quejaba, en otro artículo, de la falta de información en la prensa, sobre todo en la local, sobre los datos que verdaderamente nos interesan a todos, las camas ocupadas y las libres en hospitales y UCI, y los fallecidos. Para poco nos sirven los datos de nuevos contagios, más ahora que la mayoría son de asintomáticos, solo para asustarnos. ¿No creen ustedes que la prensa local debía poner a diario en primera plana un recuadro con ese dato fundamental? Yo recuerdo en mi época de periodista activo que todos los días alguien –muchas veces me tocó a mí- se encargaba de ir al juzgado de guardia para recoger las incidencias, que después resumíamos en una sección concreta. ¿Tanto costaría ahora a los periódicos hacer una llamada a los principales hospitales para obtener la evolución diaria de las UCI? Creo que no lo hacen por un criterio general, quizá de no asustar y quizá también consigna del Gobierno.

En cambio nos atiborran de datos de nuevos brotes, que no nos dicen nada que nos sirva para hacernos cargo de la situación. Precisamente de esto se quejaba el pasado día 18, en Actuall, un lúcido artículo de Inmaculada Fernández, que no me resisto a recoger en lo fundamental:

“Tras reconocer el ministro de Sanidad Salvador Illa que el manido Comité de Expertos nunca existió, el Gobierno en pleno debería dimitir; ¡sería lo lógico en cualquier país donde pillan al Gobierno mintiendo! Pero, no, en España eso no va con los políticos. El Gobierno no piensa en dimitir, ni en pedir perdón a todos los españoles; es más, seguirá mintiendo. El 21 de marzo, el presidente del Gobierno de España, el doctor Pedro Sánchez Castejón, (quien obtuvo su título de doctor con una tesis plagiada) anunciaba que ese mismo día se ”había constituido un Comité Científico para luchar contra el Covid-19 con expertos en distintas áreas de la medicina y la ciencia en la lucha contra el virus”. El controvertido Fernando Simón, licenciado en medicina, diplomado en epidemiología, portavoz del Gobierno y cara visible durante el confinamiento (o aislamiento respiratorio de todos los españoles en sus casas), mencionaba y alababa a ese inexistente Comité de Expertos del que, claro, ya comprendemos que también se negara a dar sus nombres, -aunque decía que era para no “meterles más presión”– durante sus apariciones para dar a conocer qué comunidades autónomas pasaban o no de fase (la llamada ‘desescalada’). Tampoco mencionaba las fuentes o datos en los que se basaban esas decisiones. Pero aún así ese ‘Comité de Expertos’ se reunía mucho con el presidente del Gobierno, el doctor Pedro Sánchez Castejón”.

Y concluye, tras recoger los fallos que se están produciendo en los test PCR: “¿A quién beneficia instalar el miedo en la población hablando machaconamente de supuestos nuevos rebrotes sin una prueba de detección eficaz?, sin datos objetivos, en personas sanas, sólo basados en pruebas PCR no fiables. ¿A quién beneficia el desastre económico que se avecina si se sigue alentando el miedo y el confinamiento masivo, desde la política y los medios? ¿A quién beneficia todo este sinsentido? Qui prodest”

Así que no están tan descaminados los negacionistas cuando se quejan de que todo es falso. Todo no, pero bastantes cosas sí. Yo tampoco me creo ni la mitad de lo que nos dicen.

Cuando acabo de escribir este artículo –el pasado día 29 de agosto- veo la noticia de que en Berlín se ha producido una manifestación negacionista de nada menos que 38.000 personas, que protestaban por las restricciones de la pandemia, negando que sean necesarias; al final la ha tenido que disolver la policía pues estaba autorizada por un juez con la condición de que se respetara la distancia social, y no se cumplía. Decía la tv que es la más numerosa manifestación negacionista que se ha producido en Europa, lo que me induce a pensar que en otros paises también las hubo. Así que en todas partes cuecen habas.