Los lunes, revista de  prensa y red

“Por qué funciona Andalucía”, de Fran Carrillo Guerrero,Iglesias no ficha por la pública”, de Carmelo Jordá, y “Los talibanes mandan en Afganistán y Abimael Guzmán manda en el Perú”, de Federico Jiménez Losantos

(Viñeta de Ramón en El Norte de Castilla el pasado día 1)

POR QUÉ FUNCIONA ANDALUCÍA

Artículo de Fran Carrillo Guerrero. Diputado de Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía,  publicado en ESdiario el pasado día 31 

¿Por qué funciona? ¿Sólo por un mera alternancia en el gobierno? ¿Quizá por el poder taumatúrgico que se arrogan con denuedo quienes apoyan medidas legislativas a conveniencia sociológica, pero nada más? ¿O tal vez porque, por primera vez en cuarenta años, se pone Andalucía al servicio de sus ciudadanos y no al de un partido, en este caso, al del partido en el poder?

He aquí la clave. Millones de andaluces sobrevivieron durante décadas a los designios de una siglas que hizo de sus mandatos sucesivos una forma de supervivencia política. No es descabellado afirmar que Andalucía pasó, sin solución de continuidad, de un régimen a otro régimen, de una dictadura sin partidos a una dictadura de partido.

Pero nada dura para siempre. Ni siquiera la superioridad moral de quienes hicieron de la simbiosis partido-gobierno una lucrativa forma de vida. En menos de tres años, la tierra que dio al mundo el pensar de Séneca, Averroes, Maimónides o María Zambrano, que exporta el arte de Picasso, Velázquez o Julio Romero de Torres, que presume por doquier de los versos inmortales de Góngora, Lorca, Bécquer, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado, esta tierra infinita de posibles, ya no es rehén de quienes la convirtieron en cortijo de privilegios y privilegiados, manchada por una servidumbre al latrocinio y la corrupción.

El PSOE de Andalucía daba avales y préstamos sin comprobar si iban a blanqueo

Se institucionalizó durante décadas la compra-venta del voto. El chantaje como antesala de la urna permitió el paso de terratenientes a señoritos, siempre del mismo carné, para alcanzar un poder omnímodo que nadie discutía, una forma de gobernar caudillista que dilapidó en treinta y dos años (desde 1986 hasta 2018) más de ciento dos mil millones de euros de fondos procedentes de Europa.

Los millones dilapidados

Lo repetiré en números: más de 102.000 millones de euros, una cantidad que supera los últimos tres presupuestos autonómicos y que debería haber situado a Andalucía a la cabeza de las regiones europeas. Pero no. El paro cautivaba más a los gerifaltes socialistas que el pleno empleo.

Lo primero garantizaba la continuidad de la poltrona, lo segundo, la presumible pérdida del poder más pronto que tarde. Y por fin, los andaluces que clamaban cambio, que deseaban progreso y no decadencia, que gritaban basta ya de tanto robo y escarnio a su futuro, vieron la luz aquella noche del 2 de diciembre de 2018.

Y es que no hay nada como sacar a un ‘progre’ del poder para que el progreso llegue: eso está pasando en Andalucía

Desde entonces, Andalucía ha cambiado. Está cambiando. En políticas y en formas de entender el servicio público. Ahora, Andalucía funciona porque se ha aplicado una receta simple, al menos desde que Ciudadanos gobierna y condiciona su política: hacer todo lo contrario de lo que hizo el PSOE de la corrupción.

Así, donde antes había despilfarro y descontrol en el presupuesto, hoy se principia el rigor y la vigilancia de la caja común. Si antes éramos la tierra del déficit y el desempleo, ahora nos miran desde otros predios con saludable envidia por la manera en la que se ha conseguido, en media legislatura, alcanzar el superávit económico y comercial; las empresas no sólo ya no se van de Andalucía, sino que eligen Andalucía para invertir y crear puestos de trabajo.

En favor de la libertad

En Andalucía crecen los profesionales por cuenta propia, convirtiéndose en la primera comunidad de toda España en número de autónomos que deciden emprender, conscientes de que se puede avanzar en la vida sin necesidad de pasar por la ventanilla de la Junta. Lo que era insólito con los socialistas en el poder, es costumbre con medidas y acciones que fomentan y favorecen la libertad individual y económica.

Hemos conseguido, gracias a la confianza del pueblo andaluz y a una forma de entender para qué sirve la política, que la anomalía democrática se convierta en sentido común a la hora de gestionar el dinero de todos. Y luego está el sello inconfundible que las ideas obligan y que hace que una sociedad avance o retroceda, prospere o se estanque. Nunca antes había llegado al Parlamento de Andalucía una ley contra la corrupción y el fraude.

Nunca antes se persiguió, fiscalizó y denunció al corrupto como ahora. Tampoco se reconoció a los infantes y adolescentes con una normativa que les protege ni se reconoció al docente con una ley ad hoc. Ahora los profesionales de la justicia cobran a tiempo, las trabajadoras que cuidan a personas dependientes ven incrementado el precio/hora de su necesaria labor, y la formación ya no es la excusa para distraer recursos públicos del erario, sino la profunda convicción de que sólo a través de ella, una sociedad camina y avanza, por educada y preparada.

Donde antes había despilfarro y descontrol en el presupuesto, hoy se principia el rigor y la vigilancia de la caja común

Todo esto no pasaba antes. Porque antes no estaba Ciudadanos. Piense el lector qué sería de nuestro país si no existiera una formación que presionara, exigiera y vigilara al poder y el reparto consiguiente, que no consecuente, de este, y además consiguiera transformar y mejorar la sociedad con reformas adecuadas al contexto temporal.

Lo mejor que ha pasado en Andalucía y pasará en España si reproducimos el esquema, no es la consolidación de una alternancia, sino la constatación de una alternativa: al socialismo y a las políticas conservadoras, al populismo y a los extremos identitarios, a los vividores de causas inventadas y a los ninis con cargo al contribuyente.

El PSOE mantuvo cerrados y con despilfarros el 50% de los «paradores» andaluces

Durante mucho tiempo, y no sólo en la Andalucía del socialismo, hemos dejado que la palabra progreso la monopolice la izquierda como mantra a usar a conveniencia. La realidad desmiente hoy este falso axioma establecido en la psique colectiva.

La Andalucía del cambio no es un manido eslogan, es el día a día de muchos ciudadanos que aspiran a que el gobierno les moleste lo menos posible y les solucione sus problemas cotidianos, que haya personas con sentido común legislando y ejecutando decisiones, y sobre todo, que nos ocupemos de lo que importa a quienes nos votan.

Los andaluces ya saben, porque ya lo notan, que el futuro de prosperidad para nuestra tierra depende de la continuidad de las políticas liberales en el Gobierno. Y es que no hay nada como sacar a un ‘progre’ del poder para que el progreso llegue.

Artículo en: https://www.msn.com/es-es/noticias/espana/por-qu%C3%A9-funciona-andaluc%C3%ADa/ar-AANW0VM?ocid=msedgntp

IGLESIAS NO FICHA POR LA PÚBLICA

Artículo de Carmelo Jordá publicado en Libertad Digital el pasado día 1

¿Acaso lo de este tío ha sido en realidad un simple, pero gravísimo, caso de caradurismo? Supongo que las colaboraciones que va a cobrar Pablo Iglesias en las radios en las que participará como tertuliano a partir de ahora se pagarán con cantidades similares a las que el propio Iglesias cobraba por sus muchas intervenciones mediáticas antes de ser un político muy conocido y, válgame Dios lo que nos ha tocado ver, vicepresidente del Reino de España.

Digo que supongo que será así porque, en caso contrario, estaríamos ante una puerta giratoria como la de un hotel de cinco estrellas, y no creo que tal cosa sea posible cuando hablamos de un hombre que es todo coherencia: que jamás salió del popular barrio en el que crecía y vivía, que nunca llegó a la política para forrarse, que criticaba que los exministros cobrasen sus asignaciones una vez dejaban el cargo… En fin, ya me entienden ustedes.

Sin embargo, lo más incoherente del recoloque mediático y laboral de Pablo Iglesias no es que vaya a ganar mucho más dinero del que ganaba antes de su breve y relativamente exitosa carrera política, sino que todo lo que sabemos por ahora que va a hacer lo hará con una universidad privada y con poderosos grupos de comunicación, por supuesto también privados.

Líbreme Dios de criticar a las universidades o a los colegios privados, loables instituciones que sirven para satisfacer las necesidades educativas de muchos y, sobre todo, para evitar que el dominio del Estado en el terreno de la enseñanza pase de abrumador a directamente monopolístico. Pero oigan, no es de mí de quien estamos hablando, sino del azote de los colegios privados, el adalid de la sacrosanta educación pública, el que ha abogado siempre por eliminar cualquier iniciativa libre en el sector… hasta que ha llegado la hora de poner el cazo.

Me dirán ustedes que va a cobrar muy poco de la UOC –algo más de 8.000 euros al año–, pero aquí la cuestión no es cuantitativa sino cualitativa: si lo privado era tan malo, ¿cómo puede aceptar ese sucio dinero manchado de la discriminación de la clase obrera? Pues salta la sorpresa: puede.

Y si llamativo es lo de universidad, ¿qué me dicen de las radios en las que va a ejercer de fino analista? La SER y RAC1, integrantes de dos de los mayores grupos de comunicación del país, gigantescas empresas que han crecido a la sombra de las concesiones políticas en no pocas ocasiones flagrantemente ilegales, como en el famoso Antenicidio. Empresas desarrolladas y sostenidas a la sombra del poder y de la competencia desleal, lo más duro del capitalismo de amiguetes ese contra el que bramaba sin descanso la jauría podemita.

Él, que tanto atacó a los medios de comunicación privados y tanto defendió a los públicos, no ha tenido ningún reparo, ni tan siquiera un mínimo decoro, cuando ha llegado el momento de cobrar: ha elegido a los primeros y a los peores de ellos. Al menos antes eso de «cabalgar contradicciones» se suponía que era para alcanzar el poder; pero si fuéramos un poco malpensados estaríamos por llegar a la terrible conclusión de que lo de este tío en realidad siempre ha sido un simple, pero gravísimo, caso de caradurismo.

Artículo en: https://www.libertaddigital.com/opinion/carmelo-jorda/iglesias-no-ficha-por-la-publica-6813459/

LOS TALIBANES MANDAN EN AFGANISTÁN Y ABIMAEL GUZMÁN MANDA EN EL PERÚ

Artículo de Federico Jiménez Losantos publicado en Libertad Digital el pasado día 29

Mientras todos los medios de comunicación del mundo se deleitan con la deserción norteamericana y europea de Afganistán –vil, estúpida y suicida, pero anunciada como casi todos los suicidios-, en Perú se producía un triunfo mucho más importante del totalitarismo frente a las democracias, más o menos imperfectas, más o menos liberales. En Lima, una mayoría parlamentaria, exigua pero suficiente, ha otorgado su confianza a algo que sólo convencionalmente cabe llamar Gobierno, con más de la mitad de sus ministros procesados por toda clase de delitos, del terrorismo al homicidio pasando por toda clase de corrupciones y cuyo presidente es Guido Bellido.

Indigenismo oratorio e indigencia intelectual

Bellido empezó su pedregoso discurso en quechua para hacerse el campesino, como si los campesinos peruanos no entendieran el español, y continuó tropezando en español, como su presidente Castillo, maestro él, que apenas sabe hablar en público. Pero entre ambos, con el delincuente Vladimir Cerrón, el Lenin de los Andes, en la trastienda, piensan imponer el proyecto comunista de Sendero Luminoso, ahora aliado con su antiguo rival el MRTA, banda soviética adiestrada por Cuba y que compitió con Sendero en los 80 y primeros 90, hasta que Fujimori capturó a Abimael Guzmán, que pidió la paz, y liquidó a la cúpula del MRTA en la liberación de los rehenes secuestrados durante meses en la embajada de Japón.

Nunca le han perdonado los políticos y medios tradicionales al luego dictador y hoy preso, que triunfase espectacularmente contra un enemigo, el genocida Sendero Luminoso, ante el que la derecha fina y la izquierda populista, Belaúnde y Alan García, habían fracasado estrepitosamente. El argumento inapelable de la dictadura de Fujimori, en un primer momento, fue la impunidad de los terroristas de Sendero, los llamados «terrucos», por la corrupción de una Justicia que los liberaba antes de tener que juzgarlos. Bajo Fujimori se cometieron abusos en la guerra sucia contra Sendero, pero en condiciones durísimas para los soldados y frente a la extrema crueldad del partido comunista más salvaje del mundo, apenas igualado por Pol Pot.

La izquierda dizque democrática, devenida caviar tras instalarse en el poder después del fujimorismo, fue abiertamente cómplice de Sendero en los años de Belaúnde, y aceptó las fechorías paramilitares de Alan García. Pero tras la caída, juicio y prisión de Fujimori y de su rasputín Vladimiro Montesinos, los caviares de la Comisión por la Paz y la Reconciliación -el desaparecido Carlos Iván Degregori fue quizás su talento más brillante-, hicieron algo que en España conocemos perfectamente, porque ha sido el mecanismo utilizado por el PSOE, la Izquierda y el PNV para blanquear a la ETA: denominar conflicto interno al terrorismo y equiparar los atroces asesinatos etarras o senderistas, con los abusos de la lucha antiterrorista.

La cosecha roja de Sendero: 70.000 muertos

El terrorismo de Sendero, que fue dirigido personalmente por Abimael Guzmán, «Presidente Gonzalo«, provocó casi 70.000 muertos, más que en toda la historia del Perú, guerras incluidas. Su blanqueo era o parecía imposible hace treinta años, pero se ha conseguido mediante dos campañas paralelas: la más importante ha sido la de la izquierda caviar o democrática, para lavar su cercanía ideológica o complicidad política con el terrorismo senderista, y la del Movadef (Movimiento para la amnistía y la defensa de derechos fundamentales), brazo político del senderismo en el que han militado los principales dirigentes que ahora han tomado el Poder.

Dos días antes de que el Parlamento peruano votara a favor de sus verdugos, y en previsión de un brote de lucidez y dignidad, esos dirigentes ayer senderistas y hoy perulibristas, que han engañado en el típico estilo bolivariano a la oposición y a la opinión pública con supuestas vacilaciones moderadas de Castillo frente a Cerrón y disposición a cambiar de premier, anunciaron la salida de Montesinos de la cárcel de máxima seguridad en la que cumple condena -como Fujimori, muy enfermo- a una cárcel común.

Por supuesto, detrás de la salida de Montesinos está la de Abimael Guzmán, que el defenestrado Béjar pedía y Bellido y otros senderistas de Perú Libre habían prometido en la campaña electoral. O sea, que, por si las moscas, antes de ser votado siquiera en el Parlamento, Bellido habilitó la fórmula para rehabilitar legalmente al peor genocida de la historia del Perú. Y a pesar de ese crimen, más de la mitad del Parlamento peruano lo votó.

Los complejos de la izquierda caviar

¿Cabe esperar alguna moderación -palabro infecto- por parte de un Gobierno cuya primera decisión importante es la llamada «Ley Abimael»? ¿Cómo pueden decir algunos congresistas que son contrarios al terrorismo senderista -y hasta serlo de verdad- apoyando a sus abogados y herederos? Pues lo dicen. Peor aún, lo creen. Y, sin embargo, está clarísimo que hacen lo que dijo Lenin a los ricos rusos: regalar la soga con la que los ahorcarán.

¿Qué complejos aquejan a esta izquierda caviar que le ciegan ante la evidencia de que el proyecto comunista no cuenta con ellos? El primero es que, para legitimar su participación en el Poder, porque se supone que todo gobierno, incluso de izquierdas, necesitará gestores -Cuba o Venezuela son la prueba de que no es así-, su obsesión es la de deslegitimar a la derecha, identificada groseramente con Fujimori, y apoyando al Lápiz comunista, en la esperanza de que, a la hora del Poder, los llamarían para compartirlo.

No ha sido así. En el programa de Beto Ortiz en Willax -cadena en la que, por YouTube, puede seguirse casi al minuto el espectáculo terrorífico y fascinante de la implantación del comunismo en uno de esos países en donde «eso no podía pasar»- mi viejo amigo Enrique Ghersi, que estaba en Albarracín, cuna del Grupo Libertad Digital y que fue uno de los primeros colaboradores de La Ilustración Liberal, explicó a la audiencia en general y a los caviares en particular que Bellido no haría un discurso de conciliación sino de choque, como efectivamente así fue, y que la razón es que Castillo, Cerrón o Bellido son revolucionarios profesionales, leninistas o maoístas o senderistas, comunistas, en fin, que no quieren hacer reforma alguna sino la revolución roja que Sendero tuvo cerca. Y que la pobreza, como prueban todos los países víctimas del comunismo o del Socialismo del Siglo XXI, es una herramienta, nunca un obstáculo para imponer la dictadura roja.

Como buenos socialistas, los caviares piensan que el comunismo es una exageración de la Derecha. Como buenos trincones, piensan que, con ellos de por medio, nada realmente malo puede pasar, o ellos lo arreglarán. Y como han dedicado tantos años, tanto discurso, tanto metalenguaje sobre el conflicto interno, a blanquear el terrorismo senderista, no pueden admitir que son ellos, apoyando a Castillo para derrotar a Keiko, los que van a sacar de la cárcel a Abimael Guzmán, ellos, los kerenski chifa, para los que todo lo que no sea izquierda no merece existir. No sobrevivirán a ese error.

Perunistán es más importante que Afganistán

Casi ningún medio sigue este suicidio del régimen constitucional en Perú. Afganistán resulta mediáticamente más atractivo que Perunistán, Cubanistán, Venezuelistán o Argentinistán, pero no es más relevante en términos intelectuales, políticos y morales. Afganistán como guarida terrorista islámica es menos importante que la implantación en toda Iberoamérica -con China, Rusia e Irán de por medio- de una cadena de regímenes comunistas, narcotraficantes y liberticidas. La deserción de Kabul es desatención en Lima, pero el resultado es el mismo: la ruina de las libertades y la pobreza, la degradación social y el despotismo, la maldición, que algunos creyeron superada al caer el Muro de Berlín, del Terror Rojo, ese cuyo máximo verdugo en América se llama Abimael Guzmán.

Artículo en: https://www.libertaddigital.com/opinion/federico-jimenez-losantos/los-talibanes-mandan-en-afganistan-y-abimael-guzman-manda-en-el-peru-6812703/

 

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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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